El Gobernador correntino se convirtió en exégeta de los diversos sectores que pujan por el poder interno en Juntos por el Cambio. Hábil piloto de tormentas con modales florentinos, supo estrechar vínculos con cada uno de los referentes de la alianza. Este «physique du role» le permitió bajar línea a todos. Sus mensajes son digeridos hasta hoy en JxC. Mientras, el mandatario provincial aleja versiones de su candidatura nacional. Se sabe actor de reparto y no le disgusta. En Provincia alistan un plan B en caso de que el mandamás sea convocado el año que viene a jugar en la liga mayor.
03-POLITICA-19Más allá del discurso de este viernes 20 en la Matanza, que fue reflejado por los medios correntinos. La responsabilidad que le cupo a Gustavo Valdés en el cónclave de Juntos por el Cambio (JxC) fue más allá de la perorata política. Tuvo que ver con el andamiaje necesario para pelear contra el Frente de Todos, el año que viene, a la vista de que no se está aprovechando los dilemas internos que rodean a Olivos y al Instituto Patria. Es más, cuanto más se conocen de los pleitos oficialistas, más repercusiones surgen de las reyertas opositoras.
Por ello fue que el Gobernador ejerció su rol de moderador implícito en el mitin de JxC. No lo hizo motu proprio, sino tras un sondeo que involucró a cada sector de la coalición que busca retomar el poder central.
El 2° Foro Programático de Juntos por el Cambio permitió debatir sobre el rumbo que deberán tomar sus políticas sociales de acceder al Gobierno nacional el próximo año y allí abrió el camino para la bajada de línea de Valdés. «Nuestro valor es que estamos juntos para un cambio», señaló para agregar que «la gente está esperando de nosotros que estemos juntos, pero juntos con un programa, porque o sino la apuesta es cuándo nos peleamos. Y nuestro valor es que estamos juntos para un cambio».
Este tipo de frases calaron hondo en un público que estuvo integrado por Horacio Rodríguez Larreta (PRO), Patricia Bullrich (PRO), Cristian Ritondo (PRO), Diego Santilli (PRO), Gerardo Morales (UCR), Luis Naidenoff (UCR), Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Republicano Federal), Ramón Puerta (Encuentro Republicano Federal), Maximiliano Ferraro (CC), Maricel Etchecoin (CC), Paula Oliveto (CC) y Juan Manuel López (CC), entre otros.
Ante ellos insistió: «Expliquemos cuál es nuestra visión y qué es lo que tenemos que hacer para salir de la pobreza es fundamental, porque si no, discutimos candidaturas y nunca el fondo de la cuestión».
Así mismo, ante ellos, pero no ante Mauricio Macri. Fue el gran ausente. Detalle que, en un tramo de su discurso, convirtió a Valdés en un exégeta del ex Presidente. Pero no fue sólo emisario del sector macrista dentro del JxC, también lo fue de los demás.
MEDIACIÓN
«BÉLICA»
Allí radica la relevancia del Gobernador correntino dentro de la oposición nacional. Supo entrelazar relaciones con todos, alejándose de las disputas carnales que se palpan a diario en el espectro de Juntos por el Cambio.
Una amistad forjada con Macri, quien elige los esteros del Iberá cada vez que puede para disfrutar con su familia; un vínculo cercano con Horacio Rodríguez Larreta, con quien proyecta un posible tándem -siempre y cuando los radicales acepten ser actores secundarios, otra vez-; interacción constante con Patricia Bullrich, sin chispazos ni recelos. Al igual que con sus correligionarios Facundo Manes y Martín Lousteau, ambos convertidos en figuras electorales para lo que se viene en 2023. Ni qué hablar de su cercanía con el jujeño Morales, casi padrino del ituzaingueño dentro de la UCR Nacional.
Todas interacciones que cotizan en bolsa en una oposición tensa, apenas sostenida por el resquebrajado andar del Frente de Todos y su «guerra fría» entre albertistas y cristinistas.
Maniobrar entre las broncas
Gustavo Valdés se mueve con sutileza, analizando cada paso y cada palabra para no herir susceptibilidades. El hecho de haber pedido que se dejen de discutir las candidaturas para apuntar a soluciones de fondo como plataforma electoral no fue un hecho azaroso.
Todos saben de la pelea neurálgica latente en JxC. Y no es entre Mauricio y Horacio. Es entre el PRO y la UCR. Así de simple y observable.
Los de Alem no quieren ser el furgón de cola del próximo Gobierno nacional, en caso de alzarse con un triunfo presidencial el año que viene. Ya lo padeció en 2015, cuando el macrismo avasalló al radicalismo y lo convirtió en un mero espectador de la gestión que permitió el retorno del kirchnerismo.
El Gobernador correntino sabe que dentro de su partido hay quienes quieren imponerse, tal el caso del propio Morales. Y hay quienes son afines a una variable más conciliadora.
Esta tesitura también rige en el PRO, donde el Jefe de Gobierno porteño no comparte la ofensiva antirradical de Macri. Es en esta consideración donde Valdés y Rodríguez Larreta coinciden a pleno. Saben que este tipo de posturas puede afectar sobremanera la unidad opositora.
Valdés está al tanto de que en el radicalismo hay muchos que creen que Macri quiere romper JxC y echarle la culpa a Morales para poder aliarse con Milei. Aunque cerca del ex Presidente lo nieguen, sus últimas apariciones mediáticas dieron cuenta de ello.
Por estos detalles es que la performance del correntino se torna clave. Así fue que en La Matanza exhortó a dejar las diferencias de lado y priorizar en las propuestas para la ciudadanía y para las fuerzas que integran la alianza. La idea tiene que ver con que los del PRO no le hablen sólo a los del PRO, para reforzar su identidad. Así como que la UCR no asuma un accionar intransigente, enrostrando el aparato territorial que posee por sobre el de sus aliados.
Habrá que aguardar qué ocurrirá en el próximo convite de Juntos por el Cambio. Si Valdés vuelve a copar la parada, será porque mantiene su perfil alto bajo la responsabilidad de calmar las aguas. Si su mensaje aparece replicado por los demás referentes, podrá decirse que cumplió otra vez con la tarea. El tiempo (en el corto plazo) dirá.
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