Por Graciela Villalba
EL LIBERTADOR
Un bebé prematuro es aquel que nace antes de las 37 semanas de gestación, enfrentando desafíos adicionales en su desarrollo y salud. En el hospital materno neonatal Eloísa Torrent de Vidal, actualmente hay 33 pequeños «guerreros» que reciben la atención de un equipo interdisciplicario de profesionales y sobre todo son custodiados incansablemente por sus valientes mamás.
Durante toda la semana, se realizaron variadas actividades por la Semana del Prematuro, con el objetivo de generar conciencia sobre los cuidados y necesidades especiales de los bebés nacidos antes de término.
Detrás de cada pequeño luchador hay padres que desafían sus fortalezas y que sus días trascurren en la sala enfrentando cada recaída, celebrando cada avance y esperando el momento en poder iniciar una vida en familia.
Son niños que nacen en casos con menos de un kilo, tan frágiles que requieren de controles especiales, generando cuidados que impiden muchas veces el contacto con su madre o si los tiene, son de tres o cuatro veces al día.
EL LIBERTADOR dialogó con varias mujeres que hace muy poco dieron a luz a bebés prematuros, que tuvieron sus partos de emergencia y compartieron sus emociones.
Muchas de ellas son de ciudades del Interior, que pasan jornadas solas, horas de angustia incontenible, que conforman comunidades con otras mamás que atraviesan por la misma situación.
Si bien muchos de los bebés resisten, hay otros pequeñitos que no logran sobrevivir pese a todos los cuidados intensivos que reciben.
Uno de los testimonios más fuertes es el de María, de Bella Vista, que tuvo prematuro por segunda vez. Su primer pequeño estuvo en incubadora 4 meses, pero no sobrevivió. Ahora está afrontando la misma situación, pero con las esperanzas firmes en que muy pronto volverá a su casa con su niña en brazos.
«Es algo raro para nosotras las mamás. Verle ahí adentro en una bolita de cristal. Ahora ya empieza a tomar pecho, así que poco a poco le voy levantando y ella me busca mucho», contó emocionada.
La relación madre-hijo es esencial para su bienestar. El contacto piel a piel, la lactancia materna y el cuidado afectuoso contribuyen al crecimiento y la recuperación de estos pequeños luchadores.
«Con los avances, hay mayor índice de sobrevivencia»
Así lo aseguró la doctora, Silvina Rocío neonatóloga del Servicio del hospital materno neonatal Eloísa Torrent de Vidal, quien además explicó que en la semana donde se buscó informar que «hay una institución con todos los equipamientos, terapias, con todo lo que hay que hacer, porque un prematuro no es solamente el nacer, sino después transitar una etapa en una neo y el post, el alta, que siguen viniendo a seguimiento».
Agregó: «Hace años ya Unicef está favoreciendo la Semana del Prematuro como un tema de concientización, para saber que es una problemática, que últimamente con el avance de la tecnología, hay chicos que sobreviven más, que antes lamentablemente no pasaba, y estos chicos también al sobrevivir más, requieren más cuidados, más interconsulta».
Sostuvo: «Yo siempre le digo a las mamás que todo se puede porque yo fui prematura, de un kilo, hace 50 años atrás, así que todo es posible».
Indicó que una base importante para prevenir estos partos prematuros, es el control de los embarazos. Nombró que la institución acompaña con: enfermeros, kinesiólogos, lactancia, nutricionistas, cirujanos, abarca una gran variedad de especialistas: «Todos tenemos nuestro corazón y nuestra lucha a que estos pequeños guerreros sigan adelante», declaró.
Madres luchadoras
María es madre por segunda vez de un bebé prematuro, el primero nació a las 26 semanas, 630 gramos y no resistió. Ahora, volvió al hospital neonatal y espera la recuperación de su pequeña Cristina, que llegó al mundo a mediados de octubre a las 35 semanas. «Se está recuperando, ya tiene 1 kilo 760 gramos. En cualquier momento ya voy a estar con ella», sostiene con una sonrisa en su rostro. Si bien su primera experiencia no fue buena, ahora sabe que tendrá que tener cuidados permanentes: «Cuando recién salen todo es un tema porque son muy delicaditos». «Venimos batallándola», empezó su relato Jimena Píndola, de Goya, quien el 30 de septiembre dio a luz a un bebé de 25 semanas con un kilo 100 gramos. «Al ser una bebé tan chiquita le dio neumonía, dos bacterias, pero la peleó. Ahora, ya hace 45 días que estamos aquí: subió de peso, bajó, pero me dijeron que es normal», señaló. «Yo veo a mi bebé tan pequeña, una cosita, que tiene una fuerza divina, y digo ¡guau!», describió con lágrimas en su rostro, quien señaló que la puede alzar, cambiar, pasar la leche por sonda: «Todo el tiempo la abrazo, le hablo y le digo Minerva, escúchame, yo soy tu mamá». Natalia Rigoni, de Mocoretá, es madre de una bebé que nació a las 30 semanas y que hace varias semanas se encuentra estable. «Estamos contentas que ya estamos por salir. Siempre tenés que venir con buena energía para pasarle a tu bebé toda esa energía para que ella salga», aseguró. Agregó: «No es fácil estar acá. Es muy chocante ver muchas mamás que salen, otras que salen muy destruidas, que pierden a su bebé. Y vos estás pensando que tu bebé está en la misma situación. Que esto es día a día. Y que hoy está estable y después puede empeorar como puede mejorar».
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