Tras la misa de clausura de la Peregrinación Juvenil del NEA a Itatí, ante una multitud se dio a conocer el nuevo manifiesto de los jóvenes, su mirada sobre la realidad. Entre otras cosas pidieron no ser usados y que sus opiniones sean tenidas en cuenta por la Iglesia al momento de tomar decisiones.
A continuación, el texto completo del manifiesto:
“Queridísima Madre de Itatí, los jóvenes del NEA hemos peregrinado hasta tu casa para cumplir nuestra promesa de volver a encontrarnos. Sentimos un gran gozo en el corazón porque después de dos años de espera y de desconcierto podemos cobijarnos nuevamente bajo tu presencia, bajo tu preciosísimo manto.
El tiempo ha transcurrido y ha dejado muchas heridas en la sociedad y sobre todo en los jóvenes. Hoy nuestras mochilas de peregrino no solo traen lo necesario para el caminar sino también los recuerdos de muchos promeseros, familiares y amigos que ya no están; de los jóvenes que están paralizados por el miedo, las adicciones, la violencia, el abandono, la desigualdad social, la crisis económica y política, las desilusiones y desesperanza que no les permite miran al futuro con confianza. Es por eso que caminamos cargados de esperanzas trayéndolos a tu casa, porque sabemos Mamá que no hay mejor lugar que la protección de tus brazos.
Mamá María, en este periodo de preparación para el Sínodo, los jóvenes escuchamos la realidad de nuestra región pero también hicimos oír nuestra voz. Clamamos por un lugar en la Iglesia, no queremos sentirnos usados; no queremos sentirnos usados como un trámite. Queremos que nuestras opiniones sean tomadas en cuenta a la hora de tomar decisiones
Pedimos que nos acompañen en nuestro proceso de búsqueda vocacional, en nuestros aciertos y desaciertos. Queremos laicos, religiosos, sacerdotes y obispos dispuestos a caminar con nosotros a guiarnos a acompañarnos en este proceso asumiendo la responsabilidad de asesorar la Pastoral de Juventud para que podamos formarnos y sostener en el camino a los jóvenes de forma decidida, coherente y responsable.
Los jóvenes del NEA comprendemos y abrazamos naturalmente la Sinodalidad. Hoy nos manifestamos protagonistas de este tiempo, nos sentimos y asumimos el ahora de la Iglesia; vemos con esperanza y alegría este tiempo.
Queremos, con la ayuda del Espíritu Santo caminar juntos, crear puentes y encarnar las soluciones propuestas por nuestra Región. Queremos a ejemplo de Jesús crecer en compasión y comprensión. Queremos de tu mano Mamá, construir una iglesia que viva en comunión donde aceptemos nuestros defectos y virtudes, donde abracemos lo que amamos, pero además sanemos lo que nos duele. Así como vos María queremos escuchar para discernir y descubrir a nivel comunitario el plan de Dios, su voluntad, su llamado a ser discípulos y misioneros. Queremos poner nuestro talento al servicio del Pueblo de Dios con alegría.
Queremos escuchar y aprender de nuestros adultos, defendiendo y cuidando a nuestros hermanos más vulnerables. Queremos como los apóstoles comprometernos con la sociedad y la política llevando luz a los sectores más oscuros, reivindicando y luchando por los valores cristianos que nos caracterizan. Queremos dar la vida y ser felices.
Madre, muchos dirán que somos soñadores, pero de eso se trata la juventud, de soñar. Y no hablamos de sueños que nos sacan de la realidad sino que nuestros sueños están fundados en la esperanza cristiana, que nos alienta a seguir luchando, soñando…
Señor, suplicamos tu gracia para hacer realidad todo lo que anhelamos, te necesitamos para vivir en comunión, porque en ti encontramos nuestra fortaleza, porque sin ti nada podemos, porque sabemos que en tu presencia somos capaces de grandes cosas.
Por eso y mucho más hoy estamos aquí, ante tu mirada tierna, serena y comprometedora adquirimos la certeza de que en vos se hizo realidad, a ti levantamos nuestros corazones, a ti te amamos y en tu hijo Jesucristo, que es el camino, la esperanza y la vida ponemos nuestra esperanza y nuestra juventud con el anhelo de volver a encontrarnos como Iglesia Sinodal.