María José Alcaraz Meza
EL LIBERTADOR
Fue traída de Paraguay en 1845, escondida por Justo Rojas en su baúl, quien venía huyendo de las luchas en su país. En las afueras del pueblo jesuítico de San Carlos, levantó una capilla modesta donde su familia honró a la Virgen de la Natividad de generación en generación.
Su actual custodio, Arturo Carballo, tataranieto de quien trajo a esta «Virgen paraguaya» a tierra correntina, abrió las puertas de su capilla a los periodistas que participaron del recorrido organizado por el Ministerio de Turismo de la Provincia, a lo largo del Corredor Jesuítico Guaraní.
Acompañada por una corte de santos y mártires, la Natividad recibe a los devotos que se acercan con sus pedidos y promesas. Sobre el reclinatorio ubicado frente a ella, está puesta una camiseta de la Selección Argentina, en agradecimiento por el último gran triunfo como campeones en el Mundial Qatar 2022.
A un lado de la vitrina, la fotografía de una joven que se recuperó luego de haber estado en coma. No es la única imagen que provoca curiosidad en quienes se acercan a orar. Enmarcada en la pared, está el retrato de una mujer que extiende su mano para tocar el manto de la Natividad.
Se trata de Guadalupe Acuña de Carballo, la madre de Arturo, también inmortalizada en un mural del artista José Kura que se encuentra en el escenario del tinglado aledaño a la capilla. Allí, cada 8 de septiembre, se celebra con música la festividad de la Virgen de la Natividad, una gran fiesta de la participan peregrinos venidos de todas partes de la provincia, Chaco, Formosa, Misiones y Buenos Aires.
Según el relato hecho por Carballo a EL LIBERTADOR, cada año frente a su propiedad, en la angosta calle de tierra, se amontonan puestos de feriantes que aprovechan el caudal de devotos que en esa fecha se acercan a San Carlos para ofrecer sus comidas y artesanías.
Son casi 200 años de historia de esta familia de custodios de la Virgen, que hasta la actualidad conservan el lugar como capilla privada, siempre abierta a quienes buscan en su fe mariana, el consuelo de la Virgen Madre, que aun teniendo que huir de su lugar de origen, es hallada por sus hijos, donde sea que esté.
LA ELEGANCIA DE UNA REINA Y SEÑORA
En la parroquia de Alvear, se conserva también una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, con una tez más oscura que otras. Según explicó la historiadora Marina Cuña a EL LIBERTADOR, es una imagen de vestir que tiene más de cien años, es decir, la base y parte del cuerpo es como una percha. «No hay otras de este tipo, ya que comúnmente las de ahora son talladas en yeso o en madera», acotó. Posee toda su indumentaria y sus joyas, que se colocan solamente los días de la festividad. El resto del año, tiene otros ropajes.
ELLA, LUZ QUE GUÍA
Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú se encuentra en la parroquia de San Martín de Tours, como una reliquia histórica y religiosa de gran valor para la comunidad. Se trata de la advocación de la Virgen de la Inmaculada Concepción según la guía Jesica Pérez.
«Fue tomada como Patrona Fundacional porque Roque González de Santa Cruz, el fundador de Yapeyú, llevaba a todos lados un cuadro con la imagen de la Inmaculada Concepción, a la que llamaba La Conquistadora. Él decía que era uno de los móviles que usaba para llamar la atención de los nativos y poder llevar adelante la conquista espiritual», explicó a EL LIBERTADOR.
Por esta razón, cada pueblo fundado por Roque González tiene a la Inmaculada Concepción como patrona.
Es una talla hecha en madera por manos guaraníes, de una altura no mayor a 60 o 70 centímetros. Sus rasgos se asemejan al rostro y cuerpo de los guaraníes, ya que todas las esculturas y tallas realizadas por ellos tenían esa connotación, siendo sus modelos las mujeres de su comunidad.
«Es conocida como Virgen Morena por el color que adquirió por haber estado mucho tiempo enterrada bajo los escombros de la Reducción destruida en 1817 por los portugueses. Una vez que se refunda Yapeyú, bajo el nombre de Colonia Agrícola General San Martín, con la llegada de los colonos franceses en 1860, es hallada en esos escombros de la antigua Iglesia Jesuítica y puesta dentro de la nueva capilla que fue construida por estos colonos que vinieron a repoblar el pueblo», contó.
Una vez que se inaugura el nuevo templo en 1899, adquiere un lugar protagónico con San Martín de Tours, pero no es la única pieza jesuita expuesta. «La otra es una talla más pequeña de una Virgen de la Asunción, pero que perdió todo el valor histórico ya que un sacerdote la pintó y no pudo ser restaurada», explicó Pérez.
La imagen de Nuestra Señora de los Reyes Mayos presenta un detalle, inevitablemente llamativo. En su mano porta un bastón de mando que a simple vista se puede apreciar que fue colocado mucho tiempo después de ser tallada.
Cuando la hallaron, la posición de sus manos reveló que sostenía algo que fue impreciso revelar qué era. Por investigaciones posteriores, se cree que una antorcha, ya que al ser La Conquistadora de Roque González, como una antorcha de luz lo guiaba para poder realizar las conquistas espirituales.
No obstante, el Vaticano en conjunto con el Arzobispo de Buenos Aires y otras instituciones determinaron que le fuera puesto un bastón de mando que hoy en día tiene en sus manos. «Lo importante es aclarar que ella nunca fue una generala, ni alguien que mandaba, sino que iluminaba al pueblo. Así que por eso creemos que más acertado sería tener esa antorcha de luz», recalcó Pérez.