Por Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
El miércoles 6 se cumplieron 80 años de un hecho que marcó a fuego a la humanidad: el bombardeo de Hiroshima. Junto con el de Nagasaki, estas acciones bélicas son hasta hoy los únicos ataques nucleares registrados en la historia y en Corrientes, la fecha no pasa desapercibida. Con homenajes y campañas como el de Las Mil Grullas por la Paz, la Asociación Japonesa recuerda el trágico aniversario y mantiene viva la memoria y la reflexión con un llamado colectivo para el fin de las guerras. Entre todas esas acciones, hay una llevada adelante hace casi tres años, que permitió que el retoño de un árbol que sobrevivió al infierno atómico crezca cerca del Paraná.
Fue a fines de octubre del 2022 cuando una gestión entre varias instituciones permitió que el retoño de un ejemplar de ginkgo biloba cuyas semillas pertenecieron a un árbol que sobrevivió al bombardeo en 1945, fuera plantado en el patio del Museo de Ciencias Naturales Amado Bonpland, donde permanece hasta hoy. El pequeño ejemplar, que es un símbolo de paz, crece lentamente en el lugar y puede ser observado por quienes pasen por allí.
MENSAJE
En la placa que acompaña al retoño local se lee: «Ejemplar descendiente directo del árbol sobreviviente al bombardeo atómico en Hiroshima, Japón». Se trata de una acción del proyecto Semillas de Paz, coordinada por el licenciado Julio Bernal. La plantación se llevó adelante durante un acto formal en el que participaron representantes del Rotary Club Río Paraná Corrientes, del museo y de la Embajada de Japón en Argentina.
Las semillas de las que brotó el retoño que hoy está en el patio del museo a metros del Paraná, fueron recogidas del árbol en la ciudad japonesa, por voluntarios de Green Legacy Hiroshima (GLH).
La Fundación explica que su objetivo es propagar las semillas de los árboles que sobrevivieron a la bomba atómica, los cuales son llamados Hibaku-jumoku. «Creada en 2011 por dos amigas, Nassrine Azimi y Tomoko Watanabe, GLH comparte a nivel mundial el doble mensaje de precaución y esperanza que representan los singulares árboles supervivientes de Hiroshima (y, en última instancia, de Nagasaki), recordando, por un lado, los peligros de las armas de destrucción masiva, en particular las armas nucleares, y por otro, el carácter sagrado de la humanidad y la resiliencia de la naturaleza», detallan en el sitio web https://glh.unitar.org/.
En el espacio oficial también agregan: «Actualmente, las semillas y los retoños de los árboles que sobrevivieron al bombardeo atómico crecen en 40 países, en una campaña sostenida y a largo plazo (1.000 años), que se suma a otros esfuerzos por un planeta libre de armas nucleares y más ecológico».
Gracias a ese trabajo, Corrientes tiene el honor de albergar en su tierra a uno de estos ejemplares cargados de simbolismo.
«Que la paz y el cuidado del medio ambiente prevalezcan en el mundo», escribieron en la placa que acompaña al retoño correntino. Se trata de un emblema que cada 6 de agosto prevalece y se transforma en un llamado para búsqueda y recuperación de la memoria y también en un recordatorio de la supervivencia a pesar de la destrucción.
Sadako y las grullas para no olvidar
La Asociación Japonesa de Corrientes lleva adelante una iniciativa que busca reforzar los lazos de fraternidad entre la provincia y el país del sol naciente. Se trata del proyecto Mil grullas por la paz, con el que invitaron a la comunidad a participar de un homenaje a través del arte del origami en recuerdo de una niña que sobrevivió a la bomba atómica en Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
«¡Construimos paz con origami!», convocaron en sus redes. «Juntemos 1.000 grullas para promover paz, solidaridad y esperanza, inspirados en la historia de Sadako Sasaki y el bombardeo de Hiroshima». El objetivo fue hacer que la comunidad correntina se sumara a participar de los talleres de origami para aportar grullas hechas con sus manos y completar el número que, según la leyenda, puede hacer que un deseo sea cumplido.
Las 1.000 grullas serán exhibidas hoy, en el Festival Hanami Fest, en el anfiteatro José Hernández. «Este proyecto nace como una iniciativa de concientización sobre los efectos del bombardeo atómico, y busca promover valores como la paz, el compañerismo, la paciencia y nuestro compromiso colectivo con una sociedad libre de violencia», agregaron desde la asociación.
Esta iniciativa se realiza anualmente a la memoria de Sadako Sasaki. Ella fue una niña que tenía dos años cuando la bomba atómica cayó sobre Hiroshima. La pequeña sobrevivió, pero cuando cumplió 12, le diagnosticaron leucemia. Su muerte y el deseo de llegar a las mil grullas convirtieron su vida en una leyenda aún vigente.

