La derrota en el Congreso no fue un simple revés legislativo, sino la consecuencia de una «mala praxis» política que expuso la fragilidad del Gobierno. Los mandatarios provinciales, cansados de las promesas incumplidas, se unieron a la oposición para dar un golpe contundente que anticipa un debate aún más áspero en el Senado y con el Presupuesto 2026. Los protagonistas, entre ellos, Gustavo Valdés, forman parte del núcleo denominado Provincias Unidas, sector que apunta a gravitar en 2027 como tercera opción.

La votación de los vetos presidenciales en la Cámara de Diputados se convirtió en un verdadero mazazo político para el Gobierno de Javier Milei. No se trató sólo de la contundencia de los números -con 181 y 174 votos, las leyes para financiar el hospital Garrahan y las universidades se ratificaron con una holgura que superó los dos tercios necesarios-, sino de la confirmación de que la relación con los gobernadores está más fría que nunca.
Los supuestos «posibles aliados» de la Casa Rosada dieron la espalda, evidenciando que las reuniones de último momento y la transferencia de fondos de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) no fueron suficientes para convencer a una tropa de diputados cada vez más inquieta. La «mesa federal» que Francos y Caputo intentaron armar se desinfló antes de empezar.

En el Congreso, nadie oculta el malestar con la gestión de Lisandro Catalán y Martín Menem, a quienes se señala como los principales responsables de no haber logrado ni siquiera el quórum necesario.
La «mala praxis» de la que hablan en los pasillos de Diputados se hizo evidente en la falta de cintura política. El Gobierno, que había intentado una tímida aproximación a los mandatarios provinciales con ATN millonarios, no entendió que el clima social había cambiado. El «principio de revelación» de Milei, que funcionaba a base de hostigar en redes a quienes no lo apoyaban, se estrelló de frente con la sensibilidad de la salud y la educación pública.
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políticas
La derrota expuso a los gobernadores que, hasta hace poco, se mostraban cercanos con una tenue intención de negociar con La Libertad Avanza. El caso del cordobés Martín Llaryora, que lideró la reunión de Provincias Unidas la semana pasada, ubicándose como figura expectable para el armado que se viene de cara a 2027, movió a sus cuatro diputados para rechazar los vetos, celebró la «victoria de la democracia» en sus redes sociales. Un mensaje que deja claro dónde están sus prioridades.
En la misma sintonía, el correntino Gustavo Valdés, de histórica cercanía con el PRO, demostró su firmeza al bajar línea en contra de los vetos, lo que se tradujo luego en la votación de los legisladores, que acompañaron (salvo Lisandro Almirón en ambas votaciones y Tournier en una de ellas) la posición de la oposición y votaron a favor del rechazo de los vetos.
Esta acción no sólo marcó una diferencia con su habitual rol de negociador, sino que también evidenció el quiebre de la relación por la falta de recursos y el trato confrontativo de la Casa Rosada.
El mendocino Alfredo Cornejo habilitó una jugada sutil: sus diputados se ausentaron en la votación del Garrahan y votaron en contra en la de las universidades. Una señal inequívoca de que las alianzas tienen un límite y la billetera provincial pesa más. Lo mismo ocurrió con Rogelio Frigerio y Leandro Zdero, que sólo aportaron dos ausencias.
Hasta el bloque de Innovación Federal, que había jugado a favor del oficialismo en otras oportunidades, se unió al rechazo. Con los votos de los diputados que responden a Passalacqua, Sáenz y Weretilneck, la oposición dejó en claro que la falta de diálogo y la confrontación constante de la Casa Rosada no tienen cabida.
La derrota no es un dato menor. La actitud de los gobernadores es un claro anticipo de lo que vendrá.
Ahora, se debatirá el veto a los ATN en el Senado, donde el Gobierno no tiene garantizados los votos, y la semana que viene comenzará la discusión por el Presupuesto 2026.
«Negociaron tarde, fue todo a las apuradas», protestaba un referente del PRO tras la votación. Es que el Gobierno tendrá que hacer un replanteo profundo si quiere evitar futuros «mazazos». La relación no está del todo rota, pero un diputado cercano a un gobernador del Sur lo resumió con elocuencia: «Ahora tienen que aplicar las leyes, incluirlas en el Presupuesto y volver a llamar a los gobernadores después de las elecciones de octubre». El mensaje fue claro: «Tendrán que aprender a negociar».

