Un mosquito adulto vive un promedio de 30 días. En ese período, las hembras pueden poner hasta 250 huevos y para nutrirlos, necesitan consumir sangre de vertebrados, como el ser humano, por ejemplo. Sólo con estos datos, es posible tener una idea de las molestias que provocan desde hace varios días en toda la región, donde su presencia se hizo notar especialmente en los espacios públicos donde nadie se salva de las picaduras.
No aparecieron de la nada. El detonante de la invasión de estos insectos voladores que ya se vivió meses atrás, fueron las lluvias. «En esta época del año y en todos los momentos en que las lluvias sean muy abundantes, de gran cantidad de milímetros y con temperaturas, van a ser abundantes estas especies de mosquitos que se crían en los charcos», explicó a EL LIBERTADOR, Marina Stein, doctora en Biología y especialista en el estudio de mosquitos en el Instituto de Medicina Regional del Nordeste.
La aparición repentina se debe a que los huevos pudieron haber estado semanas, incluso meses en la tierra húmeda, donde las hembras los depositan. «Si el lugar no se tapa por agua y se va secando de a poco, los huevos pueden quedar en estado de latencia, es decir que detienen su desarrollo y así pueden estar hasta un año», dijo.
En este punto, el rol de las lluvias es fundamental. «Si vuelve a llover, ese es estímulo externo para que el huevo eclosione y se desarrolle la larva. Y si ese charco permanece por cinco días como mínimo, el mosquito puede completar su desarrollo», agregó.
«Una vez que emergen, los mosquitos adultos van a buscar la cópula y a partir de ahí, las hembras van a buscar alimentarse de cualquier tipo de sangre de vertebrados, humana o animal», completó.
Según explicó también, en el promedio de vida que tienen los adultos, las hembras ponen sus huevos en distintos lugares. «Alrededor de 250 y se estima que la mitad serán hembras», puntualizó, dando una idea de la inmensa cantidad que pueden surgir de manera repentina, si las condiciones del ambiente lo permiten, que es lo que ocurre por estos días.
ALGO DE ALIVIO
La especialista detalló que de las especies que abundan ahora, resaltan las Psorophora y algunas de Aedes. Las primeras son las más persistentes, aunque en la región existen más de diez especies que se crían en charcos. La buena noticia es que, de estas últimas, que son las más abundantes al aire libre, «no está comprobado que puedan trasmitir algún tipo de virus».
Esto implica que más allá de la molestia de la picadura, por el momento no conllevan un riesgo en sí. «Hay personas más alérgicas o más sensibles se les va a irritar un poco más la piel. Aún así, no son transmisores de virus. Aunque esto no quiere decir que no lo puedan ser a futuro», aclaró.
Para el caso del Aedes Aegypti, vector del Dengue, mencionó que es un caso distinto porque es una especie que no se cría en charcos. «A este mosquito lo vamos a encontrar en nuestra casa porque se cría en recipientes artificiales que están en las viviendas o espacios urbanos. Hablamos de cualquier recipiente que pueda contener agua estancada como los floreros de los cementerios, los neumáticos, la chatarrería, elementos que naturalmente no están en los espacios abiertos», precisó.
«Por eso, a diferencia de los que son charqueros, al Aedes Aegypti no lo vamos a encontrar en un parque, pero sí en el patio de nuestra casa si no se tiene una limpieza constante», cerró.
Pican más a algunas personas
A la consulta de si es cierta la afirmación de que los mosquitos pican más a determinadas personas que a otras, la especialista lo confirmó. «Los mosquitos son atraídos por sustancias, olores y colores. Pueden olfatear el dióxido de carbono que liberamos cuando respiramos, también el aroma de la transpiración, y los atrae la luz como a cualquier insecto». «Lo que no tiene nada que ver, es el grupo sanguíneo. Eso es indistinto. Pero si una persona tiene un ritmo respiratorio más rápido los atrae más, por ejemplo, un bebé. También depende de la temperatura corporal y los ácidos que generamos con la transpiración», completó.
¿Cómo protegerse?
Stein indicó dos maneras de protegerse de las picaduras. La primera, individual: con repelentes o productos de los que estén comprobados que repelen a los mosquitos. «Aunque en muchos casos, como están tan ávidas por alimentarse, pueden que no sean tan efectivos. Es importante colocar el repelente sobre la piel y la ropa y este caso que sea suelta y no oscura», recomendó. La otra es la protección ambiental en la que se emplean espirales, pastillas, citronela y mantener los pastos cortos y las plantas podadas para evitar la acumulación de humedad en el suelo.
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