La localidad que se encuentra en el Suroeste provincial padece desde hace años los problemas de movilidad. El gran inconveniente que soportan los vecinos tiene que ver con la destruida ruta 126, la cual tiene tramos casi intransitables. A ello, en los últimos años se sumó la falta de un servicio de transporte de pasajeros de media y larga distancia. Sólo les queda uno que les permite llegar hasta Curuzú Cuatiá.
20-CONTRATAPA-15Salir o llegar a Sauce representa una odisea para la gente. Y un caso testigo lo protagonizan los jóvenes que, como ocurre en casi todo el Interior, se ven obligados a dirigirse a la Capital correntina o (en el caso de los sauceños por su ubicación) a otras provincias para cursar carreras universitarias. Representan un gran número de personas que requiere de la disponibilidad de una prestación vital.
A ellos se suman las familias que a diario deben ir a Curuzú Cuatiá, Esquina o Feliciano (Entre Ríos) por trámites o cuestiones de salud. Ni qué decir de los que deben hacer casi 400 kilómetros hasta la ciudad de Corrientes.
Miles de ciudadanos deben planificar con suficiente antelación su viaje. Movilizarse ante una emergencia se torna una ruleta rusa. El costo que deben asumir pagando a algún vecino que oficie de «remis» es alevoso.
La histórica puja entre Nación y Provincia colaboró para frenar cualquier intento de financiación de obra para contar con una ruta transitable. En los últimos meses, se iniciaron los trabajos de recuperación de la traza, pero los tiempos proyectados se alejan a los de las necesidades de la ciudadanía (ver recuadro). Y una reciente confrontación entre «emprendedores» dedicados a los viajes interurbanos provocó que la pequeña localidad quede sin traslado de pasajeros. Hasta entonces, un par de combis habían copado el mercado, llegando a cobrar hasta 6 mil pesos por persona, ida y vuelta (ver recuadro).
En medio de estos pleitos, los sauceños, rezongando cada día y con sobradas razones.
En medio de la desidia
La ruta 126 se pavimentó en la primera gestión provincial de Ricardo Colombi. Sin embargo, desde que se iniciaron los trabajos (entre 2003 y 2004), la preocupación acaparó la atención. Es que el camino comenzó a romperse antes de finalizarse la obra.
En 2006, se inauguró con bombos y platillos. Se habilitaron los casi 100 kilómetros que conectan dos polos productivos del Sur correntino. Ya en 2008, varios tramos se volvieron intransitables y así continuó deteriorándose.
Durante los gobiernos nacionales kirchneristas, hubo un mandato político de frenar cualquier convenio, a la expectativa (en ese entonces representada por Camau Espínola) de que dicho signo político se alzara con el Ejecutivo provincial, para recién allí coronarse con la necesaria obra. Como el ahora Senador nacional perdió, el proyecto -que había logrado un primer aval para ser financiado por el BID- durmió el sueño de los justos. Los papeles nunca se firmaron en Buenos Aires, y todo quedó en foja cero.
Después llegó el turno de Macri y el trinomio esperanzador de Nación, Provincia y municipios. Nunca pasó de la retórica. Hasta que, en 2021, Valdés y el ministro de Obras Públicas, Claudio Polich anunciaron el comienzo del tan anhelado pavimento. Hasta el momento, se concretaron los tramos 1 y 3 del proyecto. Algo más que 10 kilómetros de 82 que representa la traza de Curuzú a Sauce.
Sin inversión privada
Al ralentizado ritmo de avance que le imprime cualquier emprendimiento estatal (nacional, provincial y municipal), en este caso representado por la repavimentación, la gente en Sauce le agrega la imposibilidad de contar con un servicio de transporte de pasajeros para viajes de larga y media distancia. Sólo cuentan con el traslado en colectivo a Curuzú, a 1.000 pesos.
En las últimas décadas, un solo colectivo se encargaba de trasladar a los sauceños hacia la Capital provincial. El Principito se llamaba un andrajoso ómnibus que actuó por años como la única chance de viajar.
Quienes regenteaban esta prestación se vieron obligados a dar un paso al costado. La relación costos-ganancias dejó de cuadrar. Ello abrió una puerta para que algunos «audaces emprendedores» se lanzaran a ofrecer traslados «tipo remis».
En diciembre de 2021, unos jóvenes se asociaron e invirtieron en un par de las conocidas «combis». De esta manera, reapareció un servicio semanal que permitía viajar hacia el territorio capitalino.
Aun así, los precios se aplicaron sin ninguna regulación. Ir a la Capital representaba (el año pasado) un gasto de 2 mil pesos por persona. Ida y vuelta, 4 mil pesos. Y en los últimos meses alcanzó los 3 mil pesos por viaje.
Los sauceños, con el lomo (y los bolsillos) curtidos, comenzaron a acostumbrarse a esos valores. Fue allí donde, de repente, los colectivitos dejaron de funcionar. Una denuncia ante las autoridades de Transporte habría expuesto cierta flacidez administrativa. La acusación habría emanado de la otrora prestataria. Una especie de competidora pasiva que, sin contar con unidades activas, buscó truncar el crecimiento de las combis. Tal vez, confiando en retomar algún día sin tener que pugnar con ninguna otra firma que se dedique a viajes interurbanos en la zona.
Este ardid, sólo se tradujo en un nuevo revés para los sauceños. Quienes observan en cámara lenta cómo se repavimenta el camino que hace más de una década pareciera dinamitado. También ven la forma de invertir para poder salir de la ciudad no con la finalidad de ir de vacaciones o algún otro motivo ocioso, sino para cumplir con obligaciones y urgencias.
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