Por Gustavo Adolfo Ojeda
Especial para EL LIBERTADOR
«Para la poeta y escritora Nilda Beatriz Sena, deseando que estas luciérnagas que habitan este libro la iluminen en sus creaciones que compartimos», reza la dedicatoria que la presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade) Catamarca, la ciudadana ilustre Hilda Angélica García, le envió a la escritora poeta y docente sanluiseña.
Es que los libros de la correntina llegaron a los valles calchaquíes, mediante un trabajo de intercambio que impulsa el gestor cultural de Catamarca Pablo Jiménez. A su vez, libros de autoras locales, entre ella los de Nilda, llegaron a la provincia cordillerana.
Comparte Nilda esta distinción junto a trabajos de Myrna Neuman; Pilar Romano; Elena Zelada; Gloria Pino; Any Rom y Rocío Palacios.
Volviendo un poco a Hilda García, cabe consignar que ha publicado quince libros en los géneros de poesía, narrativa y ensayo; es colaboradora de diarios y revistas del país y del extranjero, y su obra figura en numerosas antologías.
Ha obtenido premios y distinciones nacionales, provinciales y municipales, de instituciones oficiales y privadas.
Preside la Sociedad Argentina de Escritores filial Catamarca, a igual que Nilda preside la filial de San Luis del Palmar. Hilda, además, integra la Comisión Directiva de la Sade Central, a igual que Avelino Núñez de esta provincia y ambos son reconocidos en la esfera nacional por su impronta de gestión.
La escritora catamarqueña, que ha enviado libros a Corrientes, es Miembro Correspondiente de la Academia Cruceña de Letras de Bolivia y fue delegada del Fondo Nacional de las Artes de su provincia.
El Concejo Deliberante de San Fernando del Valle de Catamarca la declaró Ciudadana Ilustre, acorde a lo establecido en la Ordenanza 3.677 de este año.
Su último libro, Luciérnagas en las Hojas, se conoció en abril de este año y aún guarda el aroma de la tinta fresca.
Sobre su libro (Haikus), de ediciones del Bulevar, dice Graciela Maturo: «Hombre, naturaleza y Dios son polos intercambiables en la dinámica del haiku, activadora de la felicidad expresiva del poema. El Haikus tiene algo de ceremonial y ritual. Sintetiza en tres líneas un acto contemplativo y meditativo que puede haber germinado en largas horas y se agolpa en una imagen momentánea. Posee un contenido estético, moral y religioso que aproxima Belleza, Verdad y Bien en la indivisible unidad del Ser, pese a mantenerse al margen de las conceptualizaciones».
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