Victoria Zaracho, una de las nuevas voces del mundo chamamecero, se presentará mañana por primera vez, en la 32ª Fiesta Nacional del Chamamé. EL LIBERTADOR habló con ella para conocer su historia y conocer cómo vive esta gran oportunidad.
Su pasión por la música comenzó durante su infancia, porque en su casa convivían diversos géneros. Como las canciones de Mario Bofill, además de otros artistas chamameceros, y el rock nacional que escuchaba su hermano mayor. «Él iba al Instituto Superior de Música, y cuando llegaba a casa se ponía a ensayar. Ahí aprendí las primeras canciones», recordó Victoria.
Una vez que aprendió las letras, no dejó de cantar más. Se volvió parte de ella, «le agarré el gusto, porque lo hacía más o menos todos los días», precisó. Una de sus anécdotas más significativas y que recuerda con gran claridad, son los viajes con su familia en auto y «como no teníamos radio yo le cantaba a mi papá para que no se duerma», relató.
Su talento empezó a trascender la esfera familiar y llegó hacia otros ámbitos. Por ejemplo, comenzó a participar del coro de su escuela, la Santa Teresita.
Si bien, su familia jugó un rol importante de acompañamiento en su etapa de formación musical. Destacó la figura de su padre, ayudándole a buscar profesores que la guíen, como es el caso de Emilio Aguilera y Sergio Casco, entre otros.
Lo que marcó una nueva etapa para ella, donde ya no se trataba de un simple deseo, sino de empezar a formarse para iniciar una carrera profesional.
A los 14 años, aproximadamente, emprendió el camino que hoy la trae a una de las experiencias más importantes, con la que sueña todo artista, participar del Festival Nacional del Chamamé.
TRANSPARENCIA
Victoria no tiene miedo de aclarar que el chamamé no fue algo que siempre la apasionó. Por más que tenía un lugar importante en su casa, se sentía más cómoda con otros géneros, como el rock, el pop y la cumbia. «Mi amor surgió porque todos los años íbamos a la fiesta mayor con mi familia. Al principio no me gustó, pero después empecé a escucharlo en otros lados también. Aprendí las canciones y empecé a cantar», contó.
En su vida, antes del chamamé llegó el folclore, lo que también la alentó a estudiar un profesorado en Danzas Nativas en el Instituto de Música. Además, de integrar el Ballet Agua de Lluvia.
Ella atribuye ese gran cambio a una etapa de maduración, «lo veía como un capricho, pero cuando fui creciendo realmente comencé a escuchar, y me gustó el folclore. Al punto que hoy soy bailarina», agregó. Forma parte de un grupo de danza desde hace cinco años, de esta manera, expresa su pasión de distintas maneras: cantando y bailando.
Mercedes Sosa y Teresa Parodi son sus principales referentes y sus letras son las que la alentaron a «unirse a este hermoso mundo», detalló. Y destacó que no se trata sólo de adminiración, sino de la fuerza que transmiten y lo que pueden aportar a la juventud. Por otro lado, también sirven de guía sobre cómo manejarse en el ambiente artístico.
«El mundo de la música no es fácil, no es que simplemente entras y empezás a cantar. Va mucho más allá de la plata, o de las presentaciones. Es una manera de expresar lo que a cada uno de nosotros nos pasa. Ellas cuentan en sus canciones, historias que podés sentir y con las que podés identificarte. Más allá del estilo, todas tienen un mensaje, y me parece que el que ellas dan es muy lindo y emotivo.»
EN EL MENSAJE
La joven de 19 años también está adentrándose en el mundo de la composición. «Escribo mucho, pero todavía no les puse una melodía. Ese es mi próximo objetivo», adelantó.
Al ser consultado sobre qué la diferencia de otros artistas del ambiente, y qué busca transmitir, especificó que su mensaje está dirigido hacia los jóvenes.
Porque señaló que las grandes canciones reflejan las historias de personas que vivieron mucho, pero otro tipo de experiencias. Y aunque puede cautivar, considera que es necesario hablar sobre las vivencias actuales, los problemas y situaciones que atraviesan e interpelan actualmente.
Y por último, aclaró que no se trata de hacer un nuevo chamamé, sólo de traer las experiencias del momento y poder ver si eso contribuye con el proceso de reconocer las raíces. Y para eso reflexionó mucho sobre su propia historia y cómo fue que se apropió del género litoraleño.
Y REENCUENTRO
Aunque Victoría se subirá mañana al emblemático escenario Osvaldo Sosa Cordero, no es la primera vez que lo pisa. Más bien es una cuestión de sentimientos reencontrados. Allá por el 2019 debutó por primera vez al ser invitada especial del maestro Bario Bofill. A su lado cantó la reconocida canción «Yo que te quiero tanto».
La estudiante de Artes Combinadas reconoció que si bien cumplió el sueño que tenía y fue una gran experiencia. También le trajo grandes aprendizajes, porque fue algo abrumador. Ya que sintió que no había dado lo mejor de sí. Después de mucho trabajo interior y del apoyo de su familia, vuelve con más fuerza para conquistar.
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