En plena era digital, el Instituto Popular de Mercedes impuso la prohibición total del uso de teléfonos celulares a estudiantes y docentes durante toda la jornada escolar y logró transformar su ambiente educativo. La experiencia, a siete meses de su implementación, no solo puso fin a un sinfín de conflictos, sino que, según las autoridades, consiguió que los alumnos vuelvan a socializar y a concentrarse en sus estudios.
El instituto, que alberga a más de 900 estudiantes del Nivel Secundario en sus turnos (ciclo básico por la mañana y orientado por la tarde), fue noticia luego de que se conociera la drástica decisión.
«CORTAR POR LO SANO»
La medida fue la respuesta directa a un problema creciente que consumía el tiempo y la energía de la institución el año pasado: el mal uso de las redes sociales y los canales anónimos de Whatsapp.
La rectora, Alba Gadea explicó la situación que los llevó a tomar la determinación: «Nos dedicábamos todo el día a tratar de solucionar conflictos que se iniciaban por posteos en las redes sociales y canales de Whatsapp, que son anónimos». Estos conflictos, que incluían quejas por fotos subidas sin consentimiento, insultos y chismes publicados, terminaban en discusiones acaloradas durante los recreos.
«Entonces dijimos, ‘vamos a cortar por lo sano’,» relató Gadea.
Un intento previo a mediados del año pasado de simplemente limitar el uso fracasó rotundamente: «Nos dábamos vuelta y sacaban el celular nuevamente». Por ello, para este ciclo lectivo, se decidió que, si bien los alumnos pueden traer sus dispositivos y guardarlos en la mochila, no pueden utilizarlos bajo ninguna circunstancia -ni en clase, ni durante el recreo-. La regla aplica tanto a estudiantes como a profesores, a excepción de momentos puntuales donde se requieren para actividades específicas (como Informática o Artística), y esto debe ser notificado previamente a los padres.
EL PILAR DEL ÉXITO
Pese a la inicial «resistencia» de los adolescentes más grandes y algunos docentes, la clave del éxito, según Gadea, reside en el acompañamiento irrestricto de los tutores.
«A comienzo de año se hizo una reunión con los padres y les informamos las nuevas medidas. Ellos estuvieron en total acuerdo», subrayó la Rectora, destacando que sin el apoyo «fundamental de los padres, sería imposible».
Para asegurar la comunicación vital entre la escuela y el hogar, los preceptores manejan grupos de Whatsapp con los padres de cada curso, garantizando que cualquier novedad o información urgente sea comunicada inmediatamente. Gracias a la firmeza de la medida, el nivel de conflictos disminuyó sorprendentemente: «Como mucho, en todo el año hemos sacado 100 celulares por infracciones», entre los más de 900 estudiantes. Incluso, los alumnos más jóvenes ya optan por no traer el dispositivo a la escuela, de acuerdo a la Rectora.
RESULTADOS: MÁS ALLÁ DE LA PANTALLA
Siete meses después de la prohibición, las mejoras son notorias en la reducción de conflictos, especialmente en dos áreas críticas: lo social y lo pedagógico.
RESCATE SOCIAL
Una de las grandes preocupaciones que motivaron la medida fue la falta de socialización. Gadea observaba grupos de alumnos que «ni se conocían entre ellos» y no participaban. Hoy, la realidad es otra: «Mejoró la comunicación entre los alumnos, hablan entre ellos en los recreos, los más chicos juegan», destacó la docente. Las asambleas de curso y las jornadas de trabajo sobre temas como las emociones han visto una renovada participación activa de los jóvenes, quienes trabajan sin necesidad de pantallas.
MEJORA PEDAGÓGICA
El impacto en el aprendizaje fue sustancial. La atención en clase, que antes era muy dispersa mejoró significativamente. Los alumnos ahora atienden «muchísimo más en clase», han vuelto a usar la biblioteca y a familiarizarse con el libro físico, algo que muchos ya no conocían. «Vuelven a tener la responsabilidad de traer su material para trabajar», agregó Gadea, quien es profesora de Matemáticas y Física en los cursos avanzados, en la entrevista con radio LT7.
La Rectora incluso sugirió que la falta de concentración generada por el celular podría ser un factor que explique el bajo rendimiento en materias como Matemáticas o la dificultad en la comprensión lectora en Lengua.
El Instituto Popular no es el único en la ciudad que tomó este camino. Gadea mencionó que la idea se trabajó en conjunto con el Rector del Colegio San Carlos, que también aplica restricciones en el uso de móviles.
La Rectora concluyó con satisfacción: «La experiencia es muy satisfactoria… la creatividad de los chicos ha cambiado. Han vuelto a hacer cosas que si no era una mera copia de lo que le daba el celular… Se terminaron las peleas entre ellos». Aunque reconoció que esta postura generó críticas de quienes creen que la institución está «volviendo para atrás», Gadea defendió que la clave es usar la tecnología de manera adecuada y con límites.

