Un grupo de antropólogos y arqueólogos argentinos consideró «inconsistente» el trabajo científico realizado por investigadores estadounidenses y publicado por la prestigiosa revista Science Advances, que sugiere la presencia de aborígenes fueguinos en las Islas Malvinas mucho antes de la llegada de los europeos.
Ese estudio realizado por la Universidad de Maine y liderado por la investigadora Kit Hamley tuvo amplia difusión pública tras su aparición en la revista, y hasta derivó en repercusiones políticas por el conflicto de soberanía sobre las islas que mantienen Argentina y el Reino Unido.
La investigación postula que individuos del pueblo Yagán, originario de la costa del Canal Beagle en la actual provincia de Tierra del Fuego, pudieron haber ocupado sectores de las Malvinas, por breves períodos, antes del arribo de expedicionarios españoles e ingleses.
Para demostrarlo, utilizaron una serie de evidencias que fueron cuestionadas por miembros del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) dependiente del Conicet y con sede en la ciudad de Ushuaia.
«Desde mi punto de vista el estudio no presenta los datos que debería, para efectuar las afirmaciones que realiza», aseguró Fernando Santiago, antropólogo y doctor en arqueología del Cadic, en diálogo con Télam.
Una de las evidencias de la investigación es el hallazgo de una gran acumulación de huesos de pinnípedos (como lobos marinos o focas) sobre la costa de la Isla Vigía, lo que fue interpretado como un sitio de alimentación de humanos entre los años 1275 a 1420.
El descubrimiento fue asociado con la aparición de una punta de flecha como las utilizadas por los yaganes, en un lugar próximo.
«Pero el trabajo no tiene en cuenta que entre 1856 y 1870 por lo menos, la misión anglicana instalada en Tierra del Fuego trasladó yaganes a las Malvinas para que aprendieran el idioma y las costumbres europeas. Entonces esos individuos mantuvieron en las islas sus mismas prácticas de caza y recolección», observó Santiago.
También mencionó que, para relacionar los fósiles con actividad humana, deberían haberse encontrado en los huesos marcas de cortes, de golpes o de haber sido quemados para su cocción, lo que no ocurrió. «Esos huesos se pueden haber depositado en el lugar de manera natural, por ejemplo, por mareas extraordinarias u otros fenómenos», señaló el especialista.
Para Francisco Zangrando, otro antropólogo y arqueólogo del Cadic, entre los huesos hallados «no hay ninguna evidencia de participación humana. No hay huellas de corte ni material social asociado. Si estamos tratando de demostrar que se trata de huesos intervenidos por personas, debería haberse encontrado algún indicio de procesamiento, ya sea marcas de herramientas o de la tecnología utilizada para esa actividad», aseveró.
Otra de las pruebas presentadas por el grupo de investigadores norteamericano es la cantidad de carbón fósil hallado en diferentes turberas de las islas, lo que también fue analizado como un indicio de presencia humana prehistórica. «El carbón también pudo haber llegado allí debido a condiciones atmosféricas (como tormentas o rayos) o bien porque las partículas volaron desde la zona continental», refutó Santiago.
Zangrando agregó que los primeros colonos asentados en las Malvinas producían quemazones para la limpieza del terreno o para la cría de cerdos. «En esos casos, el fuego pudo haber alcanzado ciertos niveles fósiles. Es decir, se pueden haber quemado restos de plantas de hace miles de años, pero por una actividad actual, no por una pasada», afirmó el experto.
Los científicos estadounidenses también postularon como evidencia la presencia en las islas de una especie de zorro ya extinguido, que por el tipo de dieta (similar a la de los humanos) podría haber sido transportada al archipiélago por los canoeros del Canal Beagle.
«Para mí es la parte más descabellada de la investigación. Hemos encontrado en el continente restos de otra especie de zorro extinguido, y a través de una comparación de ADN se ha demostrado una relación genética con el zorro de las Malvinas. Entonces este animal pudo haber cruzado a las islas cuando los niveles marinos eran menores, hace entre 16.000 y 24.000 años», argumentó Santiago. Para Zangrando, además, la dieta de los zorros malvinenses similar a la humana, se explica de una forma mucho más sencilla que por su mutualismo con las personas. «En un lugar sin más recursos terrestres, el zorro se alimentaba de lobos marinos muertos en las playas, huevos de pingüinos o cachorros de lobos marinos. Eso es mucho más sencillo de argumentar», señaló el científico.
Según Santiago, el trabajo estadounidense «mezcló datos» y «no realizó una interpretación hilvanada». «Hay muchas inconsistencias. No se presentan evidencias ni suficientes ni las necesarias para demostrar la presencia humana en Malvinas en un momento prehistórico», concluyó.
Fuente: Télam