El Gobernador de Jujuy antepuso las conveniencias económicas de su Provincia a su rol de timonel del radicalismo nacional al dar el visto bueno para un nuevo aumento de impuestos. La decisión de Morales, si bien acompañada por otros dos gobernadores opositores, entre los que no está el Jefe de Gobierno porteño, molestó a la UCR nacional y a la mesa de Juntos por el Cambio que apunta a la diferenciación en un marcado rol opositor.
03-POLITICA-22A las provincias como a las intendencias en general les cuesta, a la hora de las decisiones políticas, mantener su identidad cuando las cuentas aprietan y el poder superior, sea el nacional o el de los respectivos gobernadores provinciales son impiadosos a la hora de exigir contrapartidas en el marco del «toma y daca» que domina la escena negociadora.
Desde el radicalismo nacional volvió a ponerse sobre el tapete la recurrente actitud del gobernador jujeño, uno de los mandatarios provinciales con mayor llegada a la Casa Rosada que lo considera funcional a las necesidades políticas del Gobierno nacional. La posición pendular de Morales le sirvió para tener el ok del poder central para frenar el avance a la Intervención del Poder Judicial de su provincia, como la de lograr mantener en prisión a la líder de la Tupac Amaru Milagros Salas, archienemiga del Gobierno provincial.
En los últimos meses, todas las administraciones opositoras vieron recortados los fondos nacionales, con la excepción de Jujuy, que logró ser incluida en el listado de provincias a las que se giraron fondos de Aportes del Tesoro Nacional (ATN).
En la mesa nacional de Juntos por el Cambio, la movida de Morales tampoco cayó bien, aunque no causó sorpresa. Sus máximos referentes tienen en claro que el gobernador jujeño, de baja consideración en términos electorales, apuesta a la acumulación de poder para negociar hacia afuera y hacia adentro espacios de poder, consciente que ni en una interna partidaria, ni en las elecciones generales es un dirigente que haya logrado perforar la natural indiferencia del electorado en el cual no ha logrado instalación como figura entre los que juegan en primera con posibilidades reales de ganar un espacio propio.
De los cuatro distritos que gobierna el radicalismo sólo la Capital Federal se mantuvo en sus trece, en parte porque tiene mayor autonomía financiera, en parte porque descuenta un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a su favor que oxigenará sus cuentas y, en mayor medida, porque Horacio Rodriguez Larreta, que sigue siendo el favorito para quedarse con la candidatura mayor de la alianza opositora, prioriza su proyección presidencial para lo cual apunta a ser la cara visible de un discurso que armoniza su rol opositor con la moderación con la cual apuesta a penetrar en su segmento electoral del hoy oficialismo nacional para el cual, está claro, el limite es Mauricio Macri.
La audaz movida de Morales abre un debate complejo puertas adentro del espectro opositor donde, con mucho esfuerzo, se logró revertir el shock que representó el duro enfrentamiento público entre el Gobernador de Jujuy y el senador Martin Losteau, que devino en la ruptura del bloque en la Cámara de Diputados de la Nación.
En los últimos días, se especuló con la posibilidad de una reunificación de la bancada radical como correlato del acuerdo político en la conformación del Comité Nacional, donde el sector que apadrina Coty Nosiglia se quedó con la Vicepresidencia segunda y la tercera parte de los integrantes de la mesa nacional.
En este marco, no resulta fácil predecir cómo actuará el resto del radicalismo y los socios de la alianza frente al acuerdo gestado por Morales que no tuvo el visto bueno previo de las conducciones orgánicas del partido ni de la Alianza. Con todo, y más allá que, por cuidar las formas quizás no hayan sino manifestaciones aisladas, lo cierto es que el nuevo Presidente del Comité Nacional volvió a quedar en la mira acrecentando la desconfianza que a través de los años supo sumar.
PANORAMA
Con el telón de fondo del 2023, la alianza que hoy muestra como principales figuras anotadas a Larreta, Patricia Bulrich y Facundo Manes, se cuida de no aparecer avalando negociaciones que le quiten margen de maniobra en términos electorales. En este contexto, el aval de Morales implica contradecir una línea discursiva, en un momento en el que todo aumento de impuestos contradice la posibilidad de crear las condiciones para el despegue de la economía.
Lo que queda claro, porque la experiencia lo demuestra una y otra vez, es que ningún Gobernador tiene espaldas para conducir al conjunto de un partido frente a las naturales presiones del poder central, asi como que ningún intendente puede apuntar a la conducción política en su provincia porque es, a la postre, rehén de las necesidades de los gobiernos locales que a la hora de apretar saben como hacerlo.
En el caso de Corrientes, esto lo vivió el justicialismo cuando Fabián Ríos fue intendente de la Capital. Las sucesivas capitulaciones frente al oficialismo provincial llevó a perder el Municipio primero y luego la Provincia, al anticipar las elecciones municipales. Lo propio ocurrió dos años atrás con el llamado grupo de los Intendentes, funcional plenamente por entonces al Gobierno provincial, que contribuyó decididamente para que con una oferta electoral débil terminen haciendo que el peronismo pierda el control de los dos tercios en el Senado.
En lo que hace a la Provincia de Corrientes, sus números generan preocupación. No es un secreto. Valdés, sin las responsabilidades directas que tiene su par jujeño, podría obtener beneficios para alivianar las cuentas, a la vez que no pagará el costo político que sí se le facturara a Morales, quien más allá de haber logrado mayor número de convencionales para ser ungido presidente del partido, lejos está de tener el poder real que muchos atribuyen al eterno operador en las sombras, el misionero Enrique «Coty» Nosiglia que, desde hace cuatro décadas, mueve los hilos en el centenario partido.
Recuerdan los que vivieron el triunfo de Raúl Alfonsin en el 83 que, instalada la plana mayor ganadora en el hotel Panamericano de Carlos Relats, luego de conocerse los nombres de quienes integrarían el gabinete, alguien le preguntó al líder radical por Nosiglia, al que no se lo había mencionado en el listado.
La respuesta de Alfonsin muestra el perfil de quien hoy sigue siendo pieza central del armado nacional de Juntos por el Cambio. «A él hay que darle un despacho con dos teléfonos y dejarlo operar».
Un hombre que maneja como pocos la información, cultiva un perfil más que bajo pero cuya palabra es respetada en todos los ámbitos, sean empresarios o políticos, y con línea directa a todas las terminales de la política nacional. El peronismo supo tener, hasta hace unos años, un émulo de Nosiglia, el «Chueco» Masson aunque sin el vuelo y los quilates del misionero que ha sido tapa en la última edición de la revista Noticias.
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