Hablar de educación, es, sin dudas, todo un desafío. Siempre lo fue, porque la administración de los recursos destinados al complejo andamiaje educativo nacional, siempre vino teñida de desprolijidades y marcada por la inequidad.
Imaginemos por un momento las miles de aulas llenas de alumnos. En cada sección son más de 30… ¡Algunas llegan sin problemas a 40 chicos!
¡Todos felices, se abrazan, estudian, toca la campana! ¡Es recreo! Ahora, pensemos: ¿todos habrán aprendido? ¿Quiénes o cuántos habrán entendido las cuentas matemáticas o El texto que analizaron en lengua con la maestra o el maestro?
Aquí es donde aparecen las más crudas respuestas y dependerán del contexto en que se dan estos procesos:
A) Educación Inicial: todos juegan y la base de la actividad.
Es lúdica= ¡cuando más juegan, más aprenden!
Es el primer eslabón de una larga cadena que puede (o no) concluir en la facultad ¡Todos pasan al Nivel de educación Primario!
B) Educación Primaria: en los primeros grados (1° y 2°) se da la innovadora «unidad pedagógica»= todos pasan de grado, incluso los niños quienes no han fijado totalmente los contenidos. Se refuerzan los saberes y se renuevan las estrategias para lograr captar la «atención» de los alumnos rezagados.
Desde 3° grado en adelante: empieza el tramo del camino que termina de consolidar los aprendizajes de los que anduvieron bien y sentencia a los que se «distrajeron» más de la cuenta con los juegos y no prestaron atención a las clases de sus maestros.
Al final del camino, la grieta se hace notar entre los flamantes egresados y los repitentes. El juego es importante, pero ya no tanto ¡Había que estudiar más!
Ahora, la pregunta: ¿cómo llegan los niños a la escuela Secundaria?
-Los que tuvieron la fortuna de ser atentos y traer algún plus de «natura», llegan en forma.
-Los que llegaron «raspando con el 6» y rindiendo en febrero las últimas materias complicadas (generalmente Lengua y Matemáticas), llegan frágiles, son de cuidado.
-Y los de la «última frontera», quienes no tuvieron la suerte de tener un docente atento a sus progresos y que aprobaron casi de pura casualidad (o por estar en el límite de la sobre edad y representaba un problema en el aula), llegan destinados a sufrir esta etapa del camino secundario, casi caminando al fracaso.
No es necesario avanzar más a fondo, para saber cómo le irá a cada uno en las etapas subsiguientes de su formación académica.
Aclaremos que estos valores se toman en base a un porcentaje de la población escolar promedio, sin mayores problemas económicos y con un núcleo familiar reducido, donde todos reciben las mismas atenciones y cuentan con los mínimos recursos educativos requeridos para estudiar.
¡Eran otros tiempos, antes del coronavirus!
-Qué ocurre hoy, después de pasar un año de aislamiento?
-Muchos de los estudiantes viven en hogares disgregados.
-Muchos de los estudiantes que presentaban síndromes de atención dispersa en el aula, hoy potenciaron ese comportamiento en contexto familiar, lejos del marco de disciplina que impone naturalmente la escuela (horarios, recreos, etcétera).
-En muchas familias, donde en promedio viven más de 6 personas (con alumnos del Nivel Inicial, Primario y Secundario) ¡solamente disponen de 1 o 2 teléfonos celulares para recibir la carga de tareas de todo el grupo familiar!
Conclusión
-Podríamos preguntarnos por las TIC o por las famosas computadoras del Estado. Ahora, razón obliga, eso conlleva a una serie de preguntas ineludibles:
-¿Están capacitadas las familias para afrontar el desafío de una educación refundada en el sistema online?
-¿Alcanzaría con darle una computadora a cada chico o adolescente?
-¿Qué papel juega la conectividad digital en todo este asunto?
Podríamos agotarnos en «culpar» a éste o aquél gobierno. Aparecerán los extremistas atacadores seriales de la derecha y de la izquierda. Y habrá mucha tela para cortar, como refiere el saber popular.
¡Lo que nunca podremos decir, después de esta pandemia, es que el trabajo del maestro de escuela lo puede hacer cualquiera!