En el desarrollo de un programa que impulsa desde sus inicios la Organización No Gubernamental (ONG) Correntinos Contra el Cambio Climático, llevó a cabo la firma de un compromiso con las autoridades del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias, por la cual instalaron colilleros en esa casa de estudios.
Los recipientes cilíndricos se ubicaron en diferentes espacios del campus ubicado por la calle Sargento Cabral y buscan ser los receptáculos de cientos de colillas que a diario terminan en el suelo, en las alcantarillas o en diferentes espacios comunes.
Al acto asistieron por la organización ambiental Liliana Cañete y Débora Iserre.
Cañete, quien es coordinadora del programa, remarcó que «ya venimos instalando más de 20 colilleros en espacios públicos y privados, y en este caso es un trabajo en conjunto con los estudiantes de Agrarias, en el que también firmamos un compromiso para que esto continúe».
RECICLADO
Sobre el destino de las colillas comentó que se enviarán a Formosa donde, luego de un tratamiento, a partir de las colillas se elaboran placas aislantes termoacústicas que tienen diferentes usos.
Estos colilleros de nuevo diseño tienen incorporado un código QR, que permite rápidamente mediante su escaneo conocer sobre el programa y los efectos que tienen las colillas en el ambiente.
Los miembros de la organización destacaron que se encuentra abierto el programa para seguir sumando instituciones públicas o privadas, por lo cual invitan a ser parte de la necesaria actividad y comunicarse al correo:
[email protected].
GRAVES DAÑOS
Además de afectar la salud, incluso hasta la muerte, de quien fuma, el residuo de los cigarrillos, las denominadas colillas, también producen daño al medio ambiente.
La alta toxicidad de los más de 5 billones de colillas que son arrojados cada año al entorno causa una grave contaminación de los suelos, las aguas y los ecosistemas naturales.
Más de 7.000 sustancias químicas tóxicas presentes en el tabaco, algunas de ellas potencialmente cancerígenas para el ser humano, impregnan nuestros ecosistemas a lo largo de los doce años que pueden tardar estos pequeños residuos en desintegrarse. Los restos de una única colilla son capaces de contaminar hasta diez mil litros de agua a su paso, según un estudio alemán publicado en 2014, indica National Geographic en una nota publicada el 23 de julio de 2020 en su página web.
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