Por Eduardo Hernández*
EL LIBERTADOR
A poco más de un mes antes empiezan los preparativos con intensidad, pero a principio de año, tras las atenciones que exigen otras actividades y momentos del almanaque, ya surge en las conversaciones y pensamientos el 16 de julio.
Es que se debe asistir a la fiesta del aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgencita de Itatí, Madre y Patrona amada por los correntinos desde hace cuatro siglos y que se manifiesta en esa fecha, en el actual, hace 123 años con una inédita peregrinación en esta parte del continente desde la localidad de San Luis del Palmar, población no muy grande de la provincia de Corrientes, ubicada a sólo 25 kilómetros de su Capital.
Desde allí cada 13 del mes, como hoy, parten cientos de miles de devotos hacia aquel lugar en la ribera del majestuoso río Paraná, donde se yergue la monumental Basílica a unos 70 kilómetros de distancia.
Pero lo que lo hace inédita en su real dimensión, inapreciable si no se es parte de la experiencia, es su modalidad, porque si bien diversos medios de transporte se utilizan para desplazarse, incluso muchísimos a pie, se destacan las carretas pintorescas que transportan a los ancianos y niños de cada familia, porque el grupo familiar entero está comprometido con esta tradición religiosa, además de lo necesario para casi una semana que durará el viaje entre ida y regreso.
Y es eso lo que moviliza a generaciones en una casa, en el centro, en los barrios, en el campo y no únicamente de sanluiseños, porque a ellos se suman otros procedentes de comunidades de la zona, como Mburucuyá, las que se caracterizan por las costumbres típicas, ya que movilizaciones con ese mismo destino con el correr de los tiempos aumentan, aunque con otros medios no tradicionalistas, como las peregrinaciones en bicicleta de Monte Caseros, que recorre unos 400 kilómetros, o la de Posadas, en la vecina provincia de Misiones, y hasta de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, con la misma modalidad.
LA FE, LA VIDA
Es que se debe preparar el avío (provisión que se lleva para alimentarse), al ser varias las jornadas fuera de la casa y con los más cambiantes humores del clima en el primer mes del invierno, cuando se deberá soportar vientos fríos, o lloviznas, lluvia o disfrutar en el día de un cálido sol. Tal como en la vida, se enfrenta una síntesis de cambiantes situaciones personales, familiares y comunitarias. Y en marcha, tal como es el sentido que los creyentes y la Iglesia pretenden selle ese tipo de manifestaciones multitudinarias, tan válidas para la vivencia de quienes tienen Fe o para los que no profesan ninguna, pues la experiencia vital tiene comunes componentes. De allí que cualquiera es invitado a compartir un acontecimiento inolvidable de fuerte sentido social, en un grupo humano que incluye a todos, sin diferenciaciones materiales.
Manos marcadas por el paso de los años o jóvenes y fuertes asidas a las riendas de carruajes o caballos conduciendo la lenta marcha hacia ese sitio también reconocido como Faro de la Fe del Mercosur. Rostros de abuelos bajo la cubierta en las carretas que pasan la posta de esta firme identidad del Taragüí a sus descendientes; en tanto, un energizante mate o torta frita o chipá mientras se avance por el camino.
La tierra originaria de los pueblos guaraníes y luego de las misiones jesuíticas, provocaron una amalgama de culturas que marcaron para siempre a los habitantes de la provincia central de la Mesopotamia argentina, donde en su corazón las aguas brillan en uno de los humedales más importantes del plantea, el Iberá (aguas brillantes en el idioma nativo), que dejó como consecuencia una idiosincrasia bien definida y firme pese a las ráfagas extraculturales y de modernidades. Este pueblo se convirtió en una atalaya de las raíces del ser autóctono, y orgulloso de serlo.
En ese contexto se entenderá la Peregrinación del Pueblo Peregrino, como también se conoce a San Luis del Palmar, aunque no es exclusivo, también en abril se sucede anualmente otra similar, la de los Tres Pueblos, en la que participan las localidades de Santa Ana de los Guácaras -desde donde parte-, Paso de la Patria y San Cosme, todas con atractivos culturales e historia profusa que se aprecia en sus calles, o la que crece vertiginosa, la de Caá Catí, y tantas más, que cuales cuentas del Rosario se suceden en la llegada ante la mirada de la tierna Madre de Itatí.
- Comunicador católico.
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