Los matrimonios arreglados por religión, costumbre, dinero o tradición continúan vigentes en Argentina. Si bien parece que es una práctica medieval, se trata de una decisión que toman muchas familias del país y que crece en las provincias del norte. Además, afecta a niñas y adolescentes que covivien con parejas de 15 o 20 años mayores.
Estos matrimonios traen consigo consecuencias físicas y psicológicas. La última investigación de la agencia Antártica Press demostró que un gran porcentaje de mujeres de todo el mundo son sometidas a la mutilación genital femenina para poder llegar “puras” al casamiento; unión conyugal que está previamente planeada por sus padres. Es decir, no tienen poder decisión sobre su cuerpo ni sobre su futuro amoroso.
El último informe de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) en el marco del Proyecto Matrimonios y Uniones Convivenciales en la Argentina arrojó que casi el 5% de las niñas menores de 18 años están casadas o en situación de convivencia con hombres de entre 10 y 15 años más grandes que ellas. Misiones, Chaco y Formosa son las provincias con más casos de adolescentes que se casan por arreglo y son madres a temprana edad.
¿Por qué siguen los matrimonios arreglados en Argentina?
Existen múltiples factores que explican esta situación, siendo el más fuerte el de la tradición y la religión. “Los mandatos culturales y ancestrales existentes aún en muchas provincias y los roles estereotipados de género contribuyen a propiciar la persistencia y naturalización de estos matrimonios o uniones a edades tempranas en la sociedad”, explicaron desde FEIM.
En cuanto a la fe, los matrimonios arreglados abarcan a la mayoría de las religiones. Dentro de la comunidad judía ortodoxa suceden casamientos entre sus miembros. No necesariamente con niñas menores de edad pero sí con familias de la misma religión. Lo mismo ocurre con el catolicismo y los casamientos entre sus practicantes más fieles.
La pobreza es otro determinante de estas uniones. Antártica Press lo explicó en su informe sobre la mutilación genial en África, Europa y América Latina. “A la hora de arreglar un matrimonio una niña virgen vale más que una que no lo es. Por esto, la familia del hombre pagará más dinero -dará una dote mayor- si la futura esposa está mutilada”, remarcaron.
Los matrimonios arreglados siguen vigentes en nuestros días con total normalidad. En Argentina, la ley señala que las personas menores de 16 años pueden casarse con autorización del juez o de sus representantes legales.
El contexto socioeconómico y la falta de dinero propician estos matrimonios, más que nada con familias muy pobres. Las niñas se casan para tener un futuro mejor o para que sus padres puedan salir adelante. Sin embargo, están expuestas a abusos, violencia de género, violencia psicológica, femicidios y más.
Convivir con el agresor
El informe de FEIM también resalta que alrededor del 80 o 90% de las niñas y adolescentes conviven con el agresor y, en la mayoría de los casos, los hechos de violencia o los femicidios ocurren en los mismos hogares. “La violencia contra las niñas menores de 14 años es ejercida por los padres y/o padrastros y en las adolescentes de 15 a 18 años, varones jóvenes entre 18 a 29 años”, resaltaron.
Otra de las consecuencias de estos matrimonios son los embarazos adolescentes. En muchos casos, las niñas no terminan el colegio y no tienen acceso a la información necesaria sobre los métodos anticonceptivos. Hecho que aumenta con un mayor grado de dificultad para las mujeres que han pasado por la mutilación.
“La experiencia del sexo se convierte en algo doloroso, traumático y hasta peligroso en algunos casos, de esa forma se refuerza la idea de que la intimidad debe ser reservada para el matrimonio”, indicaron desde Antártica Press. Situación que se agrava durante el parto porque el dolor es más fuerte y, muchas veces, los bebés nacen sin vida.
Luchar para salir
En todo el mundo existen historias de mujeres sobrevivientes que luchan y dan todo de sí para salvar a sus hijos. Asha Ismail es una de ellas y Antártica Press pudo entrevistarla. Asha es una guerrera que sufrió violencia en todas sus formas y que huyó con su pequeña hija de un matrimonio arreglado por su familia en Kenia. “Era preferible alejarse de todo lo que conocía antes de hacer pasar a su niña por la mutilación genital femenina”, narró.
En 2007 creó la asociación Save a Girl Save a Generation, cuya misión es acabar con la mutilación genital femenina, el sistema de dotes y el matrimonio forzado. Trabaja junto a su hija en España y en Kenia para concientizar a la población sobre la prevalencia de estas prácticas y para ayudar a las sobrevivientes. En Nairobi tienen una casa de acogida para recibir a mujeres y niñas que escapan de la mutilación y de matrimonios forzados.