Mañana, miércoles 9 a las 20 en la Sala José Negro del Museo de Bellas Artes Dr. Juan R. Vidal, ubicado en San Juan 634, se inaugura la Muestra Serie Fundación de Mauro Santamaría, que se enmarca en el mes de Corrientes.
La Fundación de la ciudad de Corrientes, como la mayoría de las ciudades argentinas, significó un desplazamiento de los dueños de la tierra, en este caso en particular: los guaraníes. Y todo desplazamiento, por más argumentos justificados que se barajen, no es otra cosa que un despojamiento de la historia, la cultura y manera de pensar el mundo que poseían hasta entonces esos despojados. El destierro produjo infinita literatura desde tiempos inmemoriales, sin embargo, en el presente y en gran parte del mundo siguen existiendo refugiados a causa de continuos éxodos.
Mauro Santamaría, reconocido por sus trabajos en dramaturgia, teatro y cine, en esta oportunidad se lanza a la escultura de cerámica en pequeño formato y desde ese lugar, tal vez como excusa, intenta recortar un pequeño fragmento de la tan particular fundación de la ciudad de las Siete Puntas. En las piezas expuestas en la sala José Negro, del Museo Provincial de Bellas Artes, que se inaugura este miércoles 9 de abril, y permanecerá expuesta la muestra hasta principios del mes de mayo, se puede advertir el corrimiento del artista del realismo, más bien transita el expresionismo que desnuda, no solo desde la construcción de la pieza,( trozos del esqueleto de alambre, zonas sin pintura), sino desde las expresiones faciales de los personajes que transitan el esperpento: (recurso que se caracteriza por la deformación y distorsión de las formas en las obras y el autor los utiliza para crear un efecto de crítica social y política de la época en la cual está inserto el personaje o la historia en cuestión) que habilita al creador que se advierta, adrede, las hechuras en la pieza.
Esta técnica elegida por Santamaría para retratar el subtexto de la “fundación” admite que cada obra posea en sí misma, múltiples lecturas semicultas debajo de la superficie, de manera que cada receptor construya ese boceto de concepto en trozos pintados de cerámica. Y el artista apuesta a más en la construcción de sentido de la obra toda, no se limita solamente a la arcilla, sino que incluye en algunas de ellas, además de semillas de maíz y zapallo, a la vegetación “viva”, (al natural) otorgando una atmosfera de naturaleza salvaje, y a la vez necesaria para la sobrevivencia de los seres humanos en el planeta Tierra, como representación del cuidado de la ecología que profesaban los guaraníes con aquello de: “pedir permiso al agua para beber y pedir permiso al árbol para utilizar su leña”.