La Justicia ratificó la sentencia de dos años de prisión en suspenso para un hombre por abuso sexual sin acceso carnal cometido mediando abuso coactivo o intimidatoria de una relación de dependencia.
En ese contexto, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) confirmó la condena dictada por el Tribunal de Juicio de Goya. Desde el STJ se analizó la relación de dependencia o subordinación jerárquica que mantenía el condenado con la víctima.
Así, se consideró que las situaciones que se den entre dos personas, en un plano de superioridad frente a otra que está subordinada o le debe respeto «responde al propósito de abarcar toda situación de superioridad en la que el autor se halla en relación a la víctima y de la que aquel se abusa de modo coactivo, con fuerza para obligar o apremiar, o intimidatorio, causando, inspirando o infundiendo miedo», todo ello con el objetivo de que la víctima «le brinde favores de naturaleza sexual o soporte actos de este tipo».
EL HECHO
Todo ocurrió en Goya, el 22 de julio de 2019, cuando el gerente de un supermercado abusó de una mujer en el lugar de trabajo. El sujeto ingresó a la habitación donde se encontraba la víctima y la abusó sexualmente, tocándola en sus partes íntimas por encima de las prendas de vestir. Ante el ataque, la mujer golpeó al abusador con un rallador y logró escapar.
DEFENSA DEL
CONDENADO
La defensa del condenado cuestionó que se llegó a la sentencia sólo con las declaraciones de la víctima y de otros testigos que no fueron objetivos.
En esa línea, se indicó que el tribunal no consideró su declaración ni las secuencias fílmicas, en las que se acreditaba que el hecho no existió, pero sí una discusión y el miedo de la mujer de ser despedida, lo que impulsó la denuncia con el fin de justificar las faltas cometidas ese día.
TESTIMONIO
DE LA VÍCTIMA
«Yo no anduve bien en la caja y me mandó a la panadería y las chicas me dijeron que tuviera cuidado porque es un lugar apartado. Me dio a entender que si no era por él me hubieran echado», expresó en su relato la víctima, el cual se valoró y fue tomado como veraz.
«Él, lo mismo que me hacía a mí, le hacía a ella, yo me enojaba con él, y me decía porque era tan arisca. Después me quedé sola en la panadería y era continuo que pasara eso. El sólo se reía cuando yo me enojaba y me decía que había muchísimas chicas que querían trabajar ahí porque pagaban bien y es verdad que pagaban bien y yo necesitaba trabajar. Los últimos tiempos era acoso y maltrato todo el tiempo», declaró la mujer.
.