En la celebración del Domingo de Ramos, el obispo de la Diócesis con sede en la ciudad de Goya, Adolfo Ramón Canecín animó a los fieles a «ser protagonistas para que no sea una Semana Santa más», por lo que al destacar la iniciativa de Dios y la entrega de la vida de Jesús instó a corresponderla con la imitación de cada uno de los que son bautizados.
Una gran concurrencia participó de la bendición de los ramos que el Obispo presidió en la cuasiparroquia San Pantaleón de esta ciudad y luego se realizó una marcha hasta la comunidad de San Francisco, donde se celebro la Misa.
En la jornada en la cual se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, en su homilía monseñor Canecín dejó un mensaje de ánimo a los fieles, invitándolos a pedir «la gracia de la humildad», sin dejar de reiterar el texto del Evangelio del día, al afirmar que «esta cultura nuestra quiere acallar la fe y si la callan hablarán las piedras», enfatizó. «Nosotros no queremos callar, nosotros queremos aclamar, gritar, actualizar esta expresión: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!», por eso, los ramos «son expresión de esta aclamación», dijo al iniciar su predicación.
«Hermanos, me llamó fuertemente la atención este año, en el Evangelio, que en el dos veces se repite de parte de Jesús la expresión: ‘Él lo necesita’, y se refiere al burrito que estaba atado», comentó recordando el ingreso de Jesús en un «humilde burrito», mientras la gente esperaba con solemnidad la Pascua.
Al plantear porqué quiso necesitar de ese burrito, describió que «anda despacio -el que quiere andar rápido en la vida va solo, el que quiere ir lejos camina con otros-«, acotó para considerar que «por eso el tranco del burrito, que va despacio; y este es el Camino Sinodal. ¿Será por eso que el Señor eligió este animalito?», se preguntó en referencia al Sínodo que convocó el Papa y se prepara en las diócesis del mundo y concluirán en octubre de 2023 en el Vaticano y apunta a un estilo de vida de los bautizados en la Iglesia.
«Contemplemos las características que tiene, una de ellas es la humildad, se presenta humilde, pequeño, pobre, sin embargo el Señor lo eligió porque el burrito es signo de mansedumbre», sostuvo y definió que «el Señor supo valerse de este animalito para entrar montado en Jerusalén», por eso «hoy el Señor quiere valerse de cada uno de nosotros. Valerse de la mansedumbre, humildad y pobreza para entrar en tu casa; de tu pequeñez», remarcó.
«Qué lindo que en esta Semana Santa, en oración, mirando la Cruz, digamos Señor yo te ofrezco mi pequeñez, te ofrezco mi pobreza, te ofrezco mi humildad», exclamó y alentó a «abrirse al don del Espíritu que nos da la gracia de la humildad, y rezar: Señor, vos necesitás de mí para entrar en mi ambiente laboral, en mi escuela, en mi vecindario o en mi familia». Advirtió en cambio que «si yo me muestro soberbio, orgulloso, engreído, arremetedor, resultará que el Señor así no me necesitará».
«Vivamos esta Semana Santa con una actitud de profunda oración, ofreciendo nuestros corazones y pidiendo al Señor la gracia de tener las características de la cual vos necesitás. Que el Señor nos de la capacidad de caminar juntos, unos con otros», apuntó, reiterando su exhortación a la Sinodalidad en las comunidades y a ser «protagonistas» para que signifique «un verdadero paso de mi vida en la Pascua del Señor».
En la homilía, el Pastor diocesano impulsó a «vivir todo lo previsto y todo lo que se nos ofrece en esta Semana Santa»; a ser «creativos para vivir desde el fondo del corazón, con todo el espíritu y con toda el alma, vivir con toda pasión y con entusiasmo. Procuremos contagiar a los demás», pidió.
Al reflexionar puntualmente sobre la «iniciativa» de Dios que se transforma en un ejemplo, pidió la capacidad de «responder» a esa iniciativa y ser capaces «imitar».
Al recordar un pasaje de las Sagradas Escrituras, sobre que «el Reino de Dios se acercó, conviértanse», explicó que «la conversión es respuesta y la iniciativa es que Dios se acerca» y el «hacer nosotros lo mismo, es la imitación». Y profundizó: «La respuesta depende de la correspondencia a la iniciativa de Dios», de la «hondura y profundidad de la experiencia».
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