Un grupo autoconvocado de argentinos y chilenos realizó el viernes una manifestación a bordo de kayaks en el canal de Beagle, para apoyar la aprobación de un proyecto de ley argentino que prohíbe la salmonicultura en Tierra del Fuego y para pedir el fin de la industria salmonera en los canales, fiordos y ecosistemas frágiles del territorio chileno.
El correntino Roberto Gómez Coll llegó hasta el fin del mundo para participar de la campaña que fue organizada por el programa marítimo de Rewilding Argentina Sin Azul No Hay Verde y Greenpeace.
“Fui el correntino que estuvo acompañando este reclamo, con la intención de concientizar y buscando que se termine de aprobar el proyecto de ley que está en marcha, que preserva el canal de Beagle y toda esta zona de la introducción de salmoneras”, comentó Gómez Coll en dialogo con EL LIBERTADOR.
Según los especialistas, las salmoneras no sólo amenazan la biodiversidad en la región sino también afectan de manera directa a la salud de los habitantes y al desarrollo económico. Tierra del Fuego es la única provincia argentina que tiene en la mira a la industria salmonera para su instalación. Por ende, de aprobarse el proyecto de ley, se convertiría en el primer lugar en el mundo que se logra prohibir la instalación de los representantes de esa actividad.
El problema se remonta a 2018, cuando el Gobierno argentino y Tierra del Fuego firmaron un acuerdo con Noruega para el desarrollo de la salmonicultura en el lado argentino de las aguas del canal.
“Yo me enteré de esta situación a partir de la gente de Rewilding Argentina, que es la fundación que está trabajando mucho en nuestro Iberá. Están desarrollando y cuidando el medioambiente y reintroduciendo especies en lugares que han sido golpeados. En este caso sería al revés, porque el pedido es porque algo que está virgen, como el canal de Beagle, con sus aguas prístinas, dejaría de estarlo si se instalaran las salmoneras y se perderían muchísimas especies y la biodiversidad sería tremendamente afectada”, explicó el correntino.
Sobre su participación en un lugar tan alejado de su Corrientes natal, comentó: “Tengo un corazón conservacionista, así que vine a kayaquear y a poner mi granito de arena desde Corrientes hasta el fin de mundo, en Usuahia, así como lo estamos haciendo en el Iberá. La intención es que nos sumemos, aunque seamos de otros lugares, al reclamo y no permitamos que se produzca esto y se destruya un ecosistema natural y virgen como hay en pocos lugares del mundo”.
“Aquí también hay todo un trabajo para buscar preservar la Punta Mitre, que es la puntita de nuestra isla de Tierra del Fuego. Colaboramos con la gente de Sin Azul no hay Verde, porque la vida se inició en el mar y tenemos que preservarla. A veces, los que estamos arriba, en la tierra, no nos damos cuenta de lo importante de preservar nuestros mares y muchas veces lo que hacemos arriba, en la tierra, contamina y daña a nuestros mares”, planteó.
Por último, relató: “Fue una jornada espectacular, con un día maravilloso que nos tocó. kayaqueamos unos ocho kilómetros hacia el canal, en el límite con Chile. Del lado chileno hicieron lo mismo y nos juntamos en el límite para desplegar la bandera de “no a las salmoneras”, buscando apoyar al proyecto de ley que impediría que se instalen estas industrias que destruyen la biodiversidad, el medioambiente y que tampoco es que generan muchos puestos de trabajo. Una salmonera ocupa más o menos el tamaño de una cancha de futbol y termina destruyendo la fauna y la flora”.