El 2025 está a la vuelta de la esquina, aunque tiene una parada previa que se dará el 11-J y el 22-O, que contribuirán a definir el escenario electoral de un año bisagra que será el del turno venidero.
Uno de los epicentros de la disputa será la ciudad fronteriza. El paso de Valdés y Colombi dejó mucha tela para cortar, así como la decisión de «Peteco» de afianzar su presencia con la apertura de una casa que atenderá, más allá de octubre. Con todo, lo que ha colocado al territorio libreño en el centro de la escena ha sido la pretensión de «Tincho» de levantar su perfil, con pretensiones de jugar en la cancha grande de la política provincial. No es fácil para un jefe comarcal pasar de categoría, y menos siendo del PJ.
En el boxeo, pasar de una categoría a la siguiente es todo un desafío. En la política no es menos. Y en Corrientes, mucho más. Hay que tener espaldas y, aun sabiendo que en el riesgo está la ganancia, de lo que se trata es de no arriesgar -valga la redundancia- el terreno ganado.
Llegar, se llega. Muchas veces, de manera imprevista o en función a circunstancias exógenas como puede ser el fuerte arrastre que produce una elección polarizada en el marco provincial, o el propio desgaste del oficialismo hasta entonces gobernante. La ambición, como en otros órdenes, no es lo mejor. Administrar el crecimiento no es tarea fácil y menos el lidiar con las naturales internas palaciegas que, en el área chica de cualquier oficialismo, producen estragos inesperados, aunque absolutamente previsibles, en lo que es el ABC de la política.
Hay un momento en el que hay que tomar una decisión que, como toda, deja ganadores y perdedores. Es lo que se advierte en el oficialismo libreño. Aun sin tener la confirmación de un espacio concreto en la grilla, que peleaba con la Intendencia de Mercedes, «Tincho» no manejó bien los tiempos y expuso el nombre de su hermana Celeste, bajándole el pulgar, de manera desprolija, al diputado Arias, un peso pesado dentro del bloque del PJ de Diputados.
Esta circunstancia pudo ser atemperada si Tincho hubiera acompañado esa traumática decisión con la nominación anticipada de que sería Arias quien representara al espacio para pelear la Intendencia. Algo, además necesario, esto de no dejar que los tiempos no permitan una instalación en la sociedad.
Esto no se ha dado, con lo cual hay una herida abierta que podría infectarse, más allá de la consabida diplomacia de Arias. Una hermana promovida para una banca y la otra para la Intendencia pareciera ser demasiado no sólo para el propio Arias, sino también para el poderoso secretario de Gobierno, Javier «Tata» Sigilo, que hoy tiene el pleno control de los fondos y obras municipales. Es considerado -por muchos- con pergaminos suficientes y experiencia de gestión como para darle continuidad a la gestión peronista.
Las diferencias son miradas de reojo no sólo por los oponentes internos. Diego Figueredo, pero también Sebastián Pardo, que acaba de dar un portazo sonoro al irse, de mala forma, del Gabinete, resignando la Secretaría de Seguridad.
Y, en este contexto, pareciera lógico que el radicalismo entienda que es el momento de, al menos intentar recuperar la Comuna en 2025, aunque la definición de la puja parecería se limitaría al propio peronismo.
La -si se quiere- audaz irrupción de Ascúa en el plano provincial se da, además, en un contexto de absoluta soledad en el propio PJ. Los intendentes, que antes lideraba, tienen visiones opuestas, con el agravante de que conserva el estigma de haber sido funcional a Gustavo Valdés en 2019, y una vinculación extrapartidaria que hoy hace ruido, y mucho, en el peronismo, que apuesta a recuperar su identidad luego de varias desilusiones sufridas por la liviandad, en el análisis, al momento de ceder espacios.
No faltan quienes recuerdan las experiencias de Víctor Cemborain, Gerardo Bassi, «Tata» Sananez o el propio «Tape» Caram, quien hoy tiene la espada de Damocles de un juicio oral y público cuya fecha se fijará para después de la feria judicial, en una causa elevada a juicio donde la legislación provincial y los precedentes jurisprudenciales del Superior Tribunal, convalidados por un fallo unánime de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (en la causa Abib versus Mirta Salazán), consideró que un procesamiento firme, conforme a la taxativa disposición de la norma constitucional local, es impeditiva para asumir como diputado. Algo que pareciera haber tenido en cuenta el Jefe comunal mercedeño, que optó por pelear la banca para Marcos Otaño, de modo de no quedar expuesto a lo que la Cámara de Diputados determine al momento de la jura en el análisis de los diplomas.
Con todo, en el peronismo hay preocupación. No sólo porque en los hechos «Tape» es un peronista que no termina de ponerse la camiseta, sino porque se entiende que una banca para Mercedes quedará de rehén, con una variable de ajuste de las idas y vueltas de la relación en la cúpula radical, que se cobró una primera víctima con Cemborain, que finalmente quedó al descampado. Una suerte que podría seguir su delfín que, como otros delfines, terminaron desconociendo a su mentor.
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