«Es para mediocres hacer un doctorado», fue la frase que le escuchó decir a un empresario Guadalupe Montiel (36), una ingeniera agrónoma, especialista en el mejoramiento genético del arroz, que buscaba el apoyo de una reconocida firma para poder seguir investigando este cereal en el exterior, si bien no se lo menciona. En 2021 se mudó a Louisiana, Estados Unidos, con su familia, donde fue becada por una Universidad para estudiar el desarrollo del cultivo, publicó este viernes 16 el diario La Nación.
Cabe indicar que la información de ese medio nacional amerita su reproducción y difusión, para que no hayan más actitudes como la de aquél empresario, que desanimó a la profesional y como ella misma señala, en la nota aparte, se estimule más «a los a los chicos que trabajan de agrónomos recién recibidos».
«Me fui de la Argentina porque no me dejaron hacer un doctorado. En Estados Unidos lo tenés servido y encima te pagan un sueldo por hacerlo. Cada vez me doy cuenta de que fue la mejor decisión que tomé en mi vida», expresa desde la cabina de una camioneta en donde se refugió para hablar con La Nación, en medio de un campo de la zona. Tres veces por semana hace 170 kilómetros desde su casa hasta los campos experimentales del Colegio de Agricultura de la Universidad de Louisiana, que le brindó la beca.
«En la Argentina hay muy buenos programas de arroz, pero que tienen otros objetivos totalmente diferentes a los de acá de Estados Unidos. Nosotros lo exportamos, obviamente, el rendimiento es lo más importante, pero la calidad es muy fuerte así como en Brasil y Uruguay. Se han hecho muchos avances tecnológicos, y siempre se están actualizando, a nivel mundial están muy bien», explica. A nivel nacional este cultivo se siembra mayormente en Corrientes. En la campaña 2021/22 se cosecharon 1.215.000 toneladas de arroz y se exportaron 226.861 toneladas, según datos oficiales.
A mediados de mayo 2021 se mudó a Louisiana, Estados Unidos, luego de haber aplicado por una beca para investigar el cultivo.
En Estados Unidos, dice Montiel, se invierte mucho dinero en investigación y mejoramiento genético en este cultivo, ya que las instituciones públicas se encargan de hacer los avances a través de un directorio de agricultores arroceros que apuestan en los programas. Según la US Rice, la federación del arroz de ese país, más de 5.500 agricultores producen 9.000 millones de kilos de arroz al año. Por ejemplo, explica que en Louisiana, considerado por esa entidad como el tercer Estado más grande en producción de arroz, hay un grupo de productores que se enfocan en «las prioridades» de este cultivo para estar a la vanguardia y atender las demandas de los mercados mundiales.
«Tienen muy buenos rendimientos, la calidad es muy distinta y ahora han empezado a trabajar mejor calidad, por eso han logrado muy buenas cosas, porque saben que tienen que competir en los mercados internacionales. Ellos saben que tienen que competir con Sudamérica en la calidad del arroz, pero también en volumen», asegura.
Montiel viene de una familia ligada al sector agropecuario y asegura que la Argentina «no tiene nada que envidiarle» en investigación a países del primer mundo. «Tengo profesores acá en la Universidad que van a la Argentina a ver los avances en patatas. Las mismas empresas grandes que están acá están allá, pero como todos sabemos tenemos la parte coyuntural, los impuestos y demás, pero en tecnología el costo es diferente. El productor se puede comprar el mejor tractor o la mejor cosechadora. En la Argentina no tenemos nada que envidiarle al resto del mundo, se hacen las cosas muy bien, pero como en cualquier lado dependemos del clima, pero los productores tienen mucha estabilidad. Es decir, siembran dependiendo del precio de mercado de la soja, algodón o el arroz; es un plus que ya sepan a cuánto lo van a vender», dice.
La decisión de investigar el mejoramiento genético en el arroz lo hace por la función social que cumple el cereal en países de bajos recursos. «En el medio del Covid-19 me fui a vivir a África antes de venir acá, para venir acá tenía que hacer el examen de inglés, pero en el medio me fui a hacer eso, sabiendo que en esos países tiene mucho impacto y me encantó», cuenta. La experta traza un paralelismo entre lo que se siembra en la Argentina y en Louisiana; hay una distancia de menos de 200.000 hectáreas, según US Rice.
Desea un mayor incentivo «a los chicos agrónomos recién recibidos»
Entre 2020 y 2021 Guadalupe Montiel estuvo en Sierra Leona, en el África occidental, a donde llegó como farm manager de un proyecto de investigación en arroz. Allá comenzó a madurar «el sueño americano» al que sumó a su esposo y sus dos hijos. «Nosotros nos adaptamos, acá hay muchas oportunidades para capacitarse, no solamente allá en Lousiana, sino en muchos lugares. Hay gente de Brasil, Filipinas e India que vienen tres o cuatro años a aprovechar esas oportunidades y después vuelven a sus países con más conocimiento; así India está creciendo muchísimo. A mí me encantaría que haya más chicos de la Argentina capacitándose, porque terminan su carrera de agronomía, pero está bueno que después sigan y aprovechen las herramientas», menciona.
La experta asegura que antes de hacer el doctorado estaba viendo «una porción chica de todo lo que hace» en la producción. «Me abrió la cabeza venir: aprendí de las mejores personas del mundo y lo tenés servido todo. Cuando pedí en la Argentina venir, dije que no iba a usar tiempo de mi trabajo, que iba a usar mis vacaciones para hacer los cursos que tenía que hacer, todo fuera de mi trabajo, me dijeron que no. Es una lástima que no incentiven más a los chicos que trabajan de agrónomos recién recibidos y no los capacitan. Si como argentinos queremos pensar en la educación no pueden decir eso. Lloré, porque el doctorado lo quiero hacer para mejorar mi trabajo no por el título, sino para hacer mejor lo que hago», narra.
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