Cada vez son más los vecinos que eligen desarrollar distintas actividades en cualquiera de los múltiples espacios públicos con que cuenta la ciudad.
Esto es así desde que la dinámica ciudadana de Corrientes Capital se vio enriquecida a partir de la intervención de más 130 parques y paseos, mejorados y adaptados a la necesidad de un público que se volcó de lleno a compartir en ellos momentos de solaz, rondas de mate, pausas de relajación y todo tipo de disciplinas aeróbicas, desde patinaje hasta clases de zumba.
Estudiantes con sus apuntes, parejas con sus mascotas, padres con sus hijos. Todos en cierto momento de la semana eligen los senderos arbolados más acogedores de la ciudad para tomarse un tiempo en el que -lo saben- podrán disfrutar de la naturaleza, el paisaje y los juegos infantiles de nueva generación, dispuestos de forma tal que los más pequeños se divierten sin riesgos, a la vista de sus tutores.
Permanecer en la plaza ya sea para conversar, ejercitarse o incluso repasar para un examen constituye una simbiosis conductual que maduró hasta convertirse en una rutina integrada al devenir cotidiano de la urbe. Y no solamente los fines de semana, sino en cualquier momento que puede ser a la salida del colegio o en un break entre amigos, en un hábitat perfecto para afianzar las relaciones humanas.
El progresivo mejoramiento que experimentaron las plazas capitalinas (las obras municipales se tradujeron nada menos que en intervenciones realizadas a la totalidad de los paseos y parques públicos) tuvo como correlato el notable aumento de la concurrencia, conforme el análisis trazado por los especialistas sobre la idea de que la Costanera, en sus tramos Norte y Sur, estaba quedando chica.
Por otra parte, el factor pandemia produjo un impacto psicológico negativo durante el confinamiento, lo que llevó a miles de personas a cambiar recintos cerrados por las plazas. Así, cuando se levantaron las restricciones, el boom de actividades a cielo abierto se expandió como un signo de liberación en cada uno de los perímetros comunitarios de la ciudad.
«Cuando en 2020 se levantaba parcialmente la cuarentena, empezamos a venir todo lo posible a la plaza para que los chicos tuvieran un momento de normalidad en medio de tanto encierro», explicó Roberto, padre de familia domiciliado en un edificio de departamentos, frente a la plaza Libertad.
Esta tendencia se observó en distintos puntos del ejido urbano, con epicentro en los predios más céntricos como es el caso de las plazas De la Cruz, Torrent, 25 de Mayo, Vera, Libertad y Cabral, además de los parques Cambá Cuá y Mitre. Todos preparados para recibir distintos tipos de público en forma simultánea.
El auge de visitantes no se circunscribe solamente a la zona céntrica, sino que se extiende a cada barrio como es el caso de las plazas Cremonte, Ciprián Hernández, del CDI del Barrio Ayuda Mutua; de la Virgen Stella Maris del barrio La Rosada, plaza Manuel Belgrano del barrio Arazaty, la plaza de la Memoria del barrio Ponce, la plaza del barrio Güemes, la plaza Doctor F Mansilla del barrio Industrial, la plaza del barrio Esperanza, y la plaza Eliseo Popolizio del barrio Pirayuí Nuevo, entre tantas otras.
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