Corría octubre del año 1902 y en Corrientes, un acto de heroísmo copó la opinión pública. Es que el protagonista fue nada más y nada menos que un niño de tan solo 11 años, que ya a su corta edad formaba parte de un destacamento de la Capital y sin dudar, arriesgó su vida para salvar a un compañero mucho mayor. Su valor llegó a conocerse en gran parte del país gracias a una publicación del semanario Caras y Caretas. Era el soldado Santiago Quintana y todo un regimiento desfiló para él.
La crónica del hecho que coronó al «soldadito» se publicó el 25 de octubre de ese año en el semanario de llegada nacional. Lo titularon Heroísmo de un soldado de 11 años, y fue acompañado de una fotografía del pequeño héroe y el compañero al que salvó, el sargento Emilio Regis.
La historia se reseña así: «El 11 del corriente fue entregada al soldado voluntario Quintana una medalla de oro como recompensa por el mérito a que se hizo acreedor salvando de una muerte segura al sargento Regis, del 2ª de Infantería destacado en Corrientes».
¿Qué hizo el niño? Fue, según la noticia, el único que no dudó en arrojarse a las aguas del Paraná para evitar que su compañero y superior se ahogara. «El sargento Regis se bañaba en el río y hubo de perecer ahogado en presencia de varios compañeros, que desde la orilla presenciaban la lucha desesperada que aquel sostenía en medio de las aguas, hasta que Quintana, niño de 11 años, se arrojó tras el Sargento y lo salvó, no sin peligro de su vida también», remarcó el cronista del semanario.
El relato periodístico menciona que el valiente accionar del niño casi le costó la vida a él también. Aunque, luego agregan: «Por fortuna, el éxito coronó el generoso esfuerzo».
ORGULLO
Fue gracias a su valor que el Comandante del cuerpo organizó una ceremonia solo para niño correntino: «Hizo desfilar en honor a Quintana a todo el regimiento obteniéndose por su iniciativa y por suscripción pública la medalla de oro que le fue solemnemente colocada en el pecho».
La nota en el semanario se deshacía en elogios para el niño correntino que salvó de morir a su superior: «Rasgos de valor y de noble audacia como el del pequeño soldado del regimiento 2ª merecen darse a la publicidad para estímulo de los sufridos militares criollos, de los cuales es un digno ejemplar este valiente muchacho».
Finalmente, se hacía mención al entusiasmo popular que despertó la valentía del niño, incluso para los más altos miembros del cuerpo. «Y el núcleo del pueblo que presenciaba el espectáculo aclamó con entusiasmo, batiendo palmas, mientras Quintana derramaba lágrimas», completa el escrito.
Poco se sabe de qué fue de la vida del pequeño héroe. Tras ese breve momento de gloria no hay otro registro sobre cuál fue su destino. Lo cierto es que, sin saberlo y gracias a su innegable valor, el soldadito correntino pasó a ser parte de la historia como el niño valiente que arriesgó su vida para salvar a alguien más.
UNA MIRADA ESPECIAL. Retratos como el del soldadito correntino se conocieron y llegaron hasta el famoso semanario nacional gracias a la lente del fotógrafo francés radicado en Corrientes, Alberto Ingimbert. Además de rostros, también capturó imágenes que hasta hoy sirven de testimonio visual sobre cómo era la ciudad a principios del siglo. A él se le debe, por ejemplo, esta vista del antiguo cabildo de la Capital.