Otto Ferber, médico veterinario, y Elsa Leonor Cabral, bióloga, son dos profesionales de extensa trayectoria, pero también dos entusiastas formadores que en su rol docente siempre buscaron que sus estudiantes no sólo aprendan, sino que se entusiasmen y apasionen por lo que hacían.
Llegado desde la ciudad de El Colorado en Formosa, Otto ingresó en 1960 como estudiante en la Escuela Regional de Agricultura, Ganadería e Industrias Afines (Eragia-Unne) y tras estudiar Veterinaria, se desempeñó en la escuela preuniversitaria de la Unne como profesor por más de 40 años.
Por su parte, Elsa, oriunda de la ciudad de Mercedes, Corrientes, estudió Profesorado en Biología, Licenciatura en Botánica y el Doctorado en Biología. Cosechó 45 años de trabajo como docente e investigadora, con tareas repartidas principalmente entre la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (Facena) y el Instituto de Botánica del Nordeste (Ibone).
El largo recorrido de ambos en la Universidad Nacional del Nordeste y en los distintos ámbitos que transitaron a lo largo de su vida, estuvieron además lleno de amistades y de “discípulos” como llaman a profesionales formados por ambos.
Pero el tiempo de la jubilación llegó para esta pareja, y esa instancia final en la carrera laboral no sólo no cortó su vínculo con la Universidad, sino que además los llevó a tomar una decisión con la que buscan manifestar todo su “agradecimiento” por lo que la Unne significó en sus vidas.
Otto y Elsa, hoy de 81 años y 73 años respectivamente, decidieron dejar sus bienes para la Universidad, al no tener herederos directos debido al fallecimiento de su único hijo Otto Federico, años atrás.
“No sabemos si es mucho o es poco esta donación para la magnitud de la Universidad, pero estamos seguros que era lo que teníamos que hacer”, expresó Elsa.
Legado
Recientemente el Consejo Superior de la Unne aceptó la donación, que consiste en una casa ubicada en el barrio Madariaga de la ciudad de Corrientes y un campo en la ciudad de Paso de la Patria, con cargo y usufructo vitalicio, es decir que la Universidad podrá usufructuar tras el momento del fallecimiento de los donantes.
La casa deberá destinarse al funcionamiento de un Jardín Maternal en beneficio de la comunidad universitaria, con el nombre de “Ottito” en memoria del hijo fallecido de la pareja.
El hijo de Otto y Elsa, Otto Federico Ferber, también se formó en la ERAGIA, posteriormente se graduó como Ingeniero Agrónomo en la UNNE y tuvo una auspiciosa carrera profesional en el INTA Sáenz Peña hasta su fallecimiento en el año 2014.
“Ottito como profesional siempre tuvo una estrecha relación con la Universidad, la sentía como su casa, y hasta el día de hoy muchas personas de la Universidad nos recuerdan anécdotas vividas con nuestro hijo”, expresó su madre.
En tanto, el campo, de 5 hectáreas entre las rutas “Provincial N°98” y “Nacional N°12”, se destinará a prácticas académicas y de investigación, especialmente orientadas a las actividades agropecuarias y estudios de naturaleza, con énfasis en la preservación de la flora y fauna del lugar.
“Nunca nos pusimos a hacer balances, pero ahora que estamos jubilados, con un poco más de tiempo, podemos reflexionar y ver lo que la Universidad nos brindó y lo que nos dejó brindarle desde los espacios que ocupamos, yo desde la botánica y Otto desde la ganadería”, reiteró la Dra. Cabral.
Sí considera que, más allá de la donación de sus bienes económicos, dejan también un legado para ellos más valioso, que es haber formado “discípulos”, es decir estudiantes y profesionales que además de la calidad en la formación disciplinar “sientan el gusto por la vocación”.