Los neumáticos son los eternos intermediarios entre tu vehículo y el camino, por eso, su diseño y composición están optimizados para ofrecer agarre, confort y durabilidad, pero su vida útil y rendimiento se ven profundamente afectados por un factor que a menudo es subestimado: el tipo de terreno sobre el que ruedan.
No todas las carreteras son iguales; la rugosidad, la composición y el estado de la superficie asfáltica ejercen una influencia directa en la velocidad y el patrón de desgaste de tus neumáticos.
Comprender esta interacción es clave para elegir los neumáticos adecuados y luego poder optimizar su vida útil y mantener la seguridad en cada trayecto.
La textura y abrasividad del pavimento: Un lijado constante
La principal forma en que el tipo de asfalto influye en el desgaste del neumático es a través de su textura, que no es más ni menos que el nivel de abrasión que genera al contacto. El asfalto, o pavimento bituminoso, es una mezcla de agregados (piedras, grava, arena) y un ligante bituminoso.
La forma, el tamaño y la cantidad de estos agregados, así como el método de aplicación del asfalto, determinan su rugosidad superficial. Un asfalto que posee una textura rugosa y gruesa actúa como una lija gigante sobre la banda de rodadura del neumático.
Esto es posible ya que las partículas de agregado, especialmente si son angulares y no redondeadas, son abrasivas y arrancan pequeños fragmentos de caucho cada vez que el neumático pasa por encima. Esta secuencia acelera significativamente el desgaste porque es como si el neumático estuviera constantemente en un proceso de micro-abrasión.
Este tipo de pavimento se utiliza a menudo en zonas rurales o en carreteras donde se necesita una mayor fricción para el agarre, especialmente en curvas o pendientes.
Y es por esto que carreteras con un alto porcentaje de agregados expuestos y una superficie porosa aumentarán drásticamente el ritmo al que tu neumático pierde su dibujo, ya sea que cuentes con primeras marcas como Fate Eximia o con marcas alternativas.
En el lugar opuesto, un asfalto que ostenta una textura lisa y fina, como el que a menudo se encuentra en autopistas recién pavimentadas o en ciudades, es mucho menos abrasivo. Si bien el contacto sigue generando fricción y calor, la superficie es más suave y menos propensa a desprender material del neumático.
Por eso, en estas condiciones, el desgaste será más lento y uniforme, aunque aumenta el riesgo al transitar en un asfalto excesivamente liso, especialmente si está pulido por el tráfico constante, ya que puede reducir el agarre, particularmente en mojado, lo que los ingenieros de neumáticos contrarrestan con diseños de banda de rodadura y compuestos específicos.
Otros factores a considerar es la antigüedad del asfalto y el mantenimiento, éstos son cruciales porque un asfalto nuevo, recién aplicado, suele ser más abrasivo debido a que los agregados están más expuestos y no han sido pulidos por el tráfico.
Sin embargo, con el tiempo y el paso constante de vehículos tiende a pulir la superficie, haciendo que sea menos agresiva para los neumáticos. Así mismo, un asfalto viejo y deteriorado, que presenta grietas, baches y parches irregulares, puede generar un desgaste desigual y localizado en los neumáticos.
Además, aumenta el riesgo de daños estructurales (como cortes o protuberancias). Las grietas y los bordes afilados de los baches actúan como puntos de estrés que pueden acelerar el desgaste de ciertas zonas del neumático, e incluso provocar pinchazos o reventones.
Además del tipo de compuesto y estado del asfalto, la temperatura es otro de los factores que influye en su grado de abrasividad. En días calurosos, el asfalto se vuelve más blando y maleable, lo que puede reducir ligeramente la abrasividad, pero al mismo tiempo el calor del asfalto se transfiere al neumático.
Esto ablanda su compuesto de caucho, haciéndolo más propenso al desgaste. Por el contrario, en climas fríos, el asfalto es más rígido y puede parecer más abrasivo, aunque el caucho del neumático también estará más duro.
La interacción es compleja y depende de la combinación de factores. En definitiva, la textura y el estado del pavimento son el molde que define en gran medida la velocidad y el patrón de desgaste de tus neumáticos.
La composición del asfalto y su impacto químico y físico
Más allá de la textura superficial, tanto la composición química como mineralógica de los agregados utilizados en el asfalto puede tener un impacto significativo en el desgaste de los neumáticos. No todas las piedras son iguales, y sus propiedades influyen en cómo interactúan con el caucho.
Los minerales utilizados en los agregados juegan un papel vital, puesto que algunas rocas, como el basalto o el granito, son inherentemente más duras y tienen bordes más afilados cuando se fracturan. Si estas rocas son las que predominan en la mezcla asfáltica, el pavimento será más abrasivo y, por lo tanto, causará un desgaste más rápido de los neumáticos.
Otros tipos de agregados, como la piedra caliza, son más blandos y pueden resultar en un asfalto menos abrasivo, aunque esto también puede comprometer ligeramente la durabilidad del pavimento.
Por este dilema, los ingenieros de carreteras seleccionan los agregados en función de factores como la disponibilidad local, el costo, y las propiedades deseadas para el pavimento (resistencia, durabilidad, agarre). La dureza de los agregados afecta directamente el coeficiente de fricción y, por ende, la abrasión sobre la banda de rodadura.
La humedad y el drenaje adecuado de la carretera también están relacionados con la composición del asfalto. Algunos asfaltos están diseñados para ser más porosos, permitiendo que el agua se filtre más rápidamente y reduciendo el riesgo de aquaplaning.
Sin embargo, esta porosidad a menudo significa una textura más abierta y, potencialmente, una mayor abrasividad para el neumático. En contraste, un asfalto denso retendrá el agua en la superficie, lo que exige un mayor trabajo del dibujo del neumático para evacuar el agua, lo que podría generar un tipo de desgaste diferente o comprometer el agarre si el dibujo es insuficiente.
Además, la presencia de determinados residuos en el asfalto puede influir en el desgaste, como, por ejemplo, pequeñas partículas de arena, grava suelta, sal de carretera o incluso productos químicos derramados pueden actuar como abrasivos adicionales o alterar las propiedades de la superficie del neumático, afectando su compuesto y acelerando el desgaste.
Las carreteras de montaña, donde es común encontrar gravilla suelta, o las zonas de construcción son ejemplos claros de cómo factores externos relacionados con la composición de la superficie pueden impactar el desgaste.
La interacción entre la química del caucho del neumático y los elementos químicos y minerales del asfalto es un campo complejo de estudio, pero la realidad es que el tipo de material base del pavimento ejerce una influencia innegable en la longevidad de tus cubiertas.