Cristina Kirchner encabezó ayer un multitudinario acto en la Plaza de Mayo, aprovechando el jueves de feriado para mostrar la movilización de la estructura kirchnerista. En el escenario, estuvo flanqueada por las figuras que prometen ser las futuras puntas de lanza. Wado de Pedro y Axel Kicillof, los privilegiados. Ambos presidenciables y también anotados para la Gobernación bonaerense. Además, Máximo y Sergio Massa completaron los sitiales. El gran ausente, Alberto Fernández.
Intendentes, sindicalistas y funcionarios de distintas órbitas gubernamentales dijeron «presente» y se fueron con la idea de que la Vicepresidente buscó mostrar la idea de mantenerse como la timonel política del espacio que conduce y dejar en claro dónde está concentrado el poder dentro del peronismo. Ello, con el objetivo de ordenar la estrategia electoral del Frente de Todos.
En una tarde lluviosa y frente a una Plaza de Mayo colmada, Cristina dijo lo suyo. Le sumó mayor énfasis a lo ya manifestado en las sucesivas apariciones que tuvo en las últimas semanas, cuestionando a los distintos actores de la política y del círculo rojo nacional, asegurando que ella es el pueblo. «Me odian, me proscriben, porque nunca fui de ellos. ¡Siempre seré del pueblo!», aseveró.
Todo esto se dio a un mes del cierre de listas para las Paso. Por lo que se observó que Fernández de Kirchner está decidida a comandar las definiciones de la alianza que gobierna. En el escenario estuvieron ministros del Gabinete nacional que en los últimos años tuvieron su terminal política en Alberto Fernández, pero que saben que el ordenamiento del peronismo quedará en manos de la Vicepresidente. Si algo que saben los dirigentes peronistas es olfatear donde está el poder real y en qué momento hay que moverse hacía allí.
Arriba del escenario estuvieron también dos mujeres del círculo chico de Alberto Fernández: la portavoz, Gabriela Cerruti, y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. También el intendente -en uso de licencia- de Navarro y ministro de Hábitat, Santiago Maggiotti, que históricamente se mueve junto a los intendentes del conurbano. Nombres propios que no suelen estar en los actos kirchneristas.
En la primera fila de las escalinatas se hizo presente el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, uno de los pocos dirigentes que integró la mesa chica de Fernández cada vez que el Presidente tuvo que tomar determinaciones trascendentes y delicadas. De estrecho vínculo con Massa, Olmos apareció en escena en un lugar de trascendencia simbólica dentro del acto. Al día de hoy sigue siendo el principal puente entre la Casa Rosada y la cúpula del kirchnerismo.
El jefe de Gabinete, Agustín Rossi, estuvo en la Plaza de Mayo, con integrantes de la Corriente Nacional de la Militancia que viajaron a Buenos Aires desde Rosario y Santa Fe. No subió al escenario, pero estuvo en el radar. En las escalinatas también estuvieron los ministros Jorge Taina (Defensa), Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología) y Tristán Bauer (Cultura), del kirchnerismo histórico.
Del círculo más pequeño del Presidente sólo hubo dos que no estuvieron en el acto: el canciller, Santiago Cafiero, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. Tampoco estuvo el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.
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