Por Ma. José Alcaraz Meza
Foto de portada: Walter Prado
El Iberá arde, y a pesar de los esfuerzos humanos en la recuperación y conservación de especies, el trabajo de años se reduce a cenizas. Se encuentran solos y de cara a las llamas, víctimas de la catástrofe. EL LIBERTADOR indagó sobre el impacto que tienen los incendios en los ambientes naturales, especialmente la fauna.
La bióloga Mariana Raño, técnica profesional de la Dirección Regional NEA de la Administración de Parques Nacionales (APN), comentó a este medio los resultados parciales que se obtuvieron del relevamiento de la fauna afectada, particularmente, animales vertebrados en el Parque Nacional de Iberá, durante el verano 2021-2022.
El trabajo fue llevado a cabo por un equipo más de 30 personas, conformado por la delegación regional NEA de la Administración de Parques Nacionales y la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, de manera conjunta con investigadores y técnicos de varios institutos del Conicet (IBS, Cecoal, Icbia, Inali).
EN TERRENO
«Para el recuento de los animales muertos y las estimaciones de los individuos afectados utilizamos el método de muestreo por transecta lineal a pie, donde se fue registrando cada carcaza encontrada y posteriormente se realizó la identificación de cada animal a nivel de especie», explicó Raño.
«Los resultados nos permiten concluir que los mamíferos de mayor porte registrados fueron los carpinchos; los de mediano porte, los armadillos; y los de menor porte, los roedores. El grupo más afectado por los incendios fueron los reptiles y anfibios, debido a la dificultad para escapar rápidamente de este tipo de eventos debido a sus posibilidades de desplazamiento», detalló.
ALTERACIONES EN EL CICLO VITAL
«El impacto o las consecuencias a nivel poblacional y/o reproductivo no se ven inmediatamente después de que pasa al fuego. En los distintos grupos de fauna, las consecuencias de estos eventos se reflejan a lo largo del tiempo«, explicó.
Para ejemplificar, se refirió a las aves de pastizal. «Hay varias especies de aves que se encuentran en categoría de amenaza a nivel poblacional y ante estos eventos de incendios, se ven obligadas a desplazarse a otras áreas, y recién vuelven cuando las condiciones mejoran», contó.
«Evaluar el impacto de los incendios sobre la fauna lleva tiempo, no es algo que se pueda medir inmediatamente, la información que se puede registrar de manera más inmediata es el número de animales muertos debido a los incendios y es lo que hicimos», precisó.
También habló de los yacarés, protagonistas de muchas noticias que circularon en estos meses estivales sobre su búsqueda desesperada de agua que los lleva a permanecer en el barro de lagunas casi secas o desplazarse a urbanizaciones.
«Este año, un biólogo con beca cofinanciada de Conicet-APN, Gerardo Vega comenzó su proyecto para evaluar el impacto de los incendios en las poblaciones de yacarés del Parque Nacional Iberá. Me estuvo comentando algunas observaciones que hizo en el marco de su proyecto y pudo notar que la mayoría de los individuos de yacaré se encuentran desnutridos por la falta de agua y recursos alimenticios, además, están demorando en armar los nidos para reproducirse«, comentó.
«Es probable que las condiciones ambientales no sean lo suficientemente prósperas aún para que puedan invertir en nuevas generaciones», señaló al respecto. Estas observaciones están basadas en datos crudos, aún sin analizar, y se relevaron en campo en el marco de la beca asignada a este investigador.
Asimismo, desde la APN se está llevando a cabo un relevamiento para evaluar la severidad de los incendios enfocada en la vegetación, y la evaluación de cómo se están recuperando estos ambientes para entender si hace falta intervenir con una restauración activa o no. Vale destacar que también «hubo daños sobre estructuras de uso público de los Parques como, por ejemplo, pasarelas completamente arrasadas por el fuego o alambrados que delimitan el área protegida«, agregó Raño.
EN COMBATE
La bióloga destacó que los incendios del año pasado les permitieron afrontar con mayor experiencia los de este verano, donde se brindó una mayor cantidad de equipamiento a las áreas protegidas y a la Dirección de Lucha contra Incendios Forestales y Emergencias (Dlife), incluyendo drones para detectar focos de manera temprana y preventiva, también se realizaron capacitaciones a los brigadistas para poder combatir el fuego de manera oportuna y efectiva.
Durante este verano, se repitieron eventos de incendios dentro del área protegida, tanto en zonas donde el fuego arrasó el año pasado como en otras donde no había llegado. «La frecuencia e intensidad con la que se están produciendo los incendios, sumado al fenómeno de la sequía que desde hace tres años afecta al Iberá, producto del cambio climático, demoran la restauración natural del hábitat, así como también la recuperación de la fauna asociada«, concluyó.
RESERVA SAN CAYETANO, LA ENSEÑANZA DE SUS CENIZAS
El geógrafo Ignacio Contreras habló con EL LIBERTADOR sobre la evaluación que se realiza de los impactos generados por incendios y sequías extremas ocurridos desde mediados de 2018 en el Parque Provincial San Cayetano.
«Venimos trabajando, tomando datos y generando información, desde el 2020. Nosotros habíamos hecho un trabajo sobre distribución de incendios que había en las zonas periurbanas de Corrientes, y consideramos extender hasta la Reserva San Cayetano, que tuvo una pérdida muy grande, prácticamente toda la superficie de ese parque se quemó. También hacia Santa Ana y Paso de la Patria», comentó el investigador.
«Lo que estamos viendo que se repite es esta política cultural del fuego, que es quemar antes de una lluvia o potencial lluvia, porque al quemar los pastizales estamos propiciando una renovación de los mismos», explicó, a lo que agregó que «es muy común que tenemos anuncio de tormenta, se forma una nube y no llueve. Entonces se quema el campo y las cosas se van de las manos. Y encima tenemos estas tormentas sin lluvia, donde hay ráfagas de fuego que avivan el fuego».
«En la Reserva San Cayetano, hacemos un relevamiento de las áreas quemadas, para saber cómo fue la severidad de incendios, y por otro lado, también trabajamos con qué frecuencia se inundaba o se inunda la reserva», agregó.
«Es una zona muy vulnerable, cuando llueve se puede inundar, y cuando no llueve, se seca y se puede incendiar. La idea es realizar monitoreos que ayuden a la gestión de esa reserva», concluyó Contreras.
Fotos: Guardaparque Adriana Vallejos (Archivo de Argentina Forestal)
FAUNA QUEMADA
Recientemente, conmocionaron las imágenes que se difundieron a través de redes sociales de un ciervo que pudo ser rescatado por brigadistas y bomberos voluntarios de San Miguel, con quemaduras graves y que se desplazaba con sus huesos, según detalló el ambientalista Luis Martínez en sus redes sociales el pasado miércoles 22.
«Las heridas que le ocasionó el fuego eran tan graves que lo terminó quitando toda su fuerza. Los incendios están perjudicando a la fauna silvestre y su ambiente natural. En cada incendio estamos perdiendo más ejemplares», reflexionó.
«El esfuerzo que hicieron los bomberos para rescatar a esta hembra de ciervo lamentablemente se volvió nulo, ya que no aguantó. ¿Quién sabe cuánto tiempo anduvo deambulando por la zona? Las imágenes son desgarradoras y un claro ejemplo del daño que están ocasionando los incendios nuevamente a la fauna silvestre. ¿Así seguiremos cuidando de nuestros monumentos naturales?«, acabó.
EVACUACIÓN
Debido a los incendios en el Parque Nacional Iberá que ya quemaron más de 35 mil hectáreas, decidieron evacuar tres osos hormigueros que pertenecen al programa de reintroducción de especies y trasladarlos al centro operativo, donde se encuentran en corrales seguros.
«Si bien el fuego recién está ingresando a la reserva, tomamos esta medida preventiva, porque cada individuo de esta especie es muy importante para el proyecto«, explicó el coordinador en Conservación, Juan Cruz Minvielle, en un video difundido a través de sus redes sociales.
«Dos se encontraban en corrales de presuelta pronto a ser liberados y la tercera es una hembra que vivía libre pero en etapa de exploración del territorio», explicaron en el comunicado oficial. «Los animales silvestres tienen capacidad para enfrentar el fuego y ponerse a resguardo. Pero los recién liberados o en proceso de serlo no conocen el terreno lo suficiente, por lo que debemos actuar«, añadieron.
También explicaron que los fuegos ocurren naturalmente en el Iberá, después de algunas tormentas eléctricas, por lo que la flora y la fauna «se encuentran adaptadas a estos fuegos esporádicos que afectan sectores acotados».
«Sin embargo, los focos de fuego son cada vez más frecuentes, producto del uso ganadero de los campos, y abarcan grandes superficies en un contexto de sequía y escasez de agua debido al cambio climático», señalaron.
«Este año, en el Parque Nacional Iberá ya se han quemado más de 35 mil hectáreas. Esto nos obliga a actuar para prevenir el daño que estos incendios, aumentados en cantidad, extensión e intensidad, provocan en el ecosistema», remarcaron.
Foto de Portada: Walter Prado.