Los concejales capitalinos resolvieron autorizar que una nueva arteria, que atravesará el predio de La Unidad entre las calles Don Bosco y Padre Borgatti, sea nombrada como Juan Col.
Se trata de un ingeniero italiano que modernizó la ciudad de Corrientes a fines del 1800, en una época en que el desarrollo y el progreso eran los valores que llegaban a la sociedad.
La Casa de Gobierno, la fachada de la Iglesia de la Merced, las escuelas Belgrano y Sarmiento, las iglesias de La Cruz y Santa Rita, varias decenas de viviendas que pertenecieron a familias con posibilidades económicas para requerir el cambio y también la Unidad Penal fueron creación de Col, quien además impulsó la constitución de varias sociedades que fomentaban el conocimiento de la ingeniería y la matemática.
AVAL AL DESARROLLO
“A la obra de La Unidad el Concejo Deliberante capitalino la tomó también como propia, ya que toda la edificación y las reformas que están haciéndose en ese proyecto, tuvo primero que tener la aprobación del Concejo para poder avanzar. Y el cuerpo dio su aval unánime, los ediles lo vieron como una obra de magnitud significativa y enriquecedora, tanto desde la preservación arquitectónica , el desarrollo económico, cultural y social”, recordó por su parte Marcos Amarilla, presidente del Concejo Deliberante de capital.
En ese sentido, apuntó además que el pedido de imponer el nombre de Juan Col a la calle de convivencia que atravesará el predio de la ex unidad Penal Nº1, ahora proyectada para ser inaugurada como el mayor centro de desarrollo tecnológico, gastronómico y de conocimiento del NEA.
“Nos envió una nota con ese pedido expreso, y para nosotros fue una solicitud muy acertada, por lo significativa de la marcada arquitectura de Col en Corrientes, que dejó su huella tanto en La Unidad como en las escuelas Sarmiento y Belgrano, en el actual Ministerio de Seguridad, la Iglesia Catedral, la Catedral de Goya y muchos otros edificios públicos que están marcados con su impronta. La mayoría de sus obras son ahora patrimonio cultural de la ciudad”, recordó.
IMPULSOR DE LA MODERNIDAD
“Giovanni Col”, tal como la Sociedad Italiana lo identifica con su nombre original, llegó a Corrientes a mediados del 1800, con estudios académicos que terminaron por impactar en la profesionalización de la construcción, que hasta ese momento se regía casi exclusivamente por los conocimientos que los españoles (entre conquistadores y sacerdotes de diversas órdenes religiosas) habían legado a los aborígenes, y luego maestros artesanos de la ciudad.
Según los profesores Ramón Gutiérrez y Ángela Sánchez Negrete, autores de una obra referente en materia de historia y arquitectura en la región llamada “Evolución urbana y arquitectónica de Corrientes”, el aporte de Col fue especialmente trascendente como para signar la identidad que todavía tiene la ciudad, y a la vez, insuficientemente reconocido.
Poco se sabe también de su vida personal, aunque los autores aseguran que no se enriqueció en los cargos públicos que le tocó desempeñar, y que se destacó también por fomentar el aprendizaje de conocimientos científicos y académicos que él poseía y que en la región todavía no eran tan extendidos.
Hasta ese momento, “la arquitectura de Corrientes entre 1810 y 1850 puede definirse como de transición. Ello implica por una parte la continuidad y las persistencias, y por otra, la renovación y las transformaciones. Persistía la arquitectura poscolonial, con predominio de las tradiciones locales, modos de vida, técnicas constructivas y valores simbólicos. Pero también, existe el cambio, con voluntades de renovación, basado en la necesidad de consolidar físicamente una realidad urbana y los nuevos valores del progreso y la modernidad. Hasta fines del siglo 19 la coexistencia se dará sin conflictos. La realidad “urbana” tenía mucho de rural y las limitaciones económicas y tecnológicas mantenían una producción arquitectónica dentro de la tradición maderera”, describen los autores.
Las diferencias entre “tradición” y “modernidad”, se planteaban en torno al uso de la madera y la existencia de la galería externa. Pero, hay un proceso de “modernización” tecnológica, cuando las columnas de madera que venían haciéndose artesanalmente desde la colonia, comienzan a tornearse en serie, dando lugar a columnas circulares. Progresivamente, la idea de modernidad y de prestigio estaba aceptada entre las elites correntinas, que debían aspirar a casas sin galerías frontales y de cubierta de azotea. La portada neoclásica que instaló el gobernador Ferré en el antiguo colegio Jesuítico (actual Colegio Nacional, donde funcionaba entonces la Casa de Gobierno), hablaba del pensamiento oficial sobre el tema.
El ordenamiento urbano trajo una necesaria renovación edilicia, con dramáticas demoliciones para alinear las calles. Otro cambio significativo sería la aparición de la idea de “fachada”, en lugar de una sucesión de patios. La utilización de rejas de hierro que reemplazan a las de madera identificaba las posibilidades económicas de los propietarios y era otro símbolo de prestigio.
La arquitectura de transición, marcaba la última fase de la arquitectura hispánica del periodo colonial, y abría el ciclo de la arquitectura clasicista italianizante.