Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) visitó la ciudad de Saladas, semanas atrás, para tomar muestras de agua de la icónica laguna Soto, cuya contaminación, que ya lleva décadas, frena su puesta en valor como recurso turístico.
La inquietud de vecinos llevó a convocar a especialistas de la mencionada casa de estudios para conocer el estado del espejo de agua y definir estrategias para su recuperación.
Previas reuniones informativas y técnicas en el ámbito de la Comuna, los investigadores dieron inicio a la tarea, con el propósito de poder armar un proyecto de recuperación de la laguna hacia fin de año. Se analizará la posibilidad de implementar fitorremediación, que consiste en el empleo de plantas y sus microorganismos asociados para la mejora funcional y recuperación de suelos contaminados.
Trabajan en el proyecto, las biólogas, licenciadas Andrea Romero, Cecilia Pérez, Cecilia Yaya, y la profesora Vanesa Sosa.
Cecilia Yaya, licenciada en Ciencias Biológicas, explicó que se trabaja en conjunto con la Unne en el análisis ambiental de la laguna que consiste en realizar diagnóstico actual y seguimiento del estado ecológico del cuerpo de agua.
EL ESPEJO
DE AGUA
La Soto, es «un ecosistema acuático urbano declarado de Interés Natural y Cultural por la Comuna en 2006, que en la década del 90 sufrió un proceso de eutrofización originado por el ingreso de efluentes domiciliarios cloacales lo que ocasionó una pérdida de la calidad del agua decreciéndose el uso como balneario».
Es que la ciudad creció, surgieron barrios en las zonas aledañas y los desechos de esos vecindarios fueron a parar al espejo de agua contaminándolo.
«La laguna en cuestión es una de las más grandes de la zona y como está ubicada en el centro urbano es muy importante para todos los saladeños, porque por mucho tiempo se la utilizó como balneario», refirió la bióloga.
Tuvo una época gloriosa recordada por los abuelos de quienes hoy tienen más de 40 años, que cuentan que ingresaban a lo profundo y podían verse los pies y los peces por lo cristalina del agua, lo que en la actualidad es imposible.
Sobre el estudio, la bióloga explicó que «consiste en realizar varios muestreos estacionarios para conocer cuál es actualmente el estado de la laguna. Los muestreos ya comenzaron extraoficialmente cuando las científicas de la Unne extrajeron muestras y llevaron a analizar para obtener un muestreo de verano. Esos análisis se van a repetir en otoño, invierno, y la primavera. Y cuando cierra el cíclico obtendremos el análisis fisicoquímico y biológico del agua para saber cómo está y cómo evolucionó nuestro recurso acuático, con esta extrema sequía también que estamos atravesando».
Hace ocho años atrás, en 2014, se hicieron los últimos análisis en virtud de un convenio que hizo la gestión municipal de entonces con el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal).
«Se espera que la Unne apruebe el proyecto de investigación para sociabilizarlo en el mes de abril, para dar a conocer a la comunidad saladeña el objetivo. La Universidad, como ente reguladora científica, lo que quiere es acercarse y colaborar con el Municipio y se pueda trabajar en conjunto con instituciones educativas, docentes de la localidad que influyan en el cuidado y mejoramiento de la laguna», agregó Yaya.
El diagnóstico se tendría recién a fines de noviembre o diciembre y allí comenzaría una nueva etapa con una prueba piloto mediante fitorremediación.
La bióloga refirió también que se siguen vertiendo desechos domiciliarios al recurso.
«El Municipio también se comprometió a realizar la conexión cloacal a los domicilios periféricos que todavía no cuentan, lo que ayudará a la restauración de la laguna», indicó al respecto.
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