«Mi papá contaba que cuando iba a trabajar, todos los días veía un cartel que los alertaba de la posible pérdida humana en la obra. Entre 70 y 100 obreros podían morir trabajando allí. Él decía que veía esos números y se repetía: ‘Ojalá que hoy no me toque a mí’. Pero asumió el riesgo y siguió yendo hasta que lo terminaron». Esa es una de las tantas anécdotas con las que Nancy Sarasúa habla de la valentía de su papá, don Francisco, el último correntino vivo que participó en la construcción del puente General Belgrano.
El miércoles 10, el paso interprovincial cumplió 50 años. Un día antes, la familia de don Francisco Sarasúa recibió en su nombre el título honorífico de Mérito al Ciudadano. Fue un reconocimiento post mortem ya que este valiente obrero que trabajó los cuatro años y medio que duró esa obra, falleció el jueves 6 de abril a los 72 años.
Nancy, docente, historiadora y escritora, habla de su papá en presente. «No me gusta decir que no está. Mi papá está presente en cada centímetro del puente General Belgrano. Él y todos los obreros que ya no están», dijo a EL LIBERTADOR. Fue ella quien impulsó las actividades, tanto en el Chaco como en Corrientes, para recordar a los trabajadores que levantaron la imponente estructura que domó al río Paraná.
EJEMPLO
Francisco Sarasúa nació el 13 de marzo de 1951, en la Capital correntina. Vivió en el barrio Bañado Norte y se enteró de que iban a comenzar los trabajos en el viaducto cuando tenía 21 años. En una entrevista para el documental «Los héroes del Puente», realizado por alumnos de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Nordeste, él contaba que comenzó a trabajar en la construcción como maquinista y que aprendió mucho gracias a los italianos a cargo del proyecto. «Ellos querían gente ‘guapa’, que trabaje y no tenían problemas en enseñar», dijo entonces.
Nancy contó además que su padre recordó toda la vida su tiempo como obrero del puente. «Él siguió trabajando en otras obras, en construcción de viviendas, también haciendo caminos para Vialidad Nacional. Pero su mayor orgullo fue haber sido parte de la edificación del General Belgrano».
Sobre los riesgos de ser operarios en una obra tan importante, la historiadora también comentó que su padre tenía muy en claro que todo el tiempo podría ocurrir algún accidente. «Ellos tenían que ser extremadamente cuidadosos, porque un descuido significaba que podían lastimarse o lastimar a sus compañeros. Ponían en riesgo su vida por hacer esto que fue tan importante y le cambió la vida a tantas personas», agregó.
Francisco tenía siempre presente a los trabajadores que murieron armando la estructura del puente. Pero también le contaba a su familia que entre todo el esfuerzo y el miedo permanente de sufrir un accidente, había algo que lo maravillaba. «Mi papá decía que le encantaba ver desde las alturas a los aviones que subían y bajaban en la zona de lo que hoy es el Ex Aero Club. Quiso el destino que cuando se casó con mi mamá, ese fue el barrio en el que se quedaron a vivir», rememoró Nancy.
Sobre reconocimiento que recibieron el martes, cuando su papá ya no estuvo, ella remarcó: «No llegó tarde, él sabía desde septiembre del año pasado que se lo iban a dar. Y se encargó de contárselo a todo el barrio», dijo entre risas.
También mencionó que en noviembre del año pasado, lo homenajearon junto con los obreros de la otra orilla, en la Legislatura del Chaco. «Estaba muy feliz, fue un momento hermoso para él y para nosotros», recordó.
Su familia fue, justamente, su gran pilar. «Pocos saben que cuando se inauguró el General Belgrano, la empresa se lo quiso llevar a él y a otros tantos obreros para construir el puente Zárate-Brazo Largo. Pero él dijo que no. Eligió quedarse con mi mamá y mi hermano y yo, que ya estábamos en este mundo».
Nunca se arrepintió. Junto a su esposa, Benita Gómez tuvieron seis hijos: Alejandro, Nancy, Mabel, Sonia, Javier y Fernando. Fueron todos ellos, su más grande orgullo. «Mis padres sólo tenían sus estudios primarios, pero siempre se ocuparon y preocuparon de que todos estudiemos. Hoy, gracias a Dios, somos todos profesionales. Mi papá estaba muy orgulloso de eso».
A Francisco le diagnosticaron un tipo de cáncer por el que falleció a principios de abril. Sin embargo, como dice su hija: «Él no se fue. Está en el puente, con sus compañeros, en el punto en donde se une con el cielo».
Una historia de curiosidades
Nancy Sarasúa, hija de Francisco, es también quien escribió «Historia del puente General Belgrano», el primer libro con datos históricos sobre el viaducto. El pasado miércoles 10, una de las actividades en homenaje a los 50 años de la imponente estructura, fue la presentación de este texto, en un encuentro organizado por la Sociedad Argentina de Escritores (Sade) Corrientes, en la plaza Vera. Allí la historiadora contó varias curiosidades relacionadas con la construcción de esta obra.
Dijo, por ejemplo, que el día de la inauguración en 1973, «estaba sin terminar, le faltaba la iluminación y las defensas. Esto pasó porque si se esperaba hasta el 25 de Mayo, la obra iba a ser inaugurada por otro gobierno. Dijeron, ‘esto lo construimos nosotros, de ninguna manera se la vamos a dejar inaugurar a otros'», explicó la docente.
Otra de las cuestiones era que se trabajaba las 24 horas, todos los días; sólo se paraba en señal de duelo, cuando fallecía un obrero. «Y se les pagaba muy bien y a las familias de los fallecidos se las indemnizaba», recordó.
La elección del nombre también conlleva una anécdota. «La Junta de Historia de Corrientes propuso que se llame Juan Torres de Vera y Aragón. Pero a los vecinos del Chaco no les gustó. También se propuso Ñanuba, que significa ‘abrazo’, pero otra vez se opusieron en la otra orilla. Y el día de la inauguración, el presidente Agustín Lanusse, impuso por decisión unilateral el nombre General Manuel Belgrano. Aunque nuevamente hubo quejas en la otra provincia, porque Belgrano cuando pasó por la zona, estuvo en Corrientes, no en el Chaco. Pero no les hicieron caso y quedó así hasta hoy».
Respecto de los trabajadores, no hay un registro fiel de cuántos fueron. Se estima entre 800 y 1.000, variando por el momento de la obra. Lo mismo en el caso de los fallecidos. «Para Vialidad Nacional, sólo hubo cinco muertes. Pero por testimonios y cruzamiento de datos, estimamos que fueron trece. Todos fueron héroes», completó.
.