Hace unos días, la Fundación Rewilding Argentina dio a conocer una noticia que causó conmoción en la comunidad: Charrúa, un ejemplar de guacamayo rojo que nació en libertad gracias al trabajo de la reintroducción de la especie al gran humedal, recibió una seria lesión cuando volaba sobre la localidad de Concepción. Se tiene la sospecha de que los responsables son menores de edad y la herida fue tal que el animal no resistió pese al esfuerzo de los veterinarios que intentaron salvarlo. Ante este hecho lamentable, los especialistas volvieron a insistir con una advertencia sobre estos elementos que son utilizados como juguetes por los niños y que representan un gran peligro para ellos y para la vida animal.
Ya en publicaciones anteriores, EL LIBERTADOR difundió datos sobre las graves consecuencias que tienen, especialmente para las aves, esta costumbre violenta arraigada en la comunidad. «Es algo más bien cultural que lamentablemente no se pudo erradicar todavía de nuestra sociedad. Desde el centro, mediante la educación ambiental e información, lo que queremos es que nuestras futuras generaciones aprendan que matar o lastimar no es un juego. Y que los padres sean responsables a la hora de darles un arma de este tipo, que lastima y que no les enseña absolutamente nada a los niños», dijo entonces sobre las hondas, resorteras o gomeras, Catalina Mancedo una de las especialistas que trabaja en el Centro de Conservación Aguará.
En esa oportunidad, la especialista ya había advertido que es muy difícil salvar a un animal una vez que fue alcanzado por un proyectil lanzado por una gomera. «Lamentablemente, la mayoría de los casos que atendemos no son exitosos justamente por el grado de fractura o por la herida que tienen por estos proyectiles. Así que hay un muy bajo porcentaje de los que pueden rehabilitarse de forma exitosa y ser liberados», expresó.
«Las personas que usan las gomeras u hondas, fracturan picos, por lo que el animal no va a poder alimentarse y los condenan muchas veces a tener que vivir en cautividad y a tener dependencia del humano toda la vida porque no pueden volar o alimentarse solos. Fracturan sus alas, sus patas y los convierten en animales que, lamentablemente no pueden ser liberados», agregó.
INDIGNACIÓN
La semana pasada, el Rewilding informó en sus redes oficial que uno de los tres guacamayos juveniles que nacieron en libertad en los esteros del Iberá en el año 2023, había sido abatido por el impacto de una gomera en la localidad de Concepción del Yaguareté Corá. «Si bien fue rápidamente atendido, a causa de la gravedad de la herida, a los pocos días, Charrúa murió», se lamentaron.
Se trataba de Charrúa, que junto a Pampa y Toba habían iniciado un importante recorrido aéreo más allá de su lugar de nacimiento. «Charrúa fue el primer guacamayo muerto a manos de personas en 10 años de proyecto. Esperamos que este caso sirva como ejemplo del terrible e innecesario daño que podemos infligir a la fauna y de la necesidad de seguir concientizando en el camino de lograr la coexistencia con todas las formas de vida con las cuales compartimos el planeta», expresaron.
De igual forma y pese a la tristeza por la pérdida, destacaron el accionar de muchas personas en el lugar donde el ave fue herido de muerte. «Las comunidades del Iberá en su conjunto se han convertido en guardianes de la fauna que retorna y acompañan y cuidan a cada uno de los animales de las distintas especies que visitan sus localidades. Prueba de esto son los numerosos mensajes, fotos y videos que recibimos cada vez que un animal se aproxima a los pueblos. También que una familia de Concepción haya rescatado a Charrúa y dado aviso de su estado a pesar de que terminara falleciendo».
La muerte de este guacamayo representa una pérdida irreparable, pero, como señalaron los especialistas, es también un mensaje para seguir trabajando en la educación como única herramienta para que las futuras generaciones continúen trabajando en el cuidado y la protección del medio ambiente.

