Tras sucesivos siniestros fatales en la Ruta Nacional 12, entre los kilómetros 940 y 1023, desde Vialidad Nacional y Corredores Viales decidieron implementar los 80 kilómetros por hora como velocidad máxima entre las Cuatro Bocas (Saladas) y Corrientes (Capital), con la colocación de la cartelería.
Al respecto, el jefe de Seguridad Vial de la Policía de Corrientes, Hernán García explicó a EL LIBERTADOR que si bien hay radares fijos a lo largo de las rutas nacionales y provinciales que cruzan Corrientes, en este tramo se utilizan radares móviles que se colocan en el momento de realizar el operativo de control y se retiran al acabar.
A este trayecto se le denominó «punto negro», término que se utiliza en el ámbito vial a un lugar altamente siniestrable, y precisó que en el control del cumplimiento de la medida vigente, «van a colaborar también Gendarmería, la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (Cnrt) y Corredores Viales».
Tal como se informó en ediciones pasadas de EL LIBERTADOR, los intendentes Raúl González (El Sombrero), Juan Acevedo (San Lorenzo), Noel Gómez (Saladas), Pablo Guastavino (Mburucuyá) y Martín Jetter (Riachuelo), en acuerdo con funcionarios provinciales, elevaron el pedido a Nación de la ejecución de obras que den una solución al problema que considere dos aspectos fundamentales: la seguridad y la fluidez del tránsito, ya que la merma de velocidad si bien es un paliativo para el primero, afecta al segundo.
Insistieron en el compromiso de legisladores provinciales y nacionales para exigir que se proyecte una prolongación de la autovía Travesía Urbana (actualmente en construcción). Por ello, sostienen, al igual que quienes conducen, que los radares y los 80 km/h deberán entenderse como algo temporario y no la solución.
PALIATIVO
Sobre este debate, García señaló que la reducción de velocidad «es un paliativo», ya que «al disminuir la velocidad, disminuyen también las posibilidades de mayor riesgo de decesos». Sin embargo, opinó que «no va a dejar de existir un siniestro porque bajemos a 80 kilómetros por hora, ni tampoco porque se mejore la infraestructura, sino a tres factores que se llama el Triángulo de la Siniestralidad».
Estos factores son el ambiental, respecto al clima y a las condiciones en la ruta; el estado del vehículo; y el humano. El segundo y el tercero con una importante vinculación en la utilización de dispositivos activos y pasivos para la prevención de siniestros. Para ejemplificar, aun si hubiera una autovía, «si una familia va en una moto, a las ocho de la noche que es oscuro, sin casco, sin luces, puede ocurrir el siniestro y pueden morir personas».
Enfatizó que la infraestructura es necesaria, como es necesaria la cultura vial. «Tenemos que entender que debemos cambiar la cultura vial. Está naturalizado que se cruce un semáforo en rojo y no nos escandalicemos, gente que no utiliza cinturón de seguridad, que dos o tres estén en una moto y digamos ‘está bien, no tienen plata’. Yo entiendo la situación económica, pero no es posible en función de su propia seguridad», expresó.
Controles en ruta
La Policía de Corrientes, como autoridad de aplicación en el ámbito vial, viene trabajando desde hace cuatro años con cinemómetros fijos y móviles para el control de velocidad, aparte de los alcoholímetros y otras actividades preventivas de siniestros.
«Debido a la alta siniestralidad que tuvimos en estos dos meses con consecuencias fatales, en el tramo que abarca desde El Sombrero hasta Empedrado, veníamos trabajando con mayor asiduidad y en articulación con la Agencia de Seguridad Vial», aseguró el jefe de Seguridad Vial, Hernán García.
«Desde Corredores Viales y Vialidad Nacional, con el estudio que realizaron, dispusieron el cambio de velocidad. Nosotros ya veníamos reforzando el trabajo con los cinemómetros para controlar las velocidades máximas que eran de 100 a 110 kilómetro por hora. Nuestro trabajo no cambia, lo que cambia es la velocidad máxima a controlar», explicó.
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