El arzobispo emérito de Corrientes, Domingo Salvador Castagna, en su homilía de la Solemnidad de Navidad, insistió en el contenido único de la celebración cristiana, el Nacimiento de Cristo, sin dejar de admitir que «es obvio que sin una instrucción sobre el Misterio del Verbo encarnado, se confundirán los más inteligentes e inventarán torpes sustituciones» y lamentó que «es entonces cuando se produce una corriente idolátrica imparable», afirmación coincidente con le mensaje del Papa ayer en la bendición Urbi et Orbi (A la Ciudad y al Mundo), desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Allí, con su corazón y palabras puestas en las guerras y el hambre que sufre la humanidad, Francisco pidió vencer el letargo del sueño espiritual y las falsas imágenes de la fiesta que hacen olvidar Quién es el homenajeado, que se salga del bullicio que anestesia el corazón y conduce a preparar adornos y regalos más que a contemplar el Acontecimiento: «El Hijo de Dios que nació por nosotros», pues de hacerlo y celebrar así Navidad, las guerras y habrunas no existirían.
Como cada lunes, EL LIBERTADOR publica la homilía de monseñor Castagna, también lo hace en esta ocasión anual trascendental, de quien cabe recordar además es Ciudadano Ilustre de la Provincia por Declaración de la Legislatura correntina en pleno y acompañada por el Ejecutivo provincial, y en cuyas aleccionadoras palabras sostuvo que «la Navidad, que hoy celebramos, trae toda la novedad del amor divino. Por ello elegí el prólogo del Evangelio de San Juan, proclamado en la Misa del día. Un texto, que en el rito preconciliar de la Misa se incluía como un anexo». Afirmó seguidamente que «este prólogo es un compendio irreemplazable para comprender este Misterio ¡Cuánto inspira en el momento de comprender y celebrar la Navidad! Es preciso escucharlo o leerlo, de manera continua, como se recita el Credo. Jesús es el Verbo, pronunciado eternamente por el Padre. No llegamos a Dios, sino por Cristo, el Verbo hecho hombre. En consecuencia, sin su conocimiento, el mundo no atina con la orientación trascendente de sus realizaciones históricas».
Puntualizó entonces que «la fidelidad a Cristo del Apóstol joven, es modélica y orientadora de nuestra propia fidelidad.
UNA TRISTE
CORRIENTE IDOLÁTRICA
«Es urgente -dijo Castagna-, que el mundo entienda que Cristo es el Camino que conduce a una verdadera relación personal con Dios. El mismo Juan lo pone en labios de su Maestro: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto'» (Juan 14, 6-7).
Fue aquí cuando manifestó que «es obvio que sin una instrucción sobre el Misterio del Verbo encarnado, se confundirán los más inteligentes e inventarán torpes sustituciones. Es entonces cuando se produce una corriente idolátrica imparable» y lamentó que «algunas expresiones navideñas aparecen con inocentes tonalidades folclóricas, que no alcanzan para conducir a la verdadera Navidad. La predicación apostólica se pone al exclusivo servicio de un pueblo que reclama -quizás sin expresarlo- su necesidad de encontrar a su Salvador».
Luego, comentó que San Juan «sabe, desde su viva experiencia, que los hombres no hallarán la Verdad que buscan si no se adhieren a Cristo por la fe. Será el Apóstol preferido, aunque no de mayor jerarquía; lo precederá Simón Pedro», pero «la percepción del Misterio de Cristo -que lo destaca- aportará espontaneidad juvenil y sabiduría sobrenatural a su predicación».
Agregó que «sus cartas y el Evangelio (de San Juan apóstol), redactado a edad muy avanzada, nos ofrecen una visión meridiana de fe, para intuir y testimoniar la divinidad de su Maestro y Señor. El pequeño Niño, recién nacido de María Virgen, es Dios verdadero. Vino y viene a salvarnos. Por ser Dios es nuestra Salvación, y por ser hombre se constituye en el único Camino que conduce hacia Él mismo, como Salvador».
DIOS TIENE DERECHO
A SER ESCUCHADO
Tras ese análisis, el Arzobispo emérito no pudo menos que exclamar: «¡Qué lejos está el aparatoso festival de luces navideñas, que hoy instalan los hombres!» y al mismo tiempo destacó que «se nos presenta la ocasión de superar esta incomprensible e imperceptible anomalía. La Palabra de Dios tiene todo el derecho de ser escuchada. El mundo, agobiado por sus cosas, necesita salirse del pantano y recorrer un nuevo camino. Dios viene en su ayuda, ofreciéndole el único Camino. Ésa es la auténtica Navidad. No entenderla así es confundirla con un cuento de hadas. La Navidad es verdad, toda verdad. Reencontrarse con ella es encontrarse realmente con el Dios Salvador».
«Constituirá una fiesta popular, robada a la fe cristiana. Nada más»
Hacia el fin de su homilía, arzobispo emérito de Corrientes, Domingo Salvador Castagna, advirtió a los cristianos y -como siempre-, a personas de buena voluntad que «se nos ofrece actualizar la Navidad original, en la que hoy celebramos. De esa manera, demostraremos que el mensaje navideño no ha perdido vigencia. Cada año se repite la memoria del Nacimiento de Jesús. Quien es eterno, se ciñe al tiempo. El amor de Dios no tiene límites ni fronteras».
«Nuestros coetáneos reciben el mensaje navideño de quienes creen y regulan sus vidas de acuerdo con su contenido. De otra manera la Navidad no será la de Nuestro Señor Jesucristo. Constituirá una fiesta popular, robada a la fe cristiana, que ofrece la ocasión de reunirse entre familiares y amigos. Nada más».
«Es vital recuperar su identidad, aún para quienes no creen. Al desear feliz Navidad, a quienes amamos, ofrezcámosla de verdad: Jesucristo, Dios y hombre», sintetizó con contundencia.
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