Por el Padre Horacio Da Silva*
Aasesor de Medios de Comunicación del Arzobispado.
Hermanos:
«No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Ésta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede -afirma el Señor-» (Isaías: 54-17).
Corrientes, tierra bendita, siempre aferrada a Cristo Jesús Eucaristía ha vivido una jornada «épica e histórica, en el encuentro de los intercesores de los hombres ante el Señor Altísimo.
El sábado 24, el Taragüí se cubrió del Manto sagrado y protector de la Patrona de la ciudad y del Departamento que lleva su mismo nombre: «Vuestra excelencia la Virgen de la Merced».
La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una advocación mariana venerada por los católicos de la Bienaventurada Virgen María. Es equivalente también el nombre de Virgen de la Misericordia.
La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con el escudo mercedario en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro pequeño en la mano que ofrece a los fieles como auxiliadora de los cautivos.
En la Argentina, principalmente la veneración a esta advocación de la Virgen María tiene siglos de historia y, en épocas del nacimiento de la Patria, llegó a su punto culminante cuando Manuel Belgrano encomendó la suerte de sus tropas a la protección de la imagen mariana. Ese día, el día de la Batalla de Tucumán, la Nación dio un enorme paso hacia su independencia definitiva. Conocer, por ejemplo, esta fiesta y vivir la emoción y la fe del pueblo tucumano es una experiencia única.
Este capítulo marcó a fuego el futuro de la Patria, porque se pudo defender la frontera Norte de la futura Argentina gracias a la valentía de este pueblo bravo y orgulloso. Manuel Belgrano, agradecido, ofrendó a la Virgen de la Merced su bastón de mando y la nombró Generala del Ejército del Norte, como cerrando un círculo bajo el milagro de la fe. Esta escena histórica se produjo en la misma procesión de ese día, cuando el General hizo bajar a tierra las andas donde llevaban la imagen para realizar este acto de agradecimiento.
«Merced» significa misericordia, dádiva, gracia y también perdón, es por ello que el nombre de esta advocación alude a la misericordia de Dios con sus hijos, que dejó en la persona de la Virgen María una auténtica madre, un canal de gracia y una cabal intercesora. Los mercedarios, aparte de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto, en el que se comprometían a dedicar su vida a liberar esclavos, y, si fuese necesario, quedarse en lugar de algún cautivo en peligro de perder la fe, o por el que no hubiera dinero suficiente para lograr su liberación. Muchos de ellos entregaron la vida, acogiéndose a la «Merced» de Nuestra Madre. (Relato histórico religioso).
Después de haber desasnado y teniendo en claro la representación de Vuestra Merced, sin lugar a dudas que hoy sigue siendo «La gran Generala del Ejército».
Después de más de 200 años de historia en relación con la búsqueda de la propia y anhelada Patria argentina, se deben liberar otras batallas, donde el terreno es totalmente diferente y otros son los soldados. Batallas que día con día lleva a luchar con acciones cotidianas de la sociedad, el Estado y la familia.
Batallar con una sociedad sin un Norte donde los habitantes y ciudadanos no tienen espacios, donde en su propio suelo se sienten extraños, con un Estado ambivalente en la toma de decisiones y oportunidades, con una familia en su mayoría desmembrada.
El Planeta Tierra todo, y nuestro país, enfrentó una de las mayores batallas humanas y de vida en estos dos últimos años. Una pandemia que se las llevó y azotó los corazones, sacando las peores miserias humanas.
Pero ahí estaba la Gran Generala, Su Merced, quien en esta ocasión, eligió el mejor de los ejércitos, el sistema de salud. Médicos y enfermeros que lucharon con otras armas y las mejores de todas, la vocación, la entrega, la caridad y la misericordia al prójimo.
Éstos son enfrentamientos absolutamente inconmensurables, donde el creyente rememora la ira del Señor y demostrando que matar y terminar con la vida de un inocente como viles «Herodes», no era la solución. Ella marcó el camino y las estrategias para los terrenales.
En su día para venerarle, acudió a su encuentro «el Santo patrono San Roque de Montpellier». Quien más que él, con María de la Merced para esta afrenta; quién por ser abogado de pestes y males. Sufrió el peor de ellos, el abandono, el destierro y el desprecio como humano y persona, alejándose por una dolencia contagiosa; pero sin abandonar su fe.
¿Cuántos hermanos perdieron la batalla de la vida?
¿Cuántos fueron despreciados?
¿Cuántos no encontraron una palabra de aliento para seguir?
¿Cuántos fueron criticados por dar mucho?
Ambos desde su lugar y sus atributos de santidad, fueron batalladores ante la injusticia por sobre todas las cosas.
La invitación es poner la mano en el corazón y conocer un poco más, y se verá que el pasado no es tan lejano; y aferrarse en oración, para sobreponerse a las situaciones análogas en características, aunque en diferentes contextos.
La feligresía Católica correntina, ofreció un momento de reflexión y un punto de conexión entre la Generala y el Gran Soldado Protector, en la superlativa y sublime batalla: «La valoración de la vida y la fe».
Tú cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra sostienes; tu bondad os ha hecho prosperar. Has despejado el camino, así que los tobillos no flaquean (Salmo: 18-35-36).
Es palabra de Dios.
* Párroco de la localidad
de San Roque.
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