En la zona Sur de la Capital funciona desde hace nueve años un refugio que sirve de gran ayuda a muchas personas que atraviesan momentos de angustia. Se trata de la parroquia Nuestra Señora de Itatí, que ofrece albergue a pacientes oncológicos de bajos recursos, que llegan de distintas localidades del Interior para realizar sus tratamientos, así como a aquellas personas que tienen a sus hijos en el hospital Materno Neonatal.
Administrado por el padre Roberto Pini, este espacio surgió justamente con la idea de darles un refugio para que no pasen las noches en la calle. «Nosotros estamos cerca del Vidal y, en su momento, nos tocó ver que había gente durmiendo en los pasillos o la vereda porque no tenían donde ir ya que tenían sus familiares internados y en la mayoría de los casos se trataba de gente muy humilde que apenas contaban con lo puesto. En la parroquia ya funcionaba el comedor, pero después de ver esas situaciones, decidimos comenzar a trabajar con el refugio para poder ayudarles en ese momento de angustia y necesidad», dijo a EL LIBERTADOR.
Teniendo en cuenta esto, mencionó que el único requisito que piden a quienes acuden al lugar es un comprobante médico de ellos o de las personas que acompañan. «Nosotros no tenemos capacidad para atender a todos los que están en situación de calle, por eso nos abocamos a estos casos más urgentes», explicó el párroco.
Hoy, albergan un promedio de 30 personas a diario. Allí, además de tener una cama en donde dormir, todos ellos pueden higienizarse, almorzar, cenar, lavar sus ropas y estar el tiempo que necesiten hasta tener que volver al centro de salud o a sus localidades de origen. En cuanto a la limpieza, el Padre contó que ellos mismos se encargan de cuidar el espacio que se les brinda y además cuentan con una guardia que les ofrece seguridad.
EL COMEDOR
Sobre el comedor al que hizo referencia, se trata de otro servicio a la comunidad que realizan en la parroquia. En el lugar un grupo de voluntarios prepara y reparte unas 200 viandas por día a las familias del barrio. «Nuestra prioridad es que los adultos mayores y los niños reciban esos alimentos», agregó.
Una cadena solidaria
que les permite continuar
El refugio se mantuvo en funcionamiento durante toda la pandemia, e incluso recibieron algunas personas de otras provincias que debían realizar tratamientos urgentes y no tenían dónde parar. «Por gracia de Dios y la protección de la Virgen sólo dos meses estuvimos aislados, pero fue por gente que se contagió afuera», contó.
El trabajo que llevan adelante es a pulmón y se sostiene, según contó el Padre Pini, de la colaboración de personas que, con sus donaciones, les permiten continuar con la obra solidaria. Por eso, vale recordar que todo tipo de aporte es bienvenido, más aún en este contexto donde afloran muchas necesidades.
Tal cual enumeró, lo que más hace falta son alimentos, especialmente los no perecederos, para poder preparar las viandas que se reparten a diario y la comida de las personas en el refugio. De la misma forma, los productos de limpieza y de higiene personal para mantener el lugar en buenas condiciones y ayudar a quienes pasan los días y noches allí.
Pero también, hacen colectas de ropas en buen estado y abrigos para adultos, e incluso algunos medicamentos, que luego son entregados a personas de bajos recursos.
«Los que quieran colaborar pueden dirigirse en cualquier momento a la parroquia que se encuentra casi en la esquina entre la continuación de Salta y la avenida Teniente Ibáñez. Pueden dejarle las donaciones a la persona que esté, y tienen mi número de teléfono 3794-691-279 para cualquier consulta o duda», completó.