Llovía en el Museo de Artesanías Tradicionales (MAT), en la esquina de Fray José de la Quintana y Salta de la Capital correntina. El caserón de arquitectura colonial resguardaba del repentino chaparrón a turistas que recorrían las salas de exposición, un joven en plena labor de armar un cesto en el corredor con techo de tejas españolas, y a tres tejedoras con sus estudiantes en una de las cálidas estancias usadas como taller.
En la tienda del museo, el talabartero Horacio Bonassies contó a EL LIBERTADOR que lo suyo comenzó como un pasatiempo. «Siempre me gustó lo que era el trabajo en cuero y con el tiempo me acerqué al Museo. Un maestro de apellido Quiroz, de Esquina, me transmitió la técnica y me acompañó en los primeros pasos», relató.
«Como bien se dice, la artesanía es algo que se transmite a través de la técnica y fui adquiriendo varias, en distintos lugares del Interior», agregó quien desde hace 20 años se desempeña como artesano en suela y cuero crudo, para trabajos de talabartería y soguería. «La idea era enseñar también, seguir transmitiendo la técnica para que no se pierda», subrayó.
TEJER SABERES
En el Museo se dictan cursos para la transmisión de técnicas en diferentes especialidades de la artesanía tradicional correntina, así como talleres de danzas y teatro. La entrada es libre y gratuita, y el costo de las clases lo establece cada maestro.
Las tejedoras Alicia Pintos, Mirta Zorrilla y Mirta Cabral, están de lunes a viernes por las mañanas. La primera ofrece sus clases de manera gratuita al ser beneficiaria de la beca Manta, un incentivo de producción otorgado por el Ministerio de Cultura de Nación para artesanos.
Recientemente, Pintos comenzó a dar clases también en Casa Iberá, una institución que también acompaña el trabajo de artesanos y emprendedores a través de su programa Iberarte.
Entre sus ofertas actuales de actividades se encuentran los talleres de cuero y tejido, con un bono contribución a cargo del artesano, y el espacio de Infusiones literarias del Iberá, una interesante propuesta que combina la lectura alusiva a los humedales correntinos y meriendas típicas a cargo de los Cocineros del Iberá.
«Es valiosísimo e importante transmitir, enseñar. Ver que más y más personas puedan seguir y que todas las técnicas que se enseñan en el Museo no se pierdan», destacó Mirta Cabral.
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