Hace 10 años Alfredo Pereira se dedica al particular oficio de elaborar y restaurar imágenes católicas y paganas. En su taller su puede observar retratos de todo tipo de tamaños desde la Virgen de Itatí hasta el Gauchito Gil.
Con sus casi 80 años, Alfredo recibió a EL LIBERTADOR para relatar de qué se trata imaginería como así también describió el proceso de la actividad que se encuentra casi en extinción.
«Soy uno de los pocos que quedan, la gente ya me conoce», sostuvo en el local ubicado en la galería que queda al costado de Carrefour.
La imaginería es una especialidad del arte de la escultura, a la representación plástica de temas religiosos, por lo común realista y con finalidad devocional, litúrgica, procesional o catequética.
«Todo lo que está acá lo hago yo», afirma, a lo que continuó: «Tengo moldes para hacer y también restauro lo que me traigan».
Relató que todo lo hace modelando y con mucha paciencia, sobre todo las piezas más pequeñas como las manos o detalles propios de cada escultura.
«Con los detalles como los ojos o boca, me ayuda mi hija porque es algo más delicado», sostuvo.
En tanto que, reveló que utiliza yeso, tarda un día el proceso de secado y luego se comienza con pintura sintética «yo hago la mezcla para dar el color necesario en cada caso, como el tono de la piel o en el caso que lleve tinte dorados».
EXPERIENCIA
Don Pereira explicó que tiene todo tipo de imágenes, aunque reconoció que la del Gauchito es la que más piden. También son muy requeridas las del Sagrado Corazón de Jesús, Santa Rita.
No obstante, todo tiene que ver con las fechas religiosas de la zona, cada vez que se aproxima fiestas patronales recibe pedidos para souvenirs.
«La gente de campo como me conocen, me pide, por ejemplo estoy haciendo 40 de San Expedito para un pedido para el Sombrero, kilómetro 15 para dentro. Ahí todos los años se hace una fiesta grande con chamamé», describió.
Los precios son accesibles, se pude conseguir una imagen pequeña, totalmente artesanal, a 10 mil pesos, y las más grandes, entre 80 y 120 mil pesos.
«No necesito vender, sino trabajar», concluye el hombre de casi 80 años a lo que admitió que lo que más le gusta es reparar bocetos rotos.
«Me trajeron una Virgen de Itatí todo rota, que empecé a pegar y rellenar, cuando no puedo más saco el molde y le voy encastrando», recordó.
Video: Luis Gurdiel