Cada tercer domingo de agosto, miles de niños y niñas celebran el Día de las Infancias. Durante esta jornada, se tiene como tradición promover su bienestar con distintas actividades recreativas, y en algunas oportunidades vienen acompañadas con la entrega de algún pequeño obsequio.
Para esta ocasión especial, EL LIBERTADOR visitó el comedor Piecitos Descalzos, un centro comunitario ubicado en el barrio Punta Taitalo. En el lugar, la encargada Gisela Lorena Álvarez nos comentó cómo es su planificación para una fiesta tan especial donde asisten los más pequeños de diferentes barriadas, sin importar los prejuicios de una sociedad.
Hoy, el comedor se sitúa en un terreno donado por los propios vecinos, el cual está rodeado por calles de tierra sin nombre, ni número. «En mi planilla tengo 155 chicos anotados, pero siempre cuando hay un festejo vienen un poco más todavía, calculamos unos 170 chicos», comentó la referente.
«Acá empezamos dos o tres meses antes con la organización, con el tema de pedir donaciones, y lo hacemos público a través del Facebook e Instagram», explicó. Además remarcó el esencial aporte de ONG y vecinos, que se suman a la colecta y difusión. «Es así que la gente nos va conociendo y se va sumando», dijo.
Pese al contexto económico y la dificultad de conseguir juguetes para todos, Álvarez junto a un grupo de personas, se las ingeniaron para obtener los recursos necesarios para la fiesta, celebrada en la jornada de ayer.
«La gente ayudó y se sumaron de manera voluntaria un grupo de payasos y músicos», destacó, y agregó que «ese es nuestro resultado, tanto sacrificio, verlos a ellos felices y contentos y que se van con su bolsita de golosinas».
Por otra parte, dejó en claro sobre la asistencia de familias enteras de las afuera del barrio para estas fechas: «Siempre vienen de zonas de otros lados, sea del Jardín, Molina Punta, y de diferentes lugares que nos conocen y se suman, le gusta como trabajamos», afirmó.
Quienes desconocen sobre el Taitalo, el mismo está situado en el sector Norte de la ciudad, a más de 7 kilómetros del casco céntrico. La mayoría de las familias trabajan de manera informal para subsistir.
«A través de la gente nosotros podemos seguir adelante»
Gisela Álvarez remarcó cuáles son las causas que llevan adelante el funcionamiento de su comedor: «Hace 13 años que estamos y nunca nos involucramos con lo que es política ni religión, siempre estuvimos apartados de todo eso», dijo y continuó que «la gente nos va conociendo a través de nuestras actividades y se van sumando. Es a través de la gente que nosotros podemos seguir adelante, es la que nos ayuda con leche, nos dona para la masa de la torta frita, el aceite, la grasa».
Actualmente, en el lugar se acompaña con meriendas dos veces por semana, y en oportunidades con cenas. «Cuando hay cena te puedo decir que vienen 230 a 240 personas. Por ahí no alcanza para dar a todos y es un dolor muy fuerte lo que sentimos por no poder cumplir, pero tratamos de hacer, como siempre, lo posible para que alcance y que todos puedan irse con a un plato de comida, o de un cocido con leche con torta frita», concluyó.
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