Referentes de la CTA y CGT dejaron en claro su intención de terciar en medio de una acefalía manifiesta en el peronismo provincial. Con discursos lapidarios contra la Intervención y quienes se arrogan la representación orgánica dejaron en claro que irán por la conducción y las candidaturas del justicialismo. Una muestra más de la cosecha que están obteniendo dos normalizadores partidarios que no entendieron que, por algo, a Corrientes se le llama el «cementerio de los interventores».
03-POLITICA-6Un contundente mensaje dejaron los referentes locales de la CGT y CTA. Ocurrió en el marco de las actividades por el Día de la Lealtad con un cónclave en el que no sólo se bajó línea, sino que se anticipó la tesitura que se adoptará desde el sector ante lo que consideran una desidia manifiesta dentro del organismo de conducción partidaria, hoy representado por la Intervención, a cargo de Máximo Rodríguez y Teresa García.
Dos exponentes del justicialismo bonaerense que no supieron entender la idiosincrasia del peronismo correntino que, además, observó cómo fueron permeables a los intereses de un núcleo dirigencial que viene siendo largamente cuestionado por adueñarse de las estrategias electorales, enfrascándose en acciones que, hasta el momento, arrojaron derrotas desastrosas, con antecedentes recientes de un apoyo electoral del 18 por ciento.
«Es el tiempo de los trabajadores y nuestro objetivo es que un trabajador gobierne Corrientes para transformar nuestra realidad y mejorar nuestra calidad de vida», manifestaron desde el encuentro sindical desarrollado días atrás en la Capital provincial.
Uno de los que tomó la voz fue el secretario de la CTA de los Trabajadores, Fernando Ramírez, que reseñó que «más allá de las siglas de nuestras organizaciones, nuestra legitimidad de origen y el trabajo nos unifica».
«Somos parte fundante de este movimiento trasformador, los trabajadores tenemos derecho a tener la birome para decidir un mejor destino para nuestro pueblo», remarcó. «Basta de unos pocos privilegiados», expresó con contundencia, en un tiro por elevación que además incluyó la anticipación de prioridades. «Primero vamos a ordenar nuestra casa. Y después vamos a ir a ordenar la casa de todos los correntinos», anunció Ramírez para hacer referencia a la interna del PJ Corrientes que fue trasladada para el año que viene.
A su turno, el secretario general de la CGT Corrientes, Guido Tello, que también se refirió a la interna partidaria, aseverando que los trabajadores «queremos la unidad del Partido Justicialista, de todas sus vertientes, pero detrás de un proyecto transformador, más que detrás de nombres o personas», en otro mensaje elíptico para los interventores y algunos dirigentes que oficiaron de «partenaires» de los bonaerenses.
«Primero vamos a fortalecer la institución del Partido Justicialista. Y no nos van a poner en un escenario para elegir entre Juan o Pedro. No. Nosotros tenemos proyecto colectivo propio», anunció el Secretario General de la CGT de Corrientes.
Esta última alusión refirió a una crítica general emanada desde la dirigencia luego de que, tanto Teresa García como Máximo Rodríguez acompañaran a dirigentes en una recorrida por el Interior en la que se manifestaron a favor de la postulación de Cristina Kirchner para la interna de la orgánica nacional.
Una muestra cabal de la no comprensión de que el distrito es independiente de posicionarse per sé en cualquier contienda que se libre en el PJ Nacional. Una impronta democrática que debe contemplar la posibilidad -lógica- de que en cada jurisdicción la dirigencia pueda optar por una u otra oferta. En este caso, se estableció un escenario entre la ex Vicepresidente y el gobernador riojano, Ricardo Quintela.
Y con el accionar de los interventores, Corrientes quedó como de un lado, con un marco sesgado de parcialidad, más allá de que a las pocas horas, tanto en el Instituto Patria como en La Rioja supieron que lo ocurrido fue producto de la impericia de los interventores ante la avanzada de un núcleo que, hace tiempo, intenta avanzar sobre los destinos del PJ sin la legitimidad que otorga el hecho de accionar con el aval del resultado de una interna partidaria con todas las de ley.
Algo está claro, finalizando octubre, no han logrado que se pongan sobre la mesa reglas de juego claras para una interna que parece más lejos que cerca, máxime a partir de las últimas reformas de la carta orgánica, cuya legalidad han sido puestas en tela de juicio, como las de la subsistencia de la intervención política pasados cinco años, con tres elecciones en las que «el dedo», la falta de organización y conducción llevó a resultados de lo que, ahora, han tomado nota los exponentes del gremialismo correntino, aparentemente decididos a abrir un camino propio.
Importa recordar que, entre las varias reformas, está el posibilitar que un afiliado a otro partido, que no es lo mismo que un extrapartidario, (lo cual suele aceptarse porque implica la posible inclusión de alguien en orden de otro partido, en el marco de una alianza) pueda terminar siendo candidato del PJ. Una golondrina suelta que podría alzarse con la boleta 2. Y aquí otra de las modificaciones que fue explícitamente rechazada. La posibilidad de que la alianza sea resuelta por la mesa del Consejo Provincial, y hasta en un trámite exprés con la firma de sólo siete consejeros, a espaldas del Congreso, cuya participación ha quedado reducida a su mínima expresión.
Algo quedaron de las primeras reuniones de los interventores y la dirigencia. Ellos expresaron que escucharían a todos y después harían lo que les pareciera. Y desde la dirigencia se le dejó en claro que «no tenían un cheque en blanco», y que lo que no se acuerde políticamente respecto a las reglas de juego sería motivo de decisión de parte de los distintos estamentos judiciales, cansados quizás, del manoseo de las sucesivas intervenciones que no han llevado a «buen puerto».
En este marco, entra a terciar el sector del trabajo, buscando acreditar personería para sentarse a la mesa donde se definan los pasos para la todavía lejana reorganización partidaria.