Este espacio funciona las 24 horas del día durante los siete días de la semana. Con un equipo de alrededor de 50 personas, donde la presencia femenina iguala a la masculina. Este grupo dedica su vida a ayudar a la comunidad impulsado por la vocación. Uno de estos profesionales dialogó con EL LIBERTADOR y transmitió el testimonio de cómo la verdadera pasión puede reescribir un destino.
Cristián Héctor Aguirre tiene 34 años y hace casi cuatro años forma parte del Cuartel de Bomberos Voluntarios de la Ciudad de Corrientes. A sus 29 años, dio un giro radical a su vida. «Lo que me impulsó fue la vocación de servicio,» confesó. Sintió ese impulso de «querer ayudar a las personas y a los animales,» desde que era un niño. Pero fue opacado por la búsqueda de una carrera que, con el tiempo, demostró no llenarlo.
CIUDADANO
La formación de Cristián incluyó una academia de un año y medio como aspirante, con módulos que abarcaron desde incendios de estructura, forestales y vehiculares, hasta accidentes y normativa interna.
Sin embargo, la mayor dificultad no residió en la teoría ni en la práctica, sino en la forma de pensar. «Lo que más me costó aprender fue empezar a ver las cosas desde los zapatos de un bombero, porque cambia totalmente la perspectiva del día a día,» señaló. Además, agregó que «la vida civil se fusiona con la bomberil. Uno tiene que convivir con esos dos mundos.»
La dificultad se intensifica al tener que equilibrar el voluntariado, la vida personal y la necesidad de una vida profesional remunerada. A pesar de ser ad honorem, el compromiso es constante. «Nosotros nos capacitamos prácticamente todos los fines de semana. Es una vida que no para, es de lunes a lunes,» subrayó.
RESCATE
El rescate de una persona atrapada durante un incendio que se desarrolló en una vivienda, el pasado 8 de octubre fue una de las experiencias que lo marcó. «En esta ocasión me tocó llegar primero e iniciar la búsqueda y el rescate de esta persona,» relató. Lo hizo en medio de la oscuridad, el humo y el fuego, con mucha incertidumbre, sin saber si la persona estaba inconsciente o no. Para estas situaciones, el Equipo de Respiración Autónoma, equipamiento con el que cuenta el cuartel a nivel local, es vital. Es lo que permite que los bomberos puedan respirar dentro de espacios confinados.
El éxito del operativo fue total, y así lo describió: «Pudimos encontrarla a tiempo y la sacamos en conjunto con los bomberos de la policía». Este servicio representó para él una «prueba de fuego,» donde el pensamiento se dividió entre el autocuidado de «salir con vida, cuidarse, ser profesional» y la misión de «salvar a esa persona buscando todas las maneras viables y seguras».
RESILIENCIA
El bombero enfatizó en cómo suma la presencia de la comunidad en estos temas, ya que sostuvo que «es importante que la comunidad colabore con los cuarteles, que se asocien. Gracias a eso estamos equipados».
Finalmente, Cristian reflexionó sobre el costo emocional del servicio. Al respecto detalló que «responder a emergencias donde lo humano está en juego, genera un estrés constante. Nosotros al no ser máquinas, siempre tenemos presente el qué hubiese hecho mejor».
«La valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él», compartió a modo de agradecimiento con sus compañeros. Y a su vez dejó en claro que «en esa valentía, y en la resiliencia de sanar en comunidad, se encuentra la esencia de los bomberos voluntarios».
Y también dedicó unas palabras a sus futuros colegas, al sostener que «tienen que ir con la convicción de que van con la intención de servir a la comunidad sin esperar nada a cambio. El lema nacional es abnegación, sacrificio y desinterés. En esas tres palabras se resume todo».

