Sebastián Crismanich se bañó de oro en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. A nueve años de aquella gesta que terminó sepultando una sequía de medallas de oro para Argentina en deportes individuales de más de 64 años, después de que el maratonista Delfo Cabrera lo obtuviera también en los Juegos Olímpicos de Londres 1948.
El ahora dirigente conversó con los periodistas del programa «En el Medio» de Continental Corrientes en la mañana de ayer.
Cuando salen a escena las competencias olímpicas, siempre es un referente para conocer detalles de lo que es por dentro la gran cita mundial para los deportistas de elite en 33 deportes y 50 disciplinas. En esta edición de los juegos habrá 5 nuevos deportes (béisbol/softbol, karate, skateboarding, escalada y surf), así como 15 nuevos eventos dentro de los deportes existentes (como baloncesto 3×3 y BMX estilo libre).
«Un atleta trabaja durante muchos años con el sueño de llegar a un juego olímpico y son pocos los que tienen esa oportunidad, a pesar de existir grandes deportistas que tienen grandes posibilidades y mejor nivel, pero lo concreto que es una cita muy selectiva», dice recordando su pasado como deportista de elite.
«Yo recuerdo los días previos para llegar a la villa olímpica que respiraba confianza, como que me quería comer el mundo y cuando ingresé a la villa fue como que me pegué una cachetada e incluso me llegué a preguntar que estaba haciendo en ese lugar. La verdad que descubrí un gigante, una realidad totalmente diferente a lo acostumbrado y por suerte tuve unos días para recuperarme anímicamente y saber y entender que si estaba ahí era por algo y que tenía nivel para ser partícipe de las competencias y después el hecho de cruzarte con los grosos del deporte, que antes lo veías por la tele o revistas y tenerlo cerca tuyo te crea un shock de emociones, creo que para participar tenés que estar bien psicológicamente, bien preparado y no solamente en lo físico», sostiene a modo de anécdota y también como enseñanza para las generaciones venideras del deporte nacional.
Crismanich en la actualidad vive en Santa Ana, localidad que comprende lo que sería el gran Corrientes, y junto a su hermano, Mauro están a cargo del Centro de Alto Rendimiento, que está en el Parque Hipódromo de la ciudad de Corrientes.
En otro pasaje de la charla, mañana del sábado, contestó a una de las preguntas acerca de si hubo o no un retroceso en el deporte argentino desde Londres 2012 a Tokio 2021, «creo que el Enard es la única entidad que permite que una delegación de argentinos esté en un escenario de tal magnitud listos para competir. Pero veo que cada vez los presupuestos que tiene son más cortos y es como que quedamos muy atrás con relación a otros países. Todo se pesifica y la verdad que para prepararse para una competencia de elite se realiza en dólares y tenés a las competencias todo fuera del país, y se necesita ese roce con los mejores deportistas y certámenes. Lo que antes te alcanzaba para realizar una campaña olímpica yendo a diez competencias afuera ahora disponés para una y media más o menos. Por más que se realice un gran esfuerzo, pero si no hay presupuesto estamos yendo siempre a pelear con pistolistas de agua a una guerra. Por eso destaco el esfuerzo humano que es lo único que nos pone a tiro de conseguir medallas en competencias mundiales o en los juegos olímpicos» y sostiene que «el corazón, la garra del argentino, como se reinventa es muy loable, pero no se acompaña como debería ser. Eso te da una pena enorme porque cada deportista ha dejado no sólo cuatro años en su preparación sino hasta una vida para poder cumplir su sueño deportivo y muchas veces te falta cinco para el peso y eso es muy frustrante para cualquier deportista».
Aliento por la televisión, desde Corrientes
El ex deportista olímpico manifestó que cambió sus horarios para ver los juegos, al menos en su dias iniciales de competencia, «trasnochando, mirando un poco los Juegos Olímpicos, sobre todo mi disciplina».
Sebastián también en un pasaje de la charla con los colegas hizo un balance del día de competencia de Lucas Guzmán, el único taekwondista que representó al país en Tokio, «venía muy bien, sobre todo en los dos primeros combates, creo que le terminó pasando factura el físico con 27 años y en una categoría donde le estaba costando mucho dar el peso y eso creo que se hizo sentir en los últimos dos combates.
En los dos primeros estuvo muy bien y después se notó en la parte física que empezó a decaer y perdió precisión y muchos golpes que fueron a lugares donde no se puntúa y por impresición no llegaron a destino y quedó al margen de la carrera para conseguir la medalla de bronce».
Lucas realizó cuatro peleas, ganó las dos primeras, perdió en la instancia de semifinales con el italiano Vito Dell’ Aquila (categoría hasta 58 kilos y finalmente ganador de la medalla de oro) y en el combate por la presea de bronce, el argentino perdió con el ruso Mikhail Artamonov, por 15-10.