Leandro Olivera tiene 43 años y nació en Saladas, pero vivió la mayor parte de su vida en la Capital correntina.
Luego de toda una vida de jugar al pádel, al mudarse a Santa Rosa donde el deporte estaba instalado en la comunidad, se animó a hacer de su pasatiempo una oportunidad para abrir su propia escuela.
Hay una fuerza extraordinaria en todo lo que se emprende con pasión, de la que muchos correntinos del Interior pueden dar testimonio, que consigue causar un movimiento en sus comunidades y convocar a otros.
«Más allá de que estaba este deporte en la ciudad, no había quien los motivara o les muestre lo que se puede llegar a hacer dentro de lo que es la práctica del pádel», contó Olivera a EL LIBERTADOR.
«El gancho fue fantástico. Fue impresionante cómo la gente se sumó», resaltó, y confesó que el número cada vez mayor de interesados, realmente lo sorprendió. «Comenzó como un hobby, algo tranquilo. Arranqué con unos chiquitos en una cancha y no pensaba tener hoy en día esta cantidad de alumnos», manifestó con alegría.
Se trata de un grupo de 35 a 40 alumnos, divididos en turnos de 4 personas, a los que cobra un arancel mensual como profesor. Cada entrenamiento dura una hora, con la frecuencia de dos veces por semana, y se abona un extra por sumar un día más.
«En el rango de los menores, recién a partir desde los 6 años pueden tomar las clases. De 6 a 10 años, luego 10 a 15 años, y a partir de 15 años ya entrenan con los adultos. Claro que dependiendo del nivel que tiene el jugador lo pongo en otro lugar, por ejemplo, un menor muy avanzado lo pongo con los grandes», aclaró.
TORNEOS
«Cuando llegué acá, como no tenían muchas competencias, organicé dos torneos y me fue bastante bien. Se sumó gente de la región porque era un Torneo Regional de Pádel. Tuvimos visitas de Saladas, Curuzú Cuatiá, Concepción, Empedrado, San Miguel y otras ciudades de la zona», comentó Olivera.
Las competencias se llevan a cabo entre los alumnos, a los que se les entrega trofeos y premios. Bolsos, botellas y toallas son algunos de los obsequios que la escuela da a sus alumnos.
PASIÓN
«Fanáticos del Pádel» es el nombre del club en el que se dan los encuentros. «Los grandes pagan la hora de la cancha, de la hora de los chicos me hago cargo yo», precisó.
«La meta de esta escuela local es tratar de sacar chicos de las formativas y que puedan competir a nivel nacional, para tener un futuro dentro del pádel. Hoy en día, es un deporte que está muy bien remunerado, no sólo en la Argentina, también en el exterior», explicó.
Olivera señaló que «Corrientes Capital tiene un muy buen semillero de mediana edad, entre los 18 y 20 años, con un futuro prometedor que ya están en el circuito profesional».
Esto lo motivó a proyectar a sus estudiantes para canchas del mundo.
«La verdad es que me encantaría, como cabeza de la escuela de pádel, tener un semillero del Interior de la provincia de Corrientes y del país, que surjan de este deporte y puedan competir a nivel internacional», destacó.
Y así, una chispa de pasión puede crecer para ser un fuego que convoca a varios, pero del bueno. Es un fuego diferente al que asola en esta temporada a Corrientes, es del espíritu de las pequeñas semillas que crecen desde muy adentro de su tierra para el mundo.
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