Frente a una reducida cantidad de personas, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stonovnik presidió la misa en homenaje a San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y del hospital Escuela. La ocasión fue propicia para referirse a la pandemia y dejar mensajes de aliento a personas que padecen algún tipo de enfermedad, a sus familiares y todo el personal de salud.
«Nadie quiere la pandemia, evidentemente nadie quiere una enfermedad pero son inevitables, como la muerte es inevitable, nadie la quiere, pero el tema es cómo las enfrentamos, si sabemos enfrentarlas nos amplía horizontes», señaló en diálogo con EL LIBERTADOR.
Además dejó un claro mensaje a pacientes que se encuentran en el Hospital de Campaña y a sus seres queridos: «En primer lugar, solidaridad, porque sabemos que sufren mucho. No poder estar con el pariente enfermo, es un sufrimiento muy grande. Sufrimiento también de aquellos que tuvieron que despedir a sus familiares sin poder verlos, entregándoles la urna. A todos ellos: no se desanimen, no tengan miedo, Dios nos abraza siempre, aún cuando tengamos que pasar por estas situaciones que no las quiere nadie».
«Dios lo quiere adulto por eso los acompaña para que con él enfrentemos las adversidades que nos toca vivir. Por eso el Papa dijo: ‘de esto, la humanidad tiene que salir mejor’, pero evidentemente mucho depende de nosotros».
A los enfermeros les transmitió: «Sigan adelante, tengan confianza, no tengan miedo, sigan sirviendo generosamente porque son los primeros beneficiados».
PODAS
En su homilía, Stanovnik se refirió a las podas: «La poda, como la enfermedad o cualquier otra limitación que aparentemente nos disminuye, por ejemplo, esta pandemia, pueden convertirse en una providencial ocasión para crecer y madurar, es decir, para alcanzar una mayor libertad y, en consecuencia, más capacidad de entrega generosa de la propia vida a los demás. Acaso no es esto lo que vemos a diario en tantas personas que de un modo silencioso y perseverante dan de sí mismos hasta el límite de sus fuerzas».
Ante ello explicó: «El señor nos poda y la poda duele en el momento de la enfermedad. Un ejercicio muy interesante, cuales son las podas que atravesamos desde que somos concebidos, cuales son las podas que venimos pasando, una poda importante es el nacimiento, nos sacan de un lugar comodísimo y tenemos que salir a la intemperie es una poda muy grande. Luego, cuando pasamos de la niñez a la adolescencia, otra poda. También de la adolescencia a la juventud, ahora se extiende la adolescencia porque cuesta esa poda, cuesta dejar».
Aseguró que en la vida se sufre muchas podas, las cuales son necesarias para la vida, «porque sino nos quedamos chiquitos en nosotros mismos y no disfrutamos de la vida. Entonces, la invitación es animarlos a ser podados para dar frutos de libertad, y la libertad nos ayuda a fraternizar más, a descubrirnos de otra manera entre nosotros».
Plegarias de protección de enfermeros
En el salón auditorio del hospital Escuela, se realizó la misa en honor a San Camilo: «Todos los años nos encontramos aquí con la familia camiliana y el personal, que prestan sus servicios en este hospital, para honrar la memoria de San Camilo y orar por nuestros enfermos, sus familiares y por todos nosotros», comenzó el Arzobispo.
La historia da cuenta de la juventud disipada y convulsionada de Camilo, y de su temperamento rebelde y agresivo. Una llaga en la pierna lo obliga a ir al hospital. Allí se enfrentó al dolor, experimentó la condición penosa en la que se encontraban los enfermos. Esto lo conmovió profundamente, lo hizo pensar y cambiar de vida. Desde entonces, se quedó con los enfermos y vivió para ellos.
«Excelente síntesis de la humanización en la atención médica: profesionalidad y humanidad en el servicio al paciente, que continúan siendo hoy para nosotros un ejemplo, una invitación y una llamada que nunca pierde actualidad», explicó.