Por el padre Horacio Da Silva*
Asesor de Medios de Comunicación del Arzobispado.
Hermanos:
El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído, sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.
Y así está escrito: «El Espíritu del Señor Omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros».
Hoy se hace terrenal este mandato divino, con la existencia de un hombre, de un gran hombre, argentino, pero por sobre todas las cosas nuestro; correntino de ley, el general don José Francisco de San Martín.
Ser humano ampliamente racional, habitante de este suelo, buena persona y persona buena como pocas o tal vez como ninguna, padre amoroso y dedicado con la Patria a flor de piel, con el respeto al Altísimo aferrado a la Fe católica y encomendado a la Madre María en la advocación de Nuestra Señora del Carmen, como Patrona de su Ejército.
Un militar por excelencia, con una inteligencia prodigiosa y un mando de líder indiscutible; poseedor de un temple imperturbable, conocedor único de sus soldados, quienes respondían con respeto y lealtad.
En toda su empresa Libertadora, enseñó valores y demostró virtudes, ejemplo y enseñanzas a sus huestes y legado a las generaciones que hoy miramos ese pasado lleno de patriotismo con añoranzas.
Si en el presente buscamos ese ideal de hombre argentino ¿Cuántos de ustedes tienen algunos de esos valores? ¿Están dispuestos a poner alma, vida y corazón por la Patria y la sociedad? ¿Piensan en la actualidad, que los que están en un cargo de poder al servicio de la sociedad quedarán en el mañana en el bronce?
No señores, no serán ejemplo de las nuevas generaciones; porque la única hazaña es solamente la de tener un precio y llevar a más desapego por el trabajo y educación en las familias, que también es una manera de hacer Patria todos los días.
Ni siquiera se imaginen que se les recuerde como héroes y próceres dignos de la Patria en un libro de historia, sino como simples serviles inútiles de un sector que sólo busca más esclavitud y sometimiento de su pueblo.
En un pestañeo se borró todo lo que ese gran hombre hizo. No se entendió ni aprendió de él, nada.
Quedó pisoteada la reliquia que dejó como bandera en alto las palabras de San Martín: «Seamos libres, que lo demás no importa nada». Como también: «La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien»; y con contundencia expresó además: «Robar es un delito, pero arruinar el país es traicionar a la Patria».
La paz del Señor esté y permanezca en cada uno de ustedes en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
* Párroco de la localidad
de San Roque.
.