Son fósiles de invertebrados que fueron encontrados en los materiales utilizados para la construcción original. Dieron a conocer los resultados de los estudios que les realizaron y resaltaron su valor patrimonial.
Por Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
¿Qué probabilidades hay de subir y bajar durante casi 30 años por una misma escalera hasta que un día, por un evento inesperado, en ese mismo lugar se produce un hallazgo sorprendente? Eso es lo que le ocurrió al doctor Oscar Florencio Gallego, según él mismo contó, al revelar la presencia de fósiles en los materiales utilizados en la construcción original del edificio del Rectorado de la Universidad Nacional del Nordeste. Una noticia que también alienta un proyecto sobre Paleontología urbana para revalorizar el casco histórico de la ciudad.
Gallego es docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (Facena), investigador y ex directivo del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) e integra la Comisión Consultiva de Ciencia y Técnica de la Universidad. Por esas actividades, sus visitas al Rectorado eran habituales, pero no fue hasta finales del año pasado que unas «manchas» en los mármoles de una de las escaleras del edificio le llamaron la atención.
En el encuentro Fósiles en el Rectorado, que se llevó adelante el miércoles 14 en el hall de la institución, el investigador contó esta anécdota y explicó que lo que le resultó llamativo de esas «manchas» eran su forma, muy similar a la de algunos materiales con los que trabajó en su actividad como paleontólogo. Les tomó fotos y cuando las analizó con más cuidado se llevó una gran sorpresa. Resultaron ser restos fósiles de invertebrados provenientes de ambientes marinos que datarían de entre 120 y 160 millones de años.
UN TESORO
A LA VISTA
Lo que Gallego destacó en su presentación fue el hecho de que estos materiales fósiles se encuentran en el material que recubren las escaleras y el descanso y son parte de la construcción original del edificio de la calle 25 de Mayo al 800 que data de 1921. «Esos fósiles llevan allí más de cien años», exclamó dando cuenta de que no habían sido descubiertos por nadie antes, pese a estar a la vista de todos.
Los trabajos para identificar las especies a las que pertenecen los fósiles, se hicieron entre el Facena y el Cecoal, además de la consulta con expertos de otras instituciones científicas. Así se pudo determinar la presencia de gasterópodos o caracoles, bivalvos o almejas, y amonites, también conocidos como moluscos cefalópodos extintos.
Gallego mencionó que los estudios le permitieron precisar que los materiales son de origen marino. Y señaló la posibilidad de que hayan estado en lo que fue el océano de Tetis, que existió hace millones de años en donde hoy están en océano Índico y el mar Mediterráneo. Se preservaron gracias a la roca caliza que impidió que se destruyeran por la presión del agua y posiblemente hayan sido extraídas de excavaciones como material de construcción que luego fue llevado a Europa y de ahí llegó a Corrientes.
IMPORTANCIA
El especialista mencionó que, si bien los materiales identificados no son nuevos para la ciencia, su antigüedad los hace muy relevantes para el estudio del campo disciplinar. Además de que estiman que podría haber muchos más distribuidos en el lugar.
A la par de eso, resaltó la importancia del hallazgo para el impulso de la Paleontología urbana en el casco histórico de la ciudad. «Queremos que esta tarea realizada en Rectorado sirva para exponer el valor del patrimonio urbano de Corrientes», precisó.
Para finalizar, destacó la importancia de la implementación de un proyecto de estas características: «Durante casi 30 años recorrí el Rectorado y nunca observé el material fósil sobre el que caminaba, cuán importante es que aprendamos a ver esto en la ciudad de Corrientes o en la región».
Una actividad que permite recorrer lugares comunes en busca de pruebas de un pasado remoto
Sobre la paleontología urbana, Gallego mencionó que están preparando un proyecto para declarar al casco urbano de la ciudad de Corrientes como área de importancia paleontológica para desarrollar esta actividad.
Según explican los especialistas Horacio Padula y Darío Lazo, en una publicación para la 7ª Semana de la Arqueología y la Paleontología, esta actividad hace referencia a los «restos fósiles de organismos y trazas de su actividad, que aparecen incluidos en rocas ornamentales que revisten las fachadas de edificios, palacios y monumentos y tapizan las veredas de paseos e inclusive se los puede encontrar en cementerios en los frentes de sepulcros, bóvedas y panteones». Es lo que ocurrió, por ejemplo, en las escaleras del edificio de Rectorado.
Se trata, como explicó Gallego, de una actividad que viene ganando interés a nivel internacional. Pero en el caso específico de la Argentina hay algunos proyectos importantes de preservación del patrimonio arquitectónico por su interés paleontológico, como ocurre Buenos Aires.
Además, el interés social que despierta esta actividad también se refleja en proyectos colectivos que están en marcha, como es el caso del Paleomapita, un mapa colaborativo de fósiles que aparecen en pisos y paredes de toda la argentina. Se actualiza regularmente con el registro voluntario de nuevos hallazgos en diferentes puntos del país.
De concretarse un proyecto local, vecinos y turistas podrán recorrer los edificios más emblemáticos con un nuevo objetivo. Porque, además de contar la historia reciente de la ciudad, también pueden tener registros de un pasado que se remonta a millones de años.