La comunidad educativa del colegio secundario Edgar Romero Maciel está de fiesta este mes. La institución cumple 25 años y para celebrarlo organizaron una serie de actividades que se extenderán a lo largo de noviembre. Desde la rectoría, pasando por el cuerpo docente, hasta los alumnos e incluso algunos egresados, unieron su esfuerzo para celebrar un cuarto de siglo al entero servicio de la educación pública.
Rita Navarro, la rectora del colegio que se encuentra en el barrio Anahí sobre la calle Cristo Obrero al 600, explicó a EL LIBERTADOR los detalles de la organización de las celebraciones que no fueron fáciles en un contexto de aparente salida de la pandemia. «Desde principio de año trabajamos con esto. Siempre dentro de lo que es posible porque venimos de una pandemia y tenemos mucho respeto a cada uno de los docentes y los alumnos. Sabemos lo difícil que fue esta situación, el hecho de volver y de todo lo que costó y cuesta», dijo.
«Noviembre además es complicado porque estamos cerrando las notas y los chicos también están cansados por querer terminar el año. Entonces, como se trata de un mes que viene acompañado de mucha actividad artística, algo que ideé con algunos profesores fue la posibilidad de unos encuentros culturales para recordar además a don Edgar Romero Maciel, que es a quien le debemos el nombre del colegio», agregó.
Las actividades se extienden hasta fin de mes, pero el festejo central se hará el sábado 26, a las 8.30, con la celebración de los 25 años del colegio. «Los encuentros duran alrededor de hora y media, se hacen al final o comienzo de las clases. En todo eso, tratamos de mostrar que estamos cumpliendo 25 años y de rendir un homenaje, no sólo a don Romero Maciel, sino también a nuestros profesores, a la gente que pasó por el colegio», dijo.
VOCACIÓN
Lo destacable es que todos estos homenajes, se hacen a pulmón. Colaboran los alumnos, los docentes, algunos tutores, todos hacen su aporte. «La gente que viene a los encuentros, es gente que quiere venir a participar, que tiene aprecio por este colegio», agregó la docente.
También se mostró orgullosa del trabajo en la institución. «Esta fue una EGB3 que se supo mantener hasta el 2009. Ahí pasamos a la secundaria. Eso fue lo que permitió que este colegio tuviera una matrícula de más de 750 alumnos a la cual retiene. Yo creo que hoy, ningún colegio es competencia. Nuestros chicos se quedan, es más, vienen. Y no pasa por una cuestión de economía, sino que se ve cómo cuidamos nuestra escuela y a nuestros alumnos».
Ese trabajo salta a la vista. Todas las aulas cuentan con aire acondicionado, también hay cámaras de seguridad para cuidar a los chicos, el edificio está adornado con murales. «¿De dónde salió todo eso? Del trabajo solidario de profesores, de tutores y de alumnos. Yo no estoy para nada de acuerdo con esa idea de que lo público no es bueno. Acá les enseñamos a cuidar lo público y estamos más que orgullosos y convencidos de que nuestro trabajo es bueno», completó.