Las elefantas asiáticas Pocha (56 años) y su hija Guillermina (23) vivieron gran parte de sus vidas en el Ecoparque de Mendoza (ex zoológico) y emprendieron “el viaje de sus vidas” al Santuario de Elefantes de Brasil, ubicado en Mato Grosso, en una región selvática situada al centro oeste del país vecino.
Fueron más de cuatro años los que estuvieron preparándose y esperando este momento, no solo las elefantas, sino también sus cuidadores a cargo del operativo de traslado y los referentes del Ecoparque, de Ambiente y del mismo Santuario. Tras poco más de dos días de viaje, durante la mañana de este martes el camión en que viajan las dos elefantas llegó a Brasil, luego de que en la tarde de ayer pasaran por Corrientes.
En el imponente vehículo -que llegó desde Buenos Aires a Mendoza y es del mismo tipo en que se trasladó en su momento a la elefanta Mara del Ecoparque de Buenos Aires también a Brasil-, Pocha y Guillermina viajan enfrentadas, mirándose cara a cara en todo momento. Incluso, cuando el camión se detiene, hasta sacan la trompa de los habitáculos para tocarse, tomarse de ella y acompañarse.
“Alguien preguntó si Pocha y Guillermina se pueden tocar. No mientras se conduce, pero sí durante las paradas. Mientras están en el camino, pueden ver, oler y hablar entre ellas”, explicaron desde la cuenta de Twitter del Santuario, desde donde compartieron una tierna foto de las dos trompas de madre e hija tocándose.
“Ya estamos en Corrientes, y estamos muy bien. La idea es ya mañana estar en suelo brasileño. Las ‘chicas’ van súper bien, van tranquilas. El hecho de que se puedan ver entre sí y se puedan comunicar ha sido sumamente importante para que estén tranquilas en el viaje. Además, todo el equipo humano está pendiente de ellas”, resumió el consejero del Ecoparque Mendoza por parte de la Fundación Franz Weber, Leandro Fruitos, una de las personas que es parte del operativo.
Durante la tarde y noche del sábado, varios mendocinos que vieron pasar al imponente camión que traslada a los contenedores con las dos elefantas por la calle Paso o por los accesos Sur y Este (hasta abandonar suelo mendocino) se pararon al costado de la ruta para saludarlas, despedirlas con sus brazos y desearles una agradable estadía en lo que será su nuevo hábitat, mucho más similar y adaptado a su hábitat natural que el lugar donde vivieron hasta el sábado.