La catástrofe ígnea que registra Corrientes afecta a diversas actividades de la vida ambiental, económica, social y productiva como nunca antes, tal el caso del sector cooperativista y la potencial emigración de trabajadores rurales como se informó en la edición del miércoles y de ayer en esta misma página, a lo que se suma la amenaza de incursión de ganado doméstico a áreas de reservas de la vida silvestre en los esteros del Iberá, advirtieron ahora.
Los ambientes y vida silvestre de Iberá sufren los efectos de la sequía desde hace más de dos años. Esto, junto a las altas temperaturas, creó las condiciones propicias para que los incendios que azotan los esteros desde hace más de un mes y medio se vuelvan catastróficos, informó la Fundación Rewilding Argentina (ex CLT).
A las tres problemáticas de sequía, calor y fuego, se suma una nueva amenaza: la invasión de ganado doméstico a los últimos refugios para la vida silvestre, protegidos por el Parque Iberá pero que quedaron expuestos por la ausencia de alambrados perimetrales que se quemaron.
La ganadería no es una actividad permitida en los parques, ya sean provinciales o nacionales. El ganado doméstico en el Iberá comprende mayormente vacas y búfalos, ajenos a este ecosistema. Compiten y desplazan a los herbívoros nativos, con la consecuente disminución de los depredadores, y modifican profundamente los ambientes naturales provocando la desaparición de algunos tipos de vegetación.
URGENCIA DE
ALAMBRADOS
«Por estas razones, hoy es de vital importancia reconstruir los alambrados y evitar el ingreso del ganado doméstico a un ecosistema resiliente, pero débil», alerta la Fundación, que agrega que «esto supone un enorme desafío: ¿De dónde obtendremos la madera para reconstruir cientos de metros de alambrados perimetrales sin impactar los bosques nativos de Argentina? Debemos ser creativos y pensar nuevas formas de alambrar, utilizando materiales reciclados e ignífugos, como los tubbings».
«Este es uno de varios impactos indirectos de los incendios que deberán ser atendidos urgentemente para encaminarnos en la restauración del Iberá que yace por delante», puntualizaron, humedal al que el Gobierno de la Provincia le asignó trascendencia con la implementación del programa Renacer Iberá, de lo que también se informó el jueves último.
El fuego sigue en el Noroeste provincial y se vigila donde se lo controló
Cuando el sábado al atardecer una multitud en Santo Tomé despidió a los bomberos de Buenos Aires que tras la misión cumplida regresaron a sus lugares, en la zona de Itatí, entre otras del Noroeste provincial, el combate de focos ígneos era intenso, mientras en Colonia Carlos Pellegrini, donde entre el jueves y viernes llovió 90 milímetros, la vigilancia se mantiene activa con el pedido de no relajarse en ningún lugar hasta que las condiciones no se controlen definitivamente.
El subdirector de Defensa Civil de la Provincia, Bruno Lovinson señaló en la mañana de ayer que cerca del 80 por ciento de los incendios están controlados en la provincia, como en el Centro y Noreste e informó que actualmente el combate se centra especialmente en el Noroeste provincial, donde no llovió, enmarcado «en un cuadrante que va desde el área Capital hasta Caá Catí y desde la Ruta Nacional 118 hasta la Ruta Nacional 12».
Respecto al caso de Itatí, en el paraje San Benito, se pudo «enfriar», dijo el funcionario, integrante además de los Bomberos de Paso de la Patria, aunque indicó que este domingo se monitoreaba otro foco en cercanías de Ensenada Grande y Ramada Paso, todos lugares de mucha dificultad para actuar al ser de cañadas y bañados. Comentó que algunas dotaciones de bomberos que llegaron de otras provincias ya se desmovilizaron, como la de la provincia de Buenos Aires en Santo Tomé y siguen otras aún.
«Llevamos dos meses de incendios intensos, la situación sigue siendo muy complicada, muy comprometedora», remarcó en coincidencia con las declaraciones radiales de uno de los guardaparques del Iberá, Humberto Daniel Rodríguez, quien se refirió al sector de Colonia Carlos Pellegrini y destacó la necesidad de «no relajarse» aunque el agua caída aplacó las llamas, ya que «pueden reaviviarse porque la precipitación sólo alcanzó hasta el momento a producir humedad en el suelo» y la esperanza está cifrada en muchas más precipitaciones que sean copiosas.
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